[Historia Judía #6] Itzjak y sus hijos

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La historia se repite: La huella que dejaron Abraham, Itzjak y Yaakov, quedará para sus descendientes.

No nos vamos a dedicar en esta instancia a relatar las historias de la vida de Itzjak. En cambio, en lo que sí nos enfocaremos es en analizar los patrones que fueron fijados para el resto de la historia judía, ya que como mencionamos anteriormente, “las acciones de los padres son una señal para los hijos”.

Repeticiones

Uno de los patrones más grandiosos que se pueden ver con Itzjak es la repetición de una situación que Abraham también enfrentó. El libro de Génesis (capítulos 20 y 21) relata que Abraham fue a la tierra de los filisteos y vivió entre ellos durante un determinado período de tiempo, en el cual enfrentó alguno problemas – como por ejemplo, el hecho de que ellos trataron de tomar a su esposa, Sara.

Unos años después (Génesis, capítulo 26), Itzjak enfrentó la misma situación: Él se encontraba viviendo entre los filisteos en alguna parte de la zona costera de Israel, cuando de pronto, ellos trataron de tomar a su esposa, Rivka. Incluso sus sirvientes comenzaron a tener problemas con los sirvientes de Abimélej, el rey de los filisteos.

¿Y qué ocurrió eventualmente? Los filisteos se pusieron celosos del éxito de Itzjak y lo expulsaron, a pesar de que, como relata la Torá, éste no había hecho nada para merecerlo. Adicionalmente, los filisteos taparon todos los pozos que Itzjak había cavado (1) – un acto ilógico dado el alto valor que tiene el agua en el clima árido del medio oriente, y la dificultad que implica excavar pozos (esto demuestra un patrón que se repite con frecuencia: el antisemita que se lastima a sí mismo en un esfuerzo por borrar la presencia judía. Hay muchos ejemplos de ciudades europeas que expulsaron a los judíos y luego, dándose cuenta de la pérdida, ¡los invitaron a regresar! La ciudad de Espira, en Alemania, lo hizo al menos tres veces en el siglo 15).

Pero entonces ocurre algo interesante – Abimélej va tras Itzjak y le dice: “Veo que prosperamos debido a ti”. Porque una vez que Itzjak se marchó, las cosas se fueron cuesta abajo para los filisteos. Su economía declinó, nada anduvo bien y los filisteos finalmente se dieron cuenta de que todo era por los judíos. Entonces, el rey le ofreció un acuerdo y le pidió a Itzjak que regresara.

Este es el gran patrón de la interacción judía con los no judíos a lo largo de la historia. Los judíos a menudo son en un principio invitados al país, al cual le va increíblemente bien debido a su contribución (ver la bendición de Dios a Abraham en Génesis 12:2-3). Luego, sin razón – no estoy al tanto de prácticamente ningún ejemplo en la historia en que los judíos hayan hecho algo que causara que fuesen odiados del modo en que lo han sido – el país decide expulsarlos, estropeando su propia economía en el proceso. Entonces, los judíos son expulsados y el país sufre. Esto es lo que ocurrirá una y otra vez. Es algo sumamente irracional, pero sin embargo, es un patrón que se repite frecuentemente. Quizás se podría decir que esta es la relación de amor y odio más grande del mundo, en donde el mundo no judío oscila entre "no puedo vivir con ellos” y “no puedo vivir sin ellos”.

Los Mellizos

Itzjak está casado con Rivka. Rivka está embarazada de mellizos, quienes comienzan a pelear incluso desde el útero; es un embarazo difícil para Rivka. Desde que nacen, hay rivalidad entre ellos. ¿Y cuáles son los nombres de estos mellizos? Yaakov y Esav.

A pesar de que son mellizos, Yaakov y Esav tienen personalidades totalmente diferentes, y no sólo eso, sino que además difieren en su aspecto físico. La Torá describe a Esav como peludo y a Yaakov de piel suave. Esav es un cazador, un hombre de acción. Yaakov es un erudito; es más un hombre de pensamiento que de acción.

También queda claro en la narrativa que Itzjak tiene preferencia por Esav, quien es el primogénito de los mellizos. Pese a que Esav es sólo un par de minutos mayor, esto es sumamente relevante cuando se trata de quién heredará el mando familiar. Probablemente Itzjak entiende que Esav es un hombre de acción – un hacedor – y para cambiar el mundo se requiere ese tipo de personalidad. Por otro lado, Yaakov es descrito como un ser puro y espiritual. No es tanto un hombre de acción, sino que es más bien es un intelectual.

Rivka tiene un claro favoritismo por Yaakov. La Torá dice que las mujeres tienen biná ieterá, una inteligencia intuitiva adicional. No cabe duda que ella ama a Esav, pero también ve que hay algo malo en su personalidad. Puede que Esav tenga “mucha labia” (es un gran orador) y es posible que pueda engañar a su padre, pero su madre ve a través de su locuacidad (2).

