Incrementar la alegría incluso en momentos de oscuridad

03/03/2025

4 min de lectura

Seis formas prácticas de comenzar a aumentar la alegría cuando sientes que te pesa el corazón.

En la vida judía, el tiempo lleva un ritmo emocional. Lloramos, nos regocijamos, nos contraemos, nos expandimos… todo en sincronía con la energía espiritual del calendario. El Talmud enseña: "Cuando entra el mes de av, disminuimos la alegría" (Taanit 29a). Pero cuando llega el mes de adar, hacemos lo contrario: "Cuando entra adar, aumentamos la alegría".

El texto dice que aumentamos no que llegamos a la alegría. La alegría no es un destino; es una práctica. No "llegamos" a la felicidad. La cultivamos, paso a paso, lentamente, de manera constante, como la luna que crece hacia la plenitud. Y ya está allí, algo que aumentamos y nutrimos.

Después de la tristeza o la pérdida, no podemos saltar directamente a la felicidad. Especialmente ahora, después de haber experimentado una tragedia colectiva, como el desgarrador funeral de la familia Bibas, la idea de la alegría puede sentirse distante o incluso fuera de lugar. Pero adar nos enseña que la alegría no es todo o nada. Es algo que construimos, paso a paso.

¿Cómo comenzamos a aumentar la alegría cuando todavía nos pesa el corazón?

La respuesta radica en comprender qué es realmente la alegría, y reconocer que el crecimiento es un proceso, no una línea recta.

Redefinir la alegría: no se trata de sonrisas constantes

En el judaísmo, simjá (alegría) no significa andar sonriendo y riendo todo el tiempo. La verdadera alegría es un profundo sentido de estar presente y conectado con la vida, incluso cuando la vida es difícil.

Todos tenemos dos lados del corazón: el lado que ríe y el lado que llora. La alegría no borra la tristeza; hace espacio para ambos. En el judaísmo, incluso los momentos más tristes tienen espacio. Nos sentamos en shivá, recitamos Kadish, lloramos.

La verdadera alegría no viene de ignorar la tristeza, sino de permitirnos sentir todo. "Los que siembran con lágrimas cosecharán con alegría" (Salmos 126:5). A través de sentir la profundidad de nuestro dolor también podemos acceder a la profundidad de nuestra alegría.

En su núcleo, la alegría proviene de la conexión:

Conexión con Dios: confiar profundamente que incluso en la oscuridad nos están sosteniendo, genera una tranquila satisfacción interior.

Conexión con el propósito: Involucrarse plenamente en lo que estamos haciendo, aprovechando nuestra voluntad para estar presentes. Cuanto más invertimos en acciones significativas, más vivos nos sentimos.

Cuando entendemos que la alegría no es la ausencia de dolor, sino la presencia de propósito, la idea de aumentar la alegría, incluso después de una pérdida, empieza a parecer posible.

Conexión con nuestras almas: Recordar que, por debajo de todas nuestras luchas, tenemos una chispa divina inmaculada. Esta es la parte de nosotros que siempre puede acceder a la alegría, sin importar las circunstancias.

Cuando entendemos que la alegría no es la ausencia de dolor, sino la presencia de propósito, la idea de aumentar la alegría, incluso después de una pérdida, empieza a parecer posible.

Formas prácticas de construir la alegría

No tenemos que forzar la alegría ni apresurar el proceso. Aumentar la alegría comienza dando el primer pequeño paso. Y luego otro.

  1. Permítete sentir todo
    Cuanto más nos permitimos sentir todo el rango de emociones, más espacio creamos para que entre la luz. Puede que un día sientas una explosión de esperanza y al siguiente te hundas nuevamente en la tristeza. Eso es normal. Es humano. Y está bien.
  2. Lleva el judaísmo a tu vida
    La Torá es llamada la fuente de vida y sanación. Incluso aprender una idea breve al día puede infundir tu corazón con luz y perspectiva. Cumplir mitzvot, mandamientos, también nos conecta con el propósito de nuestra alma, y es a través de esta conexión que puede florecer la verdadera alegría.
  3. Haz actos de bondad
    Nada levanta el espíritu como dar a los demás. Ya sea una palabra amable, una comida para un vecino o ayudar a alguien en necesidad, la bondad expande el corazón. Nos recuerda que tenemos el poder de traer luz al mundo, incluso de maneras pequeñas.
  4. Ten una frase de “sacarte” de los momentos difíciles
    Cuando la negatividad se infiltra, tener un mantra puede ayudar a cambiar tu mentalidad. Puede ser tan simple como: "Este momento pasará." O un recordatorio: "Dios está conmigo, incluso aquí." Estas pequeñas frases pueden actuar como salvavidas espirituales cuando tu corazón se siente pesado.
  5. Fortalece tus relaciones
    Nuestra mayor fuente de alegría proviene de la conexión. Pasar tiempo con los seres queridos, incluso si es sólo una breve llamada o un café, puede ayudar a aliviar la tristeza y recordarnos que no estamos solos.
  6. Practica la gratitud
    Incluso cuando la alegría parece lejana, la gratitud puede ser una suave luz en la oscuridad. No borra el dolor, pero lo suaviza. Tómate un momento cada día para enumerar tres cosas por las que estás agradecido. Al principio puede ser difícil, pero con el tiempo, estos momentos de agradecimiento pueden cambiar tu perspectiva. La gratitud no se trata de ignorar las luchas, sino de reconocer que incluso en tiempos difíciles, hay algo a lo que aferrarse.

Una subida gradual, no una línea recta

El camino hacia la alegría rara vez es lineal. Algunos días podemos sentir que estamos retrocediendo. Eso es normal. La sanación y el crecimiento a menudo se ven como dos pasos hacia adelante, uno hacia atrás.

La clave es no rendirse. Cada pequeño acto de alegría —cada plegaria, cada mitzvá, cada momento de presencia— suma. Lentamente, la oscuridad se disipa y la luz se vuelve más fuerte.

La luna llena de la alegría: la promesa de Purim

No es casualidad que la alegría de adar alcance su punto máximo en Purim, cuando la luna está llena. Purim es una celebración de los milagros ocultos, de la luz que emerge de los lugares más oscuros. Nos recuerda que incluso cuando la presencia de Dios parece estar oculta, Él siempre está trabajando detrás de escena.

Así como la historia de Purim se despliega en capas ocultas, nuestro viaje interior está lleno de transformaciones ocultas, incluso las que aún no podemos ver.

Nuestra alegría puede comenzar oculta. Pero si seguimos aumentándola, paso a paso, eventualmente veremos el panorama completo. La alegría que viene después del dolor es más profunda, más auténtica. Es la alegría de saber que hemos caminado por la oscuridad y hemos encontrado vida al otro lado.

La alegría de adar es el tranquilo desafío de un pueblo que ha conocido un dolor inimaginable y aún elige cantar, confiando en que incluso las chispas más pequeñas pueden convertirse en una luz radiante.

Y tal vez cuando llegue Purim, nos encontremos bailando, aunque sea en medio de las lágrimas.

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