Historias
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Cuando postearon una foto en una base de datos de víctimas del Holocausto, nunca imaginaron lo que ocurriría.
Dorit Korenblum creció pensando que nunca sabría mucho sobre la familia de su padre, cuya mayoría murió durante el Holocausto. La única reliquia sobreviviente era una foto de su madre – la abuela de Dorit – tomada en Varsovia antes de la guerra.
Cuando Dorit visitó a su tía Chela-Chinka en París a principio de los años 80, se sorprendió al descubrir docenas de fotos de la familia Korenblum perfectamente conservadas. Cuando los nazis invadieron Polonia, Chinka, como era llamada, escapó a Rusia con sus dos hermanos, llevando las valiosas fotos con ella por temor a no volver a ver a su familia nunca más. Dorit quedó particularmente fascinada con una foto en particular, de sus abuelos y los hijos de ellos, incluyendo a su padre Yaakov con sus hermanos.
Yaakov era el menor de cinco niños que tuvieron Tuvia y Braja Korenblum en Varsovia. Durante la invasión nazi de Polonia en 1939, Yaakov escapó a Rusia con Najum, su hermano mayor, y su hermana, Chele-Chinka. El resto de la familia murió a manos de los nazis, a excepción de Sara Lea, otra hermana, que estaba viviendo en París desde antes de la guerra.
"Sabía que esa foto de mis abuelos y sus hijos jugaría un rol importante en el futuro de nuestra familia", recuerda Dorit. "A pesar de que no tenía idea cómo". Ella insistió para que su tía le permitiera conservar la foto, aunque recién muchas décadas después se entendería su importancia.
Tuvia Korenblum era un exitoso encuadernador en la Varsovia de la preguerra, ampliamente conocido por sus habilidosas manos. Braja Korenblum estaba embarazada de su primer hijo, Najum, durante la Primera Guerra Mundial. Debido a la desnutrición causada por las pobres raciones de la guerra, nació incapaz de caminar. A los siete años, finalmente fue enviado a recibir tratamientos y se curó. Sin embargo, a partir de ese día Najum se rehusó a caminar – en cambio, prefería correr a donde fuera que iba. Él rápidamente se convirtió en un líder y Yaakov, su hermano menor, se convirtió en su fiel seguidor. Los dos eran inseparables. "El nivel de amor en la familia de ellos era mucho mayor a cualquiera que encontremos hoy en día", dice Dorit.
Los guardias alemanes trataron de convencerlos de volver a Polonia.
Cuando los nazis invadieron Polonia, los dos niños Korenblum más chicos, Yaakov y su hermana Chele-Chinka, siguieron a su hermano mayor Najum al cruzar la frontera con Rusia. Los alemanes trataban intensamente de convencer a los judíos que habían escapado de que volvieran a Polonia, distribuyendo panfletos en los cruces fronterizos, insistiendo en que no tenían la intención de dañarlos. Muchos judíos sucumbieron ante esas promesas vacías, creyendo falsamente que el invierno ruso era un enemigo mucho más grande que los nazis.
Los tres hermanos Korenblum se quedaron en el cruce, sin saber qué hacer. Por un lado, habían sido forzados a irse dejando a sus padres atrás, quienes eran demasiado mayores como para huir de la casa. Por el otro lado, las historias de la crueldad nazi durante los primeros días de Hitler en el poder ya habían llegado a sus oídos. Los Korenblum decidieron observar a los soldados nazis que estaban apostados en la frontera para ver cómo eran. Después de un rato, concluyeron que volver a Polonia era un suicidio.
"Yo no me iba a poner en sus manos", recordó Yaakov años después. "Puede que los rusos hayan sido violentos de vez en cuando, pero los alemanes eran extremadamente crueles. No íbamos a volver". Sin embargo, Chele-Chinka volvió a Varsovia una vez más para intentar convencer a sus padres de ir con ellos a Rusia, esforzándose en vano.
