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Los hombres y mujeres como yo, que no pueden tener hijos, no deben sentir que están incompletos como judíos.
Dice la Torá: "ella es un árbol de vida" (Proverbios 3:18), y la primera mitzvá (mandato Divino) que registra la Torá es el mandamiento de incrementar la vida: "Fructifiquen y multiplíquense" (Génesis 1:28). Este mandamiento tiene un significado especial para los judíos, ya que la Torá se considera la herencia de todo el pueblo judío, un legado que debe ser transmitido a los hijos. De acuerdo con la tradición judía, un hijo no sólo es un regalo de vida, sino también un mensajero de vida, alguien que transmitirá las enseñanzas de la Torá a las generaciones futuras.
Los hombres y mujeres judíos como yo, que no pueden tener hijos, pueden sentir que son judíos incompletos. Hace muchos siglos, el profeta Isaías abordó esta preocupación cuando proclamó el siguiente mensaje Divino a aquellos que no podían tener hijos:
"No diga la estéril: ‘He aquí que soy un árbol seco’".
"No diga la estéril: ‘He aquí que soy un árbol seco’. Porque así dijo el Compasivo a los estériles que observan Mis Shabat, eligen lo que deseo y se aferran Mi pacto. En Mi casa y dentro de Mis muros les daré un lugar de honor y renombre, que es mejor que hijos e hijas; renombre eterno les daré, que nunca terminará". (Isaías 56:3-6)
Las personas sin hijos no deben considerarse a sí mismas como "árboles secos". Si mantienen el pacto y hacen lo que nuestro Creador desea, entonces pueden ser comparados con "árboles fructíferos". El siguiente Midrash amplía esta idea:
Rabí Iehudá Ben Shalom, el levita, dijo que cuando una persona deja este mundo sin haber tenido hijos, se siente afligida y llora. El Santo, Bendito Sea, le dice: "¿Por qué lloras? ¿Es porque no dejaste frutos en este mundo? ¡Has dejado frutos más valiosos que los hijos!" La persona pregunta: "Amo del universo, ¿qué frutos he dejado?" Y el Santo, Bendito Sea, responde: "Los frutos de la Torá, el Árbol de la Vida, como está escrito (Proverbios 11:30): ‘El fruto del justo es un árbol de vida’". (Midrash Tanjuma, Nóaj 2)
Para la persona justa, todo lo que ella hace es un árbol de vida.
Rav Samson Rafael Hirsch, un destacado comentarista bíblico, explica: "Para la persona justa, todo lo que ella hace es un árbol de vida. De cada una de sus acciones surge algo beneficioso y que da vida a su entorno." (Wisdom of Mishle, página 69).
Esta enseñanza puede no brindar consuelo completo a quienes desean poder contribuir a la continuidad de nuestro pueblo teniendo hijos. Sin embargo, la tradición judía enseña que podemos "dar a luz" de otras maneras. El Talmud dice que si alguien enseña Torá al hijo de su amigo, "es como si le hubiera dado a luz," como está escrito (Números 3:1): "Estos son los descendientes de Aharón y Moshé..." El Talmud señala que los versículos que siguen sólo enumeran a los hijos de Aharón, ¡pero la Torá los llama "descendientes" de Moshés y Aharón! Esto es porque Moshé les enseñó la Torá, y de esta manera se convirtió en su padre espiritual. (Sanedrín 19b)
Otro ejemplo es la siguiente declaración talmúdica:
"Quien enseña Torá al hijo de su amigo, es como si lo hubiera hecho, como está escrito (acerca de los discípulos de Abraham y Sará): ‘las almas que hicieron en Jarán’ (Génesis 12:5)". (Sanedrín 99b)
En Jarán, Abraham y Sará fueron maestros y guías espirituales para los hombres y mujeres que buscaban respuestas en su generación. Rashi, en su comentario sobre las palabras "las almas que hicieron", dice que llevaron a las personas "bajo las alas de la Shejiná - la Presencia Divina". Sus enseñanzas dieron nueva vida a esas almas en busca de respuestas, y desde la perspectiva de la Torá, estas son "las almas que hicieron en Jarán."
Todos podemos esforzarnos por emular a Abraham y Sará y convertirnos en padres espirituales para otros.
Al igual que Abraham y Sará, vivimos en una era de hombres y mujeres en busca de respuestas espirituales. Todos podemos esforzarnos por emular a Abraham y Sará y convertirnos en padres espirituales para otros. No es necesario ser un erudito talmúdico para ayudar a llevar un alma "bajo las alas de la Shejiná". Conozco a un hombre soltero que dedica su vida a enseñar a adultos judíos a leer y escribir hebreo (además de enseñarles a rezar del Sidur). Otros abren sus hogares en Shabat y en las festividades judías, proporcionando una experiencia judía significativa.
Enseñar Torá a otros es un mitzvá, un mandato divino que se encuentra en el primer párrafo del Shemá que decimos dos veces al día:
"Y estas palabras que te ordeno hoy estarán sobre tu corazón. Se las enseñarás a tus hijos..." (Deuteronomio 6:6-7).
En su comentario sobre este versículo, Rashi cita la tradición de que "hijos" se refiere a "estudiantes", porque los estudiantes se convierten en los hijos de quien les enseña.
El día 15 del mes hebreo de shvat, conocido como "Tu Bishvat", celebramos el Año Nuevo de los Árboles. En este día se acostumbra comer frutos de los árboles, y recitar la bendición de agradecimiento apropiada antes de comer. Al dar gracias a nuestro Creador por los frutos de los árboles, también debemos dar gracias por la capacidad de producir nuestros propios "frutos", palabras y acciones que pueden nutrir el mundo que nos rodea. De esta manera, nos inspiraremos para aumentar nuestra "cosecha," y así merecer el cumplimiento de la siguiente promesa:
"Los justos florecerán como una palmera datilera, y crecerán altos como un cedro en el Líbano... Aún serán fructíferos en la vejez, vigorosos y frescos serán." (Salmo 92:13-15)
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