Crecimiento personal
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No necesitas que te disparen para pensar en la mortalidad. Reflexionar sobre la muerte te inspira a vivir tu mejor vida.
“0 – 2”.
Ese fue supuestamente el desafiante tuit del expresidente Trump poco después de un intento de asesinato contra su vida esta semana, el segundo en menos de tres meses.
La primera vez, Trump estuvo a centímetros de perder la vida y, aunque la segunda vez el asesino no logró disparar, Trump no pudo evitar sentir que había escapado de la muerte nuevamente.
Pero no es necesario ser el blanco de asesinos para preocuparse por la mortalidad. Muchas personas experimentan una 'alarma de mortalidad' a mitad de su vida, desencadenada por la pérdida de un padre, un diagnóstico, una experiencia cercana a la muerte o simplemente por el miedo a envejecer. A medida que envejecemos (y para algunos incluso en la juventud), cuando pensamos en los peligros de este mundo, la incertidumbre de la vida, el riesgo de enfermedades, desastres naturales, ataques terroristas y más, es difícil no pasar la vida pensando en la muerte eventual.
Mientras que enfrentar la mortalidad y contemplar la fragilidad de la vida puede ser debilitante y generar ansiedad, también puede ser enormemente motivador e inspirador.
El Talmud enseña (Berajot 5a):
Rabí Shimon ben Lakish dijo: Uno siempre debe poner su buena inclinación por sobre su mala inclinación... Si uno logra someter su mala inclinación, excelente, pero si no lo logra, debe estudiar Torá... Si con eso logra someter su mala inclinación, excelente; si no, debe recitar el Shemá... Si con eso logra someter su mala inclinación, excelente; si no, debe recordarse a sí mismo el día de la muerte.
Como seres humanos con un alma animal, nos sentimos atraídos por el mundo material y físico que nos rodea. Luchamos con deseos, impulsos y apetitos que nos tientan incansablemente. Los Sabios del Talmud enseñan que cuando sentimos que estamos en las garras de nuestro alter ego, nuestro impulso animal y mal instinto, debemos seguir una fórmula. Primero, trata de mostrar disciplina, emplea tu inclinación positiva. Si no tienes éxito, estudia Torá para conectarte y calmarte. Si eso no funciona, recita el Shemá y contempla ante Quién debemos rendir cuentas. Si aún estás tentado, luchando y al borde de ceder, el último recurso es contemplar el día de la muerte.
Pensar en tu mortalidad, considerar la finitud de la muerte, sirve para recordarte vivir la vida al máximo. Tal vez por eso Iom Kipur, el día más sagrado del año, está lleno de referencias a la muerte. Usamos un kittel, la prenda blanca con la que literalmente seremos enterrados, leemos la porción de la Torá Ajarei mot, 'Después de la muerte' de los dos hijos de Aarón, y leemos sobre los diez santos mártires asesinados por los romanos. Recitamos el vidui, la confesión que también se dice en el lecho de muerte. Nos abstenemos de comer, beber y de los placeres físicos, como si ya fuéramos solo un alma sin cuerpo. El Talmud dice que Iom Kipur y la muerte expían nuestros errores.
Enfrentar la mortalidad significa considerar la pregunta: ¿qué cosas están en tu lista de deseos? ¿Qué quieres lograr o experimentar antes de que sea demasiado tarde?
Iom Kipur, como cualquier encuentro con la muerte, nos impulsa hacia la plenitud de vivir. No debería ser el día más deprimente del año, sino más bien el más feliz, si lo usamos para inspirar nuestro mejor año, un año en el que tachemos cosas de nuestra lista de deseos.
Enfrentar la mortalidad significa considerar la pregunta: ¿qué cosas están en tu lista de deseos? ¿Quieres ganar un millón de dólares o marcar una diferencia? ¿Tu lista incluye terminar una serie de televisión o terminar el Talmud? ¿Pasar tiempo de vacaciones o viajes o pasar tiempo con tu pareja e hijos?
Una vez que identifiques lo que está en tu lista, pregúntate, ¿qué te detiene para hacerlo?
No necesitas que te disparen para pensar en la mortalidad. Considerar la muerte debería inspirar nuestra mejor vida. Escribe tu lista de deseos y, lo más importante, empieza a cumplirla.
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