En Rusia, Chele-Chinka fue adoptada por una pobre familia Kazaki, que le ofrecía cuidado a cambio de trabajos en la casa. Los dos hermanos decidieron que la mejor manera de sobrevivir como refugiados era unirse al Ejército Rojo. Los dos fueron apostados en Mongolia, para frustrar la expansión japonesa hacia Mongolia y el sur de Siberia. Durante cinco largos años durante la guerra, nunca dejaron de estar juntos. De repente, en 1944, cuando la guerra estaba llegando a su fin, Yaakov y Najum fueron reclutados en unidades diferentes y perdieron todo contacto entre ellos. Nunca se volvieron a ver.
Después de la guerra, ambos hermanos – sin saber nada del otro – volvieron a Polonia buscando parientes sobrevivientes. Sin embargo, ninguno llegó a su destino; a Yaakov, un soldado amigo le robó el dinero en Stanislavov, Ucrania, y no pudo continuar su viaje. Terminó quedándose en Stanislavov, en donde se casó y permaneció por más de una década.
A Najum, por el otro lado, le faltaban algunos papeles y no pudo llegar más al oeste de Kiev. Allí es donde se quedó y se casó. Durante años, los dos hermanos se buscaron dolorosamente, pero la Cruz Roja en Rusia – ya sea por desinformación o por falta de interés en ayudar a los sobrevivientes – no proveyó ninguna respuesta.
En 1957, Yaakov se las arregló para conseguir permisos de salida del país, para ir a Israel, para su esposa y sus dos hijos. Dejaron la Unión Soviética vía Polonia. Sólo después de entrar en Polonia, pudieron ubicar a sus dos hermanas sobrevivientes y reencontrarse, Chela-Chinka que había emigrado a París, y Sara Lea, que había huido de la invasión nazi de Francia a Marruecos.
Desafortunadamente, nunca pudieron ubicar a Najum, que continuaba viviendo detrás de la Cortina de Hierro. Lamentaron la pérdida de su hermano durante toda la vida – seguros de que estaba vivo en algún lado. Chele-Chinka, poco antes de morir en 2006, sostuvo la mano de Dorit en la suya y dijo: "busca a Najum, busca a Najum". Sin embargo, incluso después de la caída del comunismo, las búsquedas siempre habían sido en vano, en gran medida debido a que el apellido de Najum había sido cambiado a Koramblyum en Ucrania.
Najum continuó separado del remanente de su familia durante toda la vida. "No tenía ninguna familia", contó el hijo mayor de Najum, Anatoly. "Los buscó toda su vida, y estuvo muy desilusionado de no haberlos encontrado nunca".
Yaakov y su familia se asentaron en Haifa. Dorit, su tercera hija, nació allí unos pocos años después.
Najum, el hermano perdido, permaneció en Kiev también criando tres hijos. Su familia se reubicó en Estados Unidos en 1991, después de la caída del comunismo. Tanto Yaakov como Najum continuaron el negocio familiar de encuadernación de libros, a más de 1.500 kilómetros de distancia – Yaakov en Haifa y Najum en Kiev. Ambos se hicieron famosos por sus habilidosas manos, al igual que su padre.
En 1958, poco después de mudarse a Israel, Yaakov ingresó una "Página de Testimonio" por sus difuntos padres en la base de datos de los nombres de las víctimas en Yad Vashem. En 2004, esta base de datos de más de 4 millones de nombres fue subida a internet. En 2006 Braja, la hermana mayor de Dorit, decidió actualizar los detalles en la Página de Testimonio de su abuelo subiendo una copia de la fotografía familiar que Dorit había traído de París, de su tía Chele-Chinka, dos décadas antes –una foto que incluía a los dos hermanos inseparables, Yaakov y Najum.
Cinco años después, en el otoño de 2011, Igor Korenblum de Nueva York, nieto de Najum, hizo una búsqueda en la base de datos de Yad Vashem y encontró la Página de Testimonio ingresada por su tío abuelo, Tuvia Korenblum. Hasta ese momento, los descendientes del "hermano perdido Najum" nunca habían tenido ninguna conexión con el resto del árbol genealógico.