Si avanzamos en la narrativa, llegamos a la historia en la que el anciano y ciego Itzjak, decide darle a cada uno de sus hijos una bendición, y por supuesto, quiere darle una bendición especial a su primogénito Esav.

Cuando un gigante espiritual como Itzjak le da una bendición a alguien, esa bendición tiene un poder enorme que puede generar un gran impacto no sólo en quien la recibe, sino también en la historia misma.

A pesar de que Esav no desea realmente la posición de primogénito, con toda la responsabilidad de continuar con la misión de su padre que ésta conlleva, sí quiere la bendición de la riqueza y el poder que viene con la misma. Pero Rivka se da cuenta de que la bendición tiene que ser para Yaakov, porque él está dispuesto y es capaz de cambiar el mundo de la misma forma que lo hizo Abraham.

Entonces, mientras Esav está lejos cazando algo para la cena de su padre, como preludio para recibir la bendición, ¿qué hace Rivka?, cubre los brazos de Yaakov con piel de cabra para que parezcan peludos como los de Esav. E Itzjak, quien está ciego, es engañado.

Los Símbolos

Es un error leer las historias de la Torá sólo en un nivel simplista o como la leería un escolar. Esta no es simplemente la historia de un hombre anciano y ciego que es engañado por su esposa y su hijo. Hay cosas muy profundas ocurriendo aquí.

Cuando Yaakov se acerca a Itzjak simulando ser Esav, Itzjak acota:

La voz es la voz de Yaakov, pero las manos son las manos de Esav” (Génesis 27:22).

¿Qué simboliza “la voz”? El habla es una característica exclusivamente humana. Los animales pueden comunicarse, pero no pueden hablar o comunicar ideas abstractas. Por esto, el lenguaje representa la espiritualidad y el intelecto. Más adelante en nuestra historia, a Yaakov se le cambiará el nombre por Israel (Génesis 32:29) y sus hijos crearán la nación judía. Por ende, la voz es símbolo del poder real del pueblo judío – su espiritualidad y su intelecto.

Golda Meir dijo una vez que estaba enojada con Dios por haber hecho que los judíos vagaran 40 años en el desierto para luego traerlos al único lugar en el medio oriente que no tiene petróleo. Pero ese es precisamente el punto – la Tierra de Israel es débil en lo que a recursos naturales se refiere; el pueblo de Israel es su mayor recurso natural. Su intelecto, iniciativa y espiritualidad les ha dado una ventaja que no sólo les ha permitido durar más que los grandes imperios de la historia, sino también impactar en el mundo de forma desproporcionada en relación a su pequeñez. La voz Yaakov representa el poder espiritual del pueblo judío.

La mano simboliza el poder de la acción, de la fuerza y de la espada (es interesante notar que la mano humana también es única. Otros primates no tienen el mismo tipo de dedos y por lo tanto carecen de la destreza humana).

Esav, quien representa el poder de la fuerza y la espada, originará, mediante sus descendientes, el imperio romano o “Edom”, como lo llama la Torá. El poder de Roma yace claramente en su habilidad de conquistar, dominar y construir un imperio. Incluso después de su deterioro y caída, el espíritu y el poder de Roma se prolongarán por medio del surgimiento de occidente y de los imperios europeos. Y, por supuesto, son los romanos (como la iglesia católica romana) los que convirtieron al mundo al cristianismo, la otra gran fe monoteísta.

Entonces, en Esav vemos otro ejemplo de una ramificación de los hijos de Abraham que, al igual que Ishmael, no continúa con la misión, pero igualmente se convierte en una gran potencia mundial, tanto física como espiritual.

Aunque la rivalidad entre Itzjak e Ishmael (los judíos y los árabes) es muy intensa, ellos son sólo medios hermanos. Yaakov y Esav en cambio, son mellizos que comparten el mismo material genético. Se entiende que esta rivalidad (Israel y Occidente) es la más importante de la historia. No es nada menos que una lucha cósmica. Estos dos – Yaakov y Esav – comenzaron peleando en el útero y seguirán peleando a lo largo de toda la historia. La batalla continúa hasta hoy, y no terminará hasta la batalla final, la cual ocurrirá durante la era mesiánica. Nunca ha sido una pelea pareja: Esav siempre será más fuerte desde un punto de vista físico, pero el pueblo judío tiene fortalezas y recursos internos, y un destino que finalmente lo conducirá al triunfo y al retorno de la humanidad a Dios.

Amalek

Los descendientes de Abraham no pueden evitar ser grandiosos; incluso si no se convierten en judíos, se convierten en pueblos que causan un gran impacto en el mundo. De hecho, los mayores enemigos de los judíos vienen del interior de la propia familia.

