Inmunes al mal de ojo

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Miketz (Génesis 41:1-44:17 )

¿Cuánto te importa lo que otras personas piensan de ti?

En un nivel, es natural y sano querer recibir la aprobación de los demás. Si a alguien no le importa lo que los demás piensan de él, puede hacer a otros cosas que son dañinas o inmorales y terminar aislado de los grupos sociales, lo cual en sí mismo no es algo sano. Sin embargo, el deseo de caer bien a los demás fácilmente puede convertirse en algo enfermo. Las personas que tienen una gran necesidad de recibir la aprobación de los demás se dedican a buscar ser admirados, a veces a costa de sus propios objetivos. Estas personas tienden a tener niveles más elevados de ansiedad y depresión. Además de baja autoestima (que depende de cómo piensan que las otras personas piensan de ellos).

El Talmud (Brajot 20a), relata que Iosef y sus descendientes son inmunes a la fuerza destructiva del mal de ojo. Antes de entender por qué son inmunes, necesitamos entender mejor de qué se trata este concepto misterioso y controvertido. Hablando de forma general, como se lo presenta en el Talmud, cuando la persona A mira a la persona B (o a sus bienes) con celos o envidia, ese acto puede causar un daño a la persona B.

A lo largo del tiempo hubo muchas explicaciones sobre este concepto, incluyendo explicaciones científicas (posteriormente desmentidas) respecto a la capacidad del ojo de emitir un vapor o fuego peligroso, y la propuesta teológica de que las emociones negativas provocan que Dios sea extremadamente meticuloso con la persona B (lo que tiene su propio grupo de ramificaciones controvertidas). Quienes consideran que el mal de ojo es un fenómeno sobrenatural, tratan de no atraer demasiado la atención sobre sí mismos o utilizan diversos procedimientos místicos para tratar de contraatacarlo.

Sin embargo, otros proveen una explicación más racional y psicológica del concepto. Rav Abraham HaCohen Kook, por ejemplo, entiende que el mal de ojo es una influencia social general. Fácilmente podemos vernos arrastrados por las creencias, las opiniones y las prácticas de otras personas, y ain hará (mal de ojo) es el término usado para indicar el hecho de verse impactado negativamente por otras personas (Ver ein ayá, sobre Brajot, pág. 102). Alguien que tiene confianza en sí mismo y está seguro de que lo que hace es correcto ante los ojos de Dios, no se verá movido por la influencia negativa de otras personas, y en consecuencia es inmune al mal de ojo.

De forma similar, Rav Iosef B. Soloveitchik asume que el ain hará es una representación de las dinámicas sociales negativas entre dos personas. Cuando la persona A no está de acuerdo, critica y se opone a la persona B, la persona A pone un ain hará sobre la persona B. Si el concepto de sí mismo de la persona B está demasiado entrelazado y depende de lo que otras personas piensan de ella, cuando la persona A haga algo que indique que no aprueba a la persona B, la persona B se sentirá devastada. Sin embargo, si la persona B desarrolló un sentido de sí mismo independiente y no necesita con desesperación la aprobación de los demás, entonces será inmune al ain hará de otros.

Tomando un enfoque racional similar, el Rav Immanuel Bernstein argumenta que la razón por la que Iosef era inmune al mal de ojo era porque él tenía confianza en sí mismo y no se veía arrastrado por las opiniones o las influencias negativas de los demás. Por ejemplo, él les contó a sus hermanos sus sueños a pesar de que eso llevaría a que se sintieran molestos con él. Iosef se resistió a las propuestas de la esposa de Potifar porque era algo moral y espiritualmente malo. Además, cuando el faraón le dijo a Iosef que había escuchado que él podía interpretar sueños, él corrigió con descaro y en público el error del faraón, diciendo que sólo Dios interpreta los sueños. El tema es que Iosef decía y hacía lo que estaba seguro que Dios quería de él, a pesar de la presión social para que hiciera lo contrario. Esto es lo que significa estar por encima del ain hará.

Desde esta perspectiva, todos podemos ser inmunes al mal de ojo. Cuando otros tratan de presionarnos para alejarnos de lo que es correcto ante los ojos de Dios, podemos mantenernos firmes y fuertes, y atrevernos a resistir el fuerte impulso de buscar la aprobación de los demás.

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