Sospechaban de un email de un "primo perdido".
Cuando Anatoly vio las fotografías se sorprendió al ver que uno de los hijos de Tuvia tenía un parecido asombroso a las fotos que había visto de su padre, Najum, de joven. Recién en ese momento se dio cuenta de que el post debía haber sido escrito por sus propios primos. "No pude dormir por una semana, era tan excitante", recuerda. "Esa fue la primera vez que vi los rostros de la familia de mi padre. Mi padre mencionaba ocasionalmente que me parecía a Yaakov, su hermano menor – ¡y ahora veía que era cierto!".
Cuando Dorit y Braja recibieron un email de Anatoly afirmando ser su “primo perdido”, ellas sospechaban. "Es una buena cualidad judía", dijo Dorit. "Tenemos que sospechar para sobrevivir en un mundo que buscó destruir a nuestros ancestros. Nosotras pedimos una prueba".
Anatoly respondió enviando una foto de su padre antes de la guerra, y otra de su tía Sara Lea y su marido en París.
"¡Es él!" Dijo Dorit. "No lo puedo creer".
"Desde pequeño, recuerdo a mi padre diciéndome que tenía un hermano", recuerda Gennadiy, hijo de Najum. "'Está en algún lado', decía. 'Siempre lo sostuve en mis brazos. Nunca dejé que nadie nos separara'".
El hijo mayor de Gennadiy, Yvgeny, tuvo su brit a los 13 años, cuando llegaron a Estados Unidos. En el brit recibió el nombre hebreo Yaakov, en honor al hermano "perdido" de su abuelo.
Najum murió en 1996; Yaakov murió cinco años después, en 2001. Ahora, más de una década después, sus hijos se reunieron en Yad Vashem, el Museo del Holocausto en Israel. Sorprendentemente, su primer email contactándose fue en el yortzait de Yaakov. "Estamos felices de encontrar a nuestros primos, pero también tristes porque nuestros padres nunca tuvieron la oportunidad de encontrarse en vida", dijo Anatoly. "Quizás nuestros padres, desde el cielo, hicieron posible que nos encontremos hoy".
Los primos nuevos continúan estando en contacto regularmente, y están planeando más viajes intercontinentales para pasar tiempo poniéndose al día.
"Estoy seguro de que nuestros padres están contentos allá arriba, viéndonos aquí a todos juntos", dice Gennadiy. "Esto significa muchísimo para mí".
"Se ha cerrado un círculo", dijo Rafael Korenblum, el único hijo de Yaakov. "Hubo algo irresoluto durante todos estos años. Tardó mucho, pero hubo un cierre".
Cintia Wroclawski, la directora del proyecto de recuperación de nombres de Yad Vashem, explicó que estos descubrimientos ocurren a menudo; y hoy en día los hay cada vez más, gracias a internet, a una mayor apertura entre los sobrevivientes a contar sus historias y a la curiosidad de sus descendientes expertos en tecnología.
"La cerradura está siendo abierta por la generación más joven", dice. "Tienen más intuición e interés. Ese es el poder de la base de datos; la antorcha de la memoria está siendo transmitida".
Los esfuerzos para recolectar nombres continúan – principalmente en Europa Oriental – en donde los judíos fueron, a menudo, reunidos, asesinados y arrojados en tumbas colectivas sin ninguna clase de documentación. Por otro lado, los nombres de los judíos asesinados en los campos de exterminio alemanes, están registrados en los meticulosos registros nazis.
Yad Vashem alienta a los sobrevivientes y a sus descendientes a llenar páginas de testimonio por aquellos que fueron asesinados, antes de que sus nombres e historias se pierdan para siempre.
"Aún queda mucho por hacer", dijo Wroclawski. "Para estas familias, la fisura del Holocausto se está achicando; está habiendo una suerte de curación".
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