Antigüedad
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Una pequeña gigante que desafió a la Unión Soviética para inmigrar a Israel.
Hace cuarenta y tres años, aterrizó en Israel Ida Nudel, una de las más famosas refuseniks de la Unión Soviética, dispuesta a comenzar una nueva vida después de esperar durante décadas ese momento. "De vez en cuando ocurre algo que inequívocamente es bueno", dijo el entonces secretario de estado de los Estados Unidos, George Shultz, quien se unió a la multitud que recibió a Ida en el aeropuerto Ben Gurión.
Ida Nudel era un nombre conocido en los hogares judíos de la Unión Soviética y de todo el mundo. Cuando los judíos pedían permiso para emigrar de la Unión Soviética, por lo general recibían una respuesta negativa y la mayoría enfrentaba represalias por atreverse a tener la esperanza de abandonar la opresión de la URSS. Los refuseniks perdían todo: sus carreras, sus amigos. Sin un ingreso fijo, muchos se arriesgaban a ser arrestados por el crimen de "parasitismo". Sin embargo, decenas de miles de valientes refuseniks no se acobardaron, y exigieron que les dieran permiso para salir de la URSS e irse a Israel.
Ida Nudel (Foto de Jonathan Feldstein)
Para muchos de estos desesperados refuseniks que añoraban vivir y practicar libremente su judaísmo, Ida Nudel era un rayo de esperanza.
Ida nació en 1931 en Crimea, estudió economía y vivía en Moscú. Sus únicos parientes eran su hermana Elena, el esposo y el hijo de Elena. En 1967, al escuchar las increíbles noticias sobre la Guerra de los Seis Días, Ida y Elena pensaron que tal vez ellas también podían irse a vivir a la patria judía y construir allí sus vidas.
Un grupo de idealistas jóvenes judíos soviéticos planeó secuestrar un pequeño avión en Leningrado. El plan era obligar al piloto a aterrizar en Suecia y luego volar a Israel. Pero el grupo fue arrestado y juzgado en juicios públicos muy publicitados. Si la intención de la Unión Soviética era despertar temor en sus ciudadanos judíos para que abandonaran la esperanza de escaparse, entonces los juicios fueron un terrible fracaso. Miles de judíos comenzaron a aplicar pidiendo permiso para emigrar a Israel. Entre ellos estaban Ida Nudel y su hermana Elena con su familia.
Después del exilio, en 1985
En 1972, Elena y su familia obtuvieron permiso para emigrar, pero a Ida le negaron la visa. Ella permaneció en Moscú, donde la vida se volvió cada vez más difícil. Perdió su trabajo y la KGB la acosaba. En 1974, Ida contó a la Agencia Telegráfica Judía que la KGB la había amenazado con enviarla a prisión bajo cargos inventados de alcoholismo y prostitución. Ella se unió a otros judíos soviéticos en una huelga de hambre demandando su libertad para irse a Israel, pero nada funcionó. Una visa de salida oficialmente costaba 900 rublos, afirmó Ida, "pero nadie ha estimado el precio que uno tiene que pagar en sufrimiento humano por el privilegio de estar cerca de obtener ese pequeño pedazo de papel".
Ida comenzó a recolectar información sobre otros refuseniks y a documentar sus casos. Ella mantuvo correspondencia con la Unión del Consejo de Judíos Soviéticos en los Estados Unidos y con otras organizaciones judías en el Occidente, transmitiendo información vital sobre los judíos que estaban atrapados detrás de la Cortina de Hierro. Ida escribió numerosas cartas a oficiales y agencias soviéticas exigiendo que le dieran permiso a ella y a otros judíos para irse a Israel. La acosaron y la arrestaron varias veces, pero ella se negó a quedarse callada.
En 1978, Ida colgó en el balcón de su departamento una pancarta exigiendo: "KGB – OTORGUEN MI VISA DE SALIDA". Esta fue una provocación demasiado grande para las autoridades soviéticas. En vez de darle su visa, la KGB arrestó a Ida por "vandalismo" y la sentenciaron a cuatro años de prisión en un gulag en Siberia.
