Incluso Yo Merezco Milagros

3 min de lectura

Una historia real sobre el poder de las bendiciones y sobre los milagros hoy en día.

Siendo yo una persona que había retornado al judaísmo ortodoxo, a veces me resultaba difícil disipar el sentimiento de 'me veo como una extraña'. Todos los que conocía parecían ser más piadosos, más creyentes y estar más cómodos con su nivel de observancia que yo.

De una cosa, sin embargo, yo estaba segura. Había elegido construir mi hogar en Israel en un lugar donde tenía vecinos maravillosos.

Al otro lado de mi calle vivía un reconocido erudito en Torá y líder del pueblo judío. Detrás de mi casa vivía una especial, amistosa y extrovertida vecina que tenía dos hijos – nacidos con 12 años de diferencia.

Hice aliá con cuatro niños después de recuperarme de una seria enfermedad. Estaba sumamente agradecida por todo lo que tenía, pero supongo que todos sabían que lo que yo realmente deseaba, lo que yo realmente soñaba, era tener otro hijo para completar nuestra familia.

Mi hija menor tenía muchísimas ganas de ser una hermana mayor. Mi esposo y yo siempre habíamos hablado sobre tener una tropa de niños numerosa y bulliciosa, pero mi enfermedad había puesto esos grandiosos planes en el olvido.

Mi nueva vecina confirmó mi sensación de que estábamos viviendo en un territorio de milagros. Ella le había pedido a un rabino que estaba de visita que le diese una bendición para tener un niño, y él insistió en que rezaría por ella si ella, a cambio, rezaba por su aparentemente infértil hija. Ese encuentro había tomado lugar en mi casa hacía muchos años.

Bueno, el poder de la plegaria es tan grande que ambas mujeres dieron a luz en el mismo día. Mi vecina tiene ahora dos hijos, a pesar de sus problemas de fertilidad, nacidos con doce años de diferencia.

A menudo escuchaba a los rabinos mencionar la idea de que un niño que le nace a una mujer infértil es la prueba más grande de la participación de Dios en el mundo; y ahí estaba mi vecina, viviendo ese mismísimo milagro. Yo amaba su actitud positiva y agradecida. Encontraba maravilloso que rezara al encender las velas de Shabat para que le naciesen más bebés a otras mujeres. Ella tenía una larga lista de nombres.

Después de vivir en Israel por varios años, comenzamos a construir una casa. Para ese entonces, mi hija menor tenía diez años. Cuando mi vecina vino a mirar la construcción, dijo: "Este lugar será perfecto para la cuna". Yo fui tomada por sorpresa. ¿Era esto una bendición o una gran insensibilidad? ¿Una broma o una simple falta de atención ante los hechos?

Yo estaba envejeciendo año a año sin ningún bebé en vista. Finalmente, me sentí enferma de nuevo y fui hospitalizada. Los doctores tuvieron una reunión especial conmigo: "Es imposible que tengas otro hijo", me explicaron.

Mientras me recuperaba en casa, dirigía mis plegarias para que otros tuviesen hijos y dejé de pensar en mis propios deseos. Mi vecina me proveyó una lista de nombres.

Cada Purim iba con las otras mujeres de la congregación a obtener una bendición del rabino. Era una experiencia especial. No podía escuchar las palabras que decía, pero no importaba. Estaba tan feliz de estar allí.

Pasaron dos años más y mi marido estaba de vacaciones fuera del país. Me hice un chequeo ginecológico rutinario y todo salió bien. Yo estaba obviamente atravesando una menopausia temprana, pero mi doctor no vio ninguna anormalidad. Fui a una ecografía de rutina y le expliqué al técnico que estaba en la menopausia y que el doctor sólo quería asegurarse de que todo estuviera bien.

Imagina mi reacción cuando el técnico me aseguró que yo comenzaría con la menopausia, pero "no este año". En la pantalla había un bebé completamente formado. Estaba embarazada de casi seis meses y no había tenido ni un síntoma de molestias. Por primera vez en mi vida, había quedado sin palabras.

Me reí durante todo el camino a casa.

Sin embargo, era un embarazo de alto riesgo que quizás hubiese sido terminado si hubiese sido descubierto antes. Tenía muchos especialistas atendiéndome, pero el embarazo fue completamente plácido y el parto fue rápido y normal. Apenas tuvimos tiempo para hacernos la idea, y allí estaba – nuestra única sabra – nacida en Jerusalem en un hermoso día soleado.

La llamamos Emuná, que significa "fe" en hebreo.

Ella y su hermana mayor tienen exactamente 12 años de diferencia.

"¡Este es mi regalo de Bat Mitzvá!" dijo mi hija. "Recé para que ella viniese a nosotros durante tantos años". Ella no podría haber estado más feliz.

Y allí estaba yo, una madre simple y ordinaria, parada en los extraordinarios zapatos de mi vecina. Como resultado de mi experiencia, mi panorama interior cambió. Cuando veo otro judío lo bendigo de corazón, le deseo que le vaya bien y que le pasen cosas maravillosas. Si mi amiga es pobre, rezo para que encuentre una riqueza tan incontable con las olas del océano.

¿Por qué no? Si al fin y al cabo, así de grande es el poder de una bendición.

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.