¿Quién es el mayor enemigo del pueblo judío en la historia? La nación de Amalek. Este es el pueblo que epitomiza el mal y la rebelión en contra de Dios. Hay un mandamiento en la Torá de “eliminar a Amalek de la faz de la tierra”. Con ellos no hay concesiones. Es una pelea hasta el fin. Es una nación cuyo odio patológico hacia los judíos es tan grande que no tendrán piedad alguna. Si tuvieran la oportunidad, borrarían a los judíos de la faz de la tierra.

Amalek es el nieto de Esav, hijo de Elifaz (ver Génesis 36:1-15). De este individuo llamado Amalek luego surgirá la nación amalekita, el archienemigo del pueblo judío (hablaremos de Amalek muchas veces más en estos artículos, a medida que sus descendientes emerjan en la historia para pelear contra los judíos).

Rabí Shimón bar Iojai, quien escribió el mayor tratado de cábala, el Zóhar, hace 2.000 años, dijo que “Es una ley sabida que Esav odia a Yaakov” (3). Esas son, por así decirlo, las leyes espirituales de la realidad que describen la interacción entre los judíos y los descendientes de Esav. Este profundo odio está sumamente inserto en la conciencia colectiva de los descendientes de Esav, y se concentra especialmente en los descendientes de Amalek. Como veremos luego, la nación de Amalek hoy en día no se puede identificar, pero su espíritu aún sigue vivo. El entender la relación y rivalidad entre Yaakov y Esav significará entender el antisemitismo que se encuentra profundamente enraizado en las naciones que emergieron de Roma. Sin importar lo que ocurra, los descendientes de Esav odiarán a los judíos (4).

Entonces, tenemos una confrontación entre Esav y Yaakov. Yaakov roba la bendición, y luego aparece Esav, descubre lo que sucedió y el patriarca Itzjak se da cuenta que ha sido engañado. Sin embargo Itzjak no está enojado, porque ahora ve que Yaakov es capaz de actuar y puede continuar con la misión.

Rivka, al oír los planes de Esav de matar a su hermano, envía lejos a Yaakov. Le dice que vaya rápidamente donde su tío, que vive en Jarán (hoy situada en Turquía).

El Sr. Blanco

En Jarán vive Labán – labán, en hebreo significa “blanco” – el hermano rufián de Rivka. Nunca confíes en alguien llamado Sr. Blanco, ya que resulta ser cualquier cosa menos alguien puro; el Sr. Blanco es uno de los más grandes villanos de la Torá. El primer miembro de su familia con quien se encuentra Yaakov es su prima, y desde ese primer encuentro se da cuenta que ella es su alma gemela. Luego quiere casarse con ella – con Rajel – pero no tiene dinero, por lo que Yaakov ofrece a Labán trabajar siete años por su mano. Al final de los siete años, Labán reemplaza a Rajel por su hermana mayor, Lea, y demanda que Yaakov trabaje otros siete años para casarse con Rajel. Al final, Yaakov termina con cuatro esposas – Lea, Rajel y las criadas de estas: Zilpá y Bilá. De esas mujeres vendrán 13 hijos, 12 varones y 1 mujer.

A diferencia de las generaciones previas, donde un hijo se fue en una dirección diferente y no siguió los pasos de Abraham, todos los hijos de Yaakov estarán totalmente dedicados a la misión. Son el núcleo – una extensa familia que formará la nación que cambiará al mundo.

A pesar de los intentos de Labán de mantenerlo dependiente y trabajando por pocos centavos, Yaakov se las arregla para acumular una gran fortuna; ver su metamorfosis es fascinante: Comienza totalmente recto y puro (algo así como el peor candidato para una partida de póquer). Es forzado a interactuar con los personajes más estafadores de la Torá. Al final, desarrolla exitosamente las habilidades necesarias para sobreponerse a los desafíos presentados tanto por su hermano como por su tío/suegro. Este es otro gran patrón en la historia judía. Durante la larga diáspora, los judíos se encontraron constantemente en desventaja, marginados económica y políticamente, con las manos atadas. Para sobrevivir, los judíos han tenido que aprender a ser muy ingeniosos y creativos. La historia ha probado que, a pesar de que las circunstancias siempre han sido desfavorables, cuando se les dio la mínima oportunidad a los judíos, les fue notablemente bien, incluso en un ambiente hostil.

Luego, Dios le dice a Yaakov que debe retornar a la Tierra de Israel porque tiene una misión. Tal como Abraham sabía que Israel era el único lugar donde el potencial judío podía ser alcanzado, así mismo Yaakov se da cuenta de que es el único lugar en el que se puede estar. A pesar de su miedo constante ante una represalia por parte de Esav (aunque ya habían pasado 20 años), reúne a su familia y sus pertenencias y vuelve a casa.