Las condiciones allí eran terribles. Ida fue alojada con criminales en la sección de hombres de la prisión, y tuvo que dormir con un cuchillo de cocina debajo de la almohada para defenderse. Ida era una mujer menuda, se congelaba en los terribles inviernos de Siberia y vivía constantemente con miedo de los guardias de la prisión y de los otros prisioneros. Su salud sufrió terriblemente, pero Ida mantuvo su desafío. Más de 10.000 personas de todo el mundo escribieron cartas a la URSS protestando por su sentencia.
Cuando finalmente la liberaron en 1982, le prohibieron regresar a Moscú y se asentó en Bender, Moldova, desde donde siguió escribiendo cartas. En 1987, unas pocas horas antes de Iom Kipur, la mandaron a llamar a Moscú y recibió la noticia que había estado esperando: tenía su visa de salida. "Sólo sentí felicidad", dijo Ida a The New York Times poco después de recibir la noticia. "En este momento no puedo pensar en nada".
Esa noche, Ida fue a la Sinagoga Central de Moscú, donde rezó las plegarias de Iom Kipur con una gran cantidad de personas que llegaron para rezar con la "madre de los prisioneros de Sion" por última vez antes de que ella partiera hacia Israel.
Ida Nudel llega al aeropuerto Ben Gurión en octubre de 1987, 16 años después de haber comenzado su lucha para que le permitieran salir de la Unión Soviética. Nudel falleció el 14 de septiembre de 2021 a los 90 años.
Ida llegó a Israel y se fue a vivir a Rejovot, cerca de su hermana. Ella continuó siendo una activista política y siguió trabajando para ayudar a los judíos soviéticos, fundando la organización "Madre a madre", que proveía programas extraescolares para los hijos de inmigrantes soviéticos. Natan Sharansky, otro refusenik que se convirtió en un importante político en Israel, escribió que Ida "hizo todo lo posible para construir un puente sobre el abismo, separando el Gulag de… la libertad".
Ida Nudel falleció el 14 de septiembre del 2021 a los 90 años. Aquí hay cuatro lecciones que todos podemos aprender de Ida.
En 1971, cuando pidió por primera vez a las autoridades soviéticas que la dejaran emigrar, Ida era una economista de 40 años. Ella no ocupaba ningún cargo comunitario, no tenía ninguna influencia. Como la mayoría de los judíos soviéticos, ella había recibido muy poca educación judía. Lo que Ida tenía era un ardiente deseo de hacer lo que era correcto y vivir su vida como una judía orgullosa, libre e independiente. Ella nunca se dispuso a cambiar el mundo, pero su determinación por hacer lo correcto la transformó en un líder.
El Talmud (Shavuot 39a) elucida que todos los judíos son mutuamente responsables, los unos por los otros. Todos estamos conectados. Lo que fortalece a un judío nos fortalece a todos; cuando un judío es dañado o debilitado, todos sufrimos.
Ida Nudel entendió claramente esta base del judaísmo. No era suficiente que ella misma aplicara y eventualmente recibiera una visa de salida. Ella estaba decidida a ayudar a sus hermanos judíos para que también obtuvieran permiso para irse a Israel.
Después de esperar dieciséis años, finalmente Ida recibió su valiosa visa unas pocas horas antes de Iom Kipur en el año 1978. En vez de correr a su casa para empacar y acomodar sus cosas, ella tenía que hacer algo más importante. Ida fue a la Sinagoga Central de Moscú para estar con la comunidad judía. Rodeada de una gran cantidad de sus hermanos judíos que llegaron al lugar para acompañarla, Ida pasó su primera noche sabiendo que finalmente era una mujer libre.
En Israel, Ida no detuvo sus actividades políticas. Ella miró hacia adelante, no hacia atrás. A los 56 años, en un nuevo país, Ida nunca se detuvo, fundó "Madre a madre" y continuó ayudando a los judíos soviéticos y a otras causas cercanas a su corazón. Ella y su hermana mantuvieron su pasión a pesar del desgate que habían provocado los años. "Estoy aquí, mi sueño se cumplió", declaró Ida.
Honremos el increíble legado de Ida Nudel imitando su coraje y su pasión por ayudar a sus hermanos judíos y por construir una auténtica vida judía en la tierra de Israel.
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