
2 min de lectura
Las palabras con que comienza la porción de la Torá de esta semana son curiosas. "Bo el Paró – Ven al faraón". La terminología normal hubiera sido "Ve al faraón".
Rav Schneerson, el Rebe de Luvabitch, explica que cuando la Torá usa la expresión "ven al faraón", Dios le estaba diciendo a Moshé: "Ven conmigo al faraón", asegurándole a Moshé que Dios estaría a su lado, sumergiéndose en las profundidades del mal y la impureza para ayudar a Moshé en su empresa y su búsqueda de la redención.
Nuestros Sabios nos dicen que todos tenemos un Moshé y un faraón dentro nuestro. Un Moshé que alinea nuestra voluntad con la voluntad Divina, que se apega a la santidad y la rectitud. Y todos tenemos también un faraón: la parte que es obstinada, egoísta, terca y nos mantiene esclavizados. Aunque esperamos estar más inclinados hacia nuestra parte de Moshé, también es importante considerar nuestro lado de faraón, sumergirnos en las profundidades de nuestra psiquis, descubrir qué es lo que nos impide crecer, lo que nos mantiene esclavizados a las limitaciones que nos hemos impuesto a nosotros mismos. Esto puede basarse en nuestra constitución física, emocional y/o espiritual, nuestra historia, experiencias, etc. A menudo, es más fácil mantener el estatus quo que cambiar las cosas. Enfrentar estos temas requiere trabajo, determinación y valentía.
A pesar de que las cosas en Egipto eran horribles para los judíos, la cuarta parte de los judíos murieron durante la plaga de la oscuridad porque quisieron permanecer en Egipto. ¿Por qué querrían quedarse siendo esclavos? Porque cambiar es difícil. Enfrentar los problemas es difícil. Superar las limitaciones es difícil. Llegar a conocerte a ti mismo para ver dónde puedes desarrollar mejor tu potencial, conectarte con quienes te rodean y con Dios en un nivel más profundo y expansivo, requiere mucha introspección y trabajo interno. Hace falta cambiar y eso no siempre es sencillo.
Sin embargo, eso es lo que debemos hacer para llegar al siguiente nivel y a lo que Dios desea de nosotros. Por lo tanto, cuando nos sumergimos en las profundidades de nuestro propio ser, esas partes que somos aprehensivos de explorar, de descubrir por qué nos vemos motivados por ciertas cosas para curarlas, esa parte de nuestro faraón interior, Dios nos alienta y nos dice que Él está allí, a nuestro lado. Él nos creó y creó cada situación, a medida para nosotros por amor y para ayudarnos a lograr nuestro máximo potencial y darnos el máximo placer.
Cada parte de nuestro ser que nos mantiene esclavizados es sólo una puerta, esperando ser abierta y explorada, impulsándonos a crecer todavía más. Dios está allí con nosotros, tal como estuvo con Moshé. Cuando hacemos introspección y trabajamos, a menudo esas partes "faraón" de nuestro ser se transforman en Moshé, esas partes que se alinean con la más elevada voluntad divina y que son completamente redimidas.
Ejercicio:
Cuando algo provoque una reacción, pídele a Dios que te ayude a ir a tu interior para ver por qué eso te afectó tanto. Observa si hay una razón subyacente más grande y pídele a Dios que te ayude a sanarla.
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.