Ir más allá de la letra de la ley

27/07/2025

4 min de lectura

Devarim (Deuteronomio 1:1-3:22 )

El Talmud nos enseña que el Beit Hamikdash fue destruido porque las personas eran demasiado rigurosas entre sí, trataban a su prójimo conforme a la letra estricta de la ley.(1) Esto resulta difícil de comprender. ¿Acaso ir más allá de la letra de la ley no es una actitud meritoria o piadosa? ¿Por qué no hacerlo merecería un castigo tan severo? ¿Por qué el pueblo judío fue tratado con tanta dureza por ser exacto con los demás?

Para responder, primero debemos identificar en la Torá la fuente de este principio. En la parashá Vaetjanán, la Torá dice: “Y harás lo recto y lo bueno a los ojos de Hashem, para que te vaya bien y heredes la tierra que Hashem juró a tus padres”.(2) De aquí aprendemos la necesidad de no ser estrictos en asuntos legales y de renunciar a lo que es nuestro por derecho en ciertas situaciones.

Por ejemplo, una persona encuentra un objeto perdido que, según la ley judía, tiene permitido conservar. Sin embargo, conoce la identidad del dueño original. Nuestros Sabios enseñan que, a pesar de que técnicamente puede quedarse con ese objeto, debe devolverlo.(3)

Otro ejemplo: cuando una propiedad está en venta, los posibles compradores deben dar prioridad al vecino más cercano, ya que es quien más beneficio obtendría de dicha propiedad.(4)

Existen muchas situaciones en las que uno debe actuar más allá de la letra de la ley. El Rambán escribe que la Torá no detalló todos los casos explícitamente, sino que a través de este versículo nos enseña que debemos esforzarnos constantemente por tratar a los demás con comprensión y no aferrarnos a la rigurosidad legal en cada caso.(5)

No tratar a los demás con benevolencia más allá de lo exigido por la ley revela una falla profunda en la actitud de servicio a Dios. Rav Itzjak Berkovits, Rosh Yeshivá de Aish HaTorá, enseña (basado en el Rambán) que esta exhortación a hacer “lo recto y lo bueno” es el equivalente interpersonal del mandamiento de “Kedoshim Tihiyu” (Sean santos), que aparece en la parashá Kedoshim. Allí, el Rambán explica que una persona puede cumplir todas las mitzvot y aún así ser un “menúval birshut haTorá” – un depravado con permiso de la Torá. Es decir, no transgrede ninguna mitzvá, pero no busca elevarse espiritualmente en aspectos como comer, dormir o su conducta personal.

Él cree en la autoridad de la Torá, pero no adopta la visión integral de la Torá; no tiene interés en elevarse espiritualmente y, en su lugar, desea satisfacer sus deseos físicos y alcanzar la riqueza. Debido a su reconocimiento de la verdad de la Torá, nunca cometerá pecados deliberadamente. Sin embargo, no mostrará interés en elevarse en áreas en las que no está técnicamente obligado a hacerlo.

Del mismo modo, en las relaciones humanas, alguien puede seguir todas las leyes de la Torá, pero carecer del deseo de internalizar los valores que subyacen en ellas. Así, si bien se atiene siempre a la ley, aprovechará cualquier oportunidad técnica para beneficiarse económicamente, sin preocuparse por el daño que pueda causar a otros.

La Torá nos dice que esa actitud es un grave error. Por eso nos instruye: “haz lo recto y lo bueno” — trata a los demás con misericordia y flexibilidad, no con frialdad legalista. Debemos desarrollar un genuino amor al prójimo y tratarlo como quisiéramos que nos traten: con compasión y generosidad. Por eso, por ejemplo, si alguien ha perdido un objeto valioso uno debe devolvérselo, aunque no esté obligado a hacerlo. Si un pobre nos debe una gran suma, debemos actuar con comprensión y flexibilidad en lo posible.

Esto nos ayuda a entender por qué el castigo fue tan severo cuando los judíos se trataron con frialdad legal: no comprendieron la enseñanza de “hacer lo recto y lo bueno”, y actuaron de un modo opuesto al espíritu de las relaciones humanas que promueve la Torá.

Los comentaristas también señalan otra dificultad: el Talmud dice que el Templo fue destruido porque las personas eran rigurosas entre sí, pero otros textos rabínicos mencionan causas como asesinato, idolatría, inmoralidad y odio gratuito.(6) Rav Itzjak de Volozhin respondió a esta aparente contradicción al ser testigo de un incidente real.

En vísperas de Iom Kipur, alguien fue a pedir perdón a otra persona por haberla calumniado, pero la víctima se negó a perdonarlo, citando la ley que dice que uno no está obligado a perdonar la calumnia. Rav Iitzjak le preguntó sobre la contradicción entre las fuentes rabínicas y le explicó que, efectivamente, los pecados graves causaron la destrucción del Templo. Sin embargo, los Sabios enseñan que si las personas se tratan con generosidad y van más allá de la ley, entonces Dios actúa “medida por medida” y perdona incluso los pecados más graves. Pero si Dios ve que las personas actúan con rigidez y exigencia entre ellas, Él también actúa con rigor y no perdona los demás pecados.

Rav Itzjak le dijo al hombre: “Si tratas a tu prójimo con tal exactitud, espera que Dios te trate de la misma manera”. El hombre entendió el mensaje y perdonó al que lo calumnió.(7)

Que todos podamos tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, y que Hashem nos trate de la misma forma.


  1. Bava Metzía 30b
  2. Vaetjanán 6:18
  3. Bava Metzía 30b
  4. Bava Metzía 108a. Esto se conoce como "Din debar metsra"
  5. Rambán, Vaetjanán Ibid.
  6. No está claro a cuál Templo se refiere el Talmud en Baba Metzía
  7. Muchos otros comentarios explican esta Guemará de forma similar a Rav Itzjak, incluyendo al Maharal, Ben Iehoiada y el Jafetz Jaim.
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