Iom HaZicarón, Día del Recuerdo…

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Individuos, héroes, con historias, con familias, que murieron por la realización de un ideal.

4 de Iyar, 6:00 a.m. Suena el despertador de Iosef, un ciudadano israelí de Petaj Tikva de alrededor de 50 años.

Abre los ojos, recita sus oraciones matutinas, se lava las manos y ayuda a su esposa Miriam a incorporarse y sentarse en la silla de ruedas pues sus piernas fueron heridas en un ataque terrorista mientras viajaba en un bus en Yerushalaim cuando fue a visitar a su amiga Rajel.

Iosef se prepara para salir de la casa con la rutina de todos los días, pero hoy es un día diferente. Es Iom HaZicarón, el día en que se recuerda a todos los soldados, a las soldadas, a todo el personal militar que ha entregado su vida para que el Estado de Israel sea una realidad; también se conmemora a todos aquellos individuos que fueron afectados por ataques terroristas.

Hoy es el día en que todos recuerdan lo que él, Iosef, vive día y día. Ver a su esposa lastimada físicamente, sentada en una silla de ruedas y herida emocionalmente por la experiencia vivida en aquel bus… Vivir sin su hijo Aharón que murió a los 19 años al cumplir sus años de soldado en el Tzahal, el ejército israelí.

Así como Iosef, muchos otros ciudadanos israelíes viven o han vivido estas tragedias, ya sea con familiares, con amigos, con vecinos, con colegas, con socios, con comerciantes. En Israel todos son familia y todos viven y sienten lo de los demás.

4 de Iyar, 10:00 a.m. Iosef maneja su auto con Miriam a su lado para ir a su trabajo, a atender la florería que ambos tienen en el centro comercial, un local lleno de flores que adornan y alegran, pero hoy se utilizarán para custodiar las tumbas de todos aquellos que perdieron su vida para que exista Éretz Israel. Y de repente… se escucha la sirena, la misma que suena en todo el país. Silencio absoluto, nadie se mueve… Iosef detiene su auto y baja de él, pero Miriam no puede, no consigue mover sus piernas para bajar a rendirle honor a su hijo y a todos los hijos, hijas, padres, madres, hermanos, hermanas...

Termina la sirena, ese sonido ensordecedor que simboliza dolor, tragedia, peligro.

Iosef y Miriam llegan a la florería. Acomodan las flores y en esta ocasión, las regalan a todos los que vienen, para que las puedan llevar al cementerio. Ellos también, toman un ramo de Nuriot y las llevan al cementerio.

4 de Iyar, 11:00 a.m. Se lleva a cabo la recitación pública de oraciones en los cementerios militares.

Iosef y Miriam están presentes frente a la tumba de Aharón que a los 19 años perdió la vida, que ya no existe más… y le colocan flores junto a su nombre. Otro ser humano que separa su alma de su cuerpo y que deja su nombre en una lápida. Otro ser humano que se fue defendiendo a su país y ya no está. Otro más de tantos otros.

Iosef se agacha para abrazar a Miriam que está sentada en esa silla que la sostiene, que la acoge para no sucumbir. Ambos lloran, lloran por su hijo y recuerdan

Regresan a casa y se sientan juntos a platicar a rememorar. Ven la tele, escuchan el radio ya que durante todo el día se emiten programas que retratan las vidas y los hechos heroicos de los soldados caídos, entre ellos su Aharón, su hijo querido que forma parte de una larga lista de soldados caídos que cada año es más y más larga.

Individuos, héroes, con historias, con familias, con futuros truncados que murieron por la realización de un ideal, del establecimiento y mantenimiento del Hogar Judío. Por el bienestar y seguridad de todos los judíos y por la integridad nacional de Éretz Israel.

Iosef, Miriam y Aharón son nombres creados por la imaginación, pero su historia representa la de tantos y tantos israelíes…

Todo ciudadano de Éretz Israel tiene a quien recordar, a quien honrar. Todos se unen en el dolor, en el duelo, puesto que junto con la fuerza y lucha del personal militar integrado por jóvenes desde 18 años hasta hombres y mujeres maduros que dedican su vida a defender, también existen los civiles que en días cotidianos como cualquier habitante de un país libre y democrático fueron heridos o asesinados por ataques terroristas, perpetuados por aquellos que no aceptan que exista este maravilloso país formado por residentes extraordinarios que quieren vivir libremente en su hogar, en el Estado Judío, en Éretz Israel.

En Iom HaZicarón no es sólo la familia que está de luto por el soldado caído, por la víctima del terrorismo. Son todos. Todos los judíos de Éretz Israel. Todos los judíos del mundo.

Y mañana, 5 de Iyar, “Iosef”, como todos los israelíes se despertará para festejar la existencia del Estado de Israel:

¡Iom Haatzmaut!

 

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