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La bandera de Israel da testimonio de nuestra milagrosa misión, aún no concretada.
Cuando visité por primera vez Israel era un joven de 24 años, un norteamericano orgulloso que adoraba la estatua de la libertad y el 4 de julio. Me impresionó ver flamear banderas israelíes en todas partes, desde los edificios gubernamentales hasta las casa privadas y las ieshivot. Después, al estudiar Torá y seguir las huellas de Abraham y del rey David, comencé a valorar de qué manera esa bandera (con su estrella de seis puntas y sus dos franjas azules) representaba un ideal floreciente, sin paralelo en la historia humana.
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