El Reencuentro

Y esto nos lleva a otra escena que se convierte en un patrón poderoso en la historia judía. El momento en el que se reencuentran Yaakov y Esav.

A medida que vuelve a casa, Yaakov escucha que Esav está camino a reencontrarse con él, y que lleva consigo un ejército de 400 hombres. Como respuesta, siempre utilizando su cerebro, Yaakov pone en práctica una estrategia multifacética para protegerse de cualquier eventualidad: Primero, se prepara para la guerra dividiendo a su familia en dos partes (en caso de que una sea atacada, la otra mitad sobrevivirá). Luego busca el camino diplomático, enviándole a Esav muchos regalos. Finalmente reza, ya que entiende que el resultado final del encuentro está en manos de Dios.

Sabemos que nuestros sabios creen fuertemente en el concepto de que las acciones de nuestros padres son una señal para los hijos. Por esto, hace dos mil años, cuando tenían que interactuar con los oficiales romanos, primero estudiaban la historia del reencuentro de Yaakov con Esav. Ellos sabían que la estrategia de Yaakov era la clave para el éxito en la interacción con Roma.

Finalmente Yaakov y Esav se encuentran. Esav no trata de matar a su hermano, a pesar de que es muy claro que lo sigue odiando (5). En cambio, invita a Yaakov a viajar junto a él, lo que es sin dudas una oferta para eventualmente vivir juntos (es interesante especular lo que podría haber sido el poder espiritual/intelectual de Yaakov unido con el poder físico de Esav). Yaakov no está interesado en la oferta; sin duda está consciente de que Esav sigue guardando una profunda enemistad hacia él.

Le dice a Esav “Sigue adelante. Te alcanzaré luego”. Sin embargo, nosotros sabemos por la narrativa que Yaakov nunca va al monte Seir a vivir con Esav. ¿Cuál es el significado profundo que hay detrás de esta declaración?

Rashi, el gran comentarista bíblico (6), pregunta: “¿Y cuando irá Yaakov con Esav?”. Rashi cita al profeta Ovadia quien dice: “Un redentor vendrá de Tzión para juzgar la montaña de Esav”. Esta es una clara alusión a la era mesiánica, época en la que incluso los descendientes de Esav retornarán a Dios y reconocerán el rol único que ha tenido el pueblo judío en la historia. En efecto, Yaakov, representando la gran fuerza intelectual y espiritual en la historia humana, le está diciendo a Esav, la gran fuerza física: “Te doy permiso para que vayas y domines la historia humana de una forma física. Pero al final de los días, cuando el ‘el león se recueste con el cordero’, entonces nos reuniremos. Y los judíos estarán ‘por encima’” (7).

Este “final de los días” se refiere a la era mesiánica, cuando el mundo entero seguirá la guía judía, reconocerá que hay un Dios y vivirá con un estándar de moralidad, en paz y hermandad. La misión judía será entonces cumplida, pero mientras tanto, Esav estará al mando.

La lucha final en la historia será entre las ideas judías y las ideas que Esav y su cultura han creado. Las fuentes judías describen que esta es una batalla cósmica y que es un tema fundamental en la historia judía. El Talmud utiliza la analogía de Cesárea (la capital administrativa romana de Israel, construida en la costa de Israel hace más de 2.000 años por Herodes el Grande) y Jerusalem para ilustrar esta rivalidad:

Cesárea y Jerusalem: Si alguien te dijera “ambas están destruidas”, no lo creas. Si alguien te dijera “ambas están establecidas”, no lo creas. Pero si alguien te dijera “Cesárea está destruida y Jerusalem está establecida” o “Jerusalem está destruida y Cesárea está establecida” – créelo (Talmud, Meguilá 6a).


(1) Los comentaristas bíblicos aluden al profundo significado que hay detrás de la historia del pozo. Los pozos y el agua son símbolos de la Torá y la espiritualidad. Cerrarlos es símbolo del rechazo histórico de los no judíos ante la misión espiritual/moral de los judíos.

(2) Para un entendimiento más profundo de esta historia, así como de la percepción de Itzjak de sus hijos, ver el comentario del rabino Samson Rafael Hirsch de Génesis, capítulo 27.

(3) Ver: comentario de Rashi a Génesis 33:4.

(4) Esto nos ayuda a entender por qué la Europa iluminista de mitades del siglo 20 pudo explotar en tan profundo y violento antisemitismo durante el holocausto. Esto no significa que todos los que vengan de un país occidental sean antisemitas. Es claro que no es así. La mayoría de la gente hoy en día es una mezcla de muchas razas antiguas.

(5) Ver: comentario de Rashi a Génesis 33:4.

(6) Ver: comentario de Rashi a Génesis 33:14.

(7) Ver: Talmud, Avodá Zará 8b.

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