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Durante casi dos años, escondido en un ático, Curt Bloch creó cada semana revistas contra los nazis.
Una exposición del Museo Judío de Berlín presentó lo que puede ser la revista más inusual contra los nazis producida durante la Segunda Guerra Mundial. Het Onderwater Cabaret (El cabaret submarino) fue editado en la ciudad holandesa de Enschede y tenía una tirada muy reducida: la mayoría de las semanas se publicaba un solo número, aunque se calcula que muchas personas leían cada edición. La revista se burlaba de los nazis e inspiraba a los lectores con sus atrevidas bromas sobre las más temibles figuras nazis. Cada número incluía poemas ingeniosos e imágenes que invitaban a la reflexión, a menudo hechas en forma de collage.
Una portada de "El cabaret submarino"
El hombre detrás de "El cabaret submarino" era Curt Bloch, un judío alemán que vivía en los Países Bajos. Sorprendentemente, él produjo su revista semanal mientras se escondía en un diminuto ático. Gentiles justos lo mantuvieron con vida a él y a otros judíos. También le llevaron a Curt los materiales que necesitaba para producir su semanario y lo difundieron.
Cuando Hitler fue elegido canciller de Alemania en 1933, Curt Bloch era un empleado judicial de 24 años en la ciudad de Dortmund, al oeste de Alemania. Incluso antes de que eligieran a Hitler, Dortmund ya era un hervidero de odio antijudío. Hogar de poco más de 4.000 judíos (entre más de medio millón de residentes), Dortmund incrementó muy pronto su persecución antijudía tras la llegada de Hitler al poder. Las autoridades locales detuvieron a cientos de judíos, la ciudad dejó de hacer negocios con judíos y los clientes evitaban las tiendas judías. Había voluntarios que se paraban frente a los comercios de propiedad judía para asegurarse que no entrara ningún cliente. Las autoridades locales pegaron carteles en las paredes de los edificios acusando a los judíos de ser "traidores, asesinos, belicistas y profanadores de mujeres".
Batallones de combatientes callejeros nazis saludan a Hitler durante un desfile de las SA en Dormund, Alemania, 1933.
Cuando un compañero de trabajo amenazó con matarlo, Curt supo que había llegado el momento de marcharse. Abandonó su carrera de abogado y se trasladó a Ámsterdam, con la intención de abandonar Europa en cuanto pudiera hacerlo. Al no poder ejercer la abogacía, Curt aceptó un trabajo con un vendedor de alfombras persas y planeó su huida, pero la invasión alemana a los Países Bajos en mayo de 1940 llevó a que nuevamente quedara atrapado en la Europa nazi. En pocos meses, todos los judíos del país tuvieron que registrarse ante las nuevas autoridades alemanas. Curt fue uno de los 25.000 refugiados judíos de Alemania que huyeron a Holanda con la esperanza (frustrada) de encontrar allí seguridad.
Los decretos antisemitas de los nazis encontraron cierta resistencia por parte de los holandeses. Después de que los nazis deportaran a cientos de judíos holandeses que se enfrentaron a los oficiales nazis, los trabajadores de toda Holanda declararon una huelga para protestar contra este terrible decreto. Las huelgas nacionales duraron tres días hasta que los nazis lograron disolverlas. Cuando en abril de 1942 se ordenó a los judíos holandeses llevar una estrella amarilla en la ropa, algunos holandeses se solidarizaron con sus vecinos judíos llevando estrellas amarillas en las que escribieron "católico" o "ario". Durante un tiempo, algunos holandeses trataron con especial amabilidad a los judíos que llevaban la estrella amarilla, hablándoles cordialmente en público y ofreciéndoles sus asientos en el transporte público. Las autoridades nazis, incluidos los funcionarios holandeses colaboradores, respondieron con contundencia, aplastando la disidencia y dando fuerza a los decretos antisemitas.
Los Países Bajos empezaron a deportar judíos en 1942. Para 1943 casi todos los judíos holandeses, unos 107.000, habían sido enviados a campos de concentración y exterminio. Sólo 5.000 sobrevivieron. En 1943, colaboradores holandeses formaron grupos que buscaban judíos escondidos en casas y en el campo. De los aproximadamente 25.000 judíos holandeses que se escondieron de los nazis, cerca de un tercio fueron descubiertos y enviados a campos de exterminio nazis.
La mayoría de los judíos tuvieron que encontrar sus propios escondites, pero algunos holandeses no judíos increíblemente valientes los ayudaron. Como describe Yad Vashem: "De forma espontánea y esporádica surgieron unos pocos grupos de estudiantes y/o círculos eclesiásticos que ayudaron a los judíos a encontrar refugio, especialmente a los niños". Yad Vashem ha reconocido a 5.982 Justos de las Naciones en los Países Bajos, personas que arriesgaron sus vidas durante el Holocausto para salvar vidas judías. Ese número empequeñece a las cifras que hubo en países vecinos (a menudo más grandes), como Bélgica (1.787), Alemania (651), Francia (4.206) o Dinamarca (22).
Uno de esos héroes de los Justos de las Naciones fue un sacerdote de la Iglesia Reformista Holandesa llamado Leendert Overduin, en la ciudad holandesa de Enschede. Junto con unos 50 compañeros de la resistencia, Leendert Overduin formó una organización llamada "Grupo Overduin" que encontró familias locales dispuestas a recibir y ayudar a judíos. Ellos salvaron la vida de mil judíos.
Judíos en Westerbork suben al tren que los deportará a Auschwitz (Yad Vashem)
La empresa de Curt Bloch lo transfirió a Enschede para que escapara de la persecución antijudía en Ámsterdam y La Haya. Allí, Curt empezó a trabajar con el consejo judío local intentando desesperadamente encontrar formas de ayudar a los judíos a escapar. Curt conoció a miembros del "Grupo Overduin", que se ofrecieron a ayudarlo a "desaparecer". Una pareja local, Bertus y Aleida Menneken, accedieron a esconder a Curt, junto con otros dos judíos, en su modesta casa de ladrillo de dos plantas en Plataanstraat 15, en la parte occidental de Enschede. Era muy arriesgado: sus vecinos podían notar cualquier señal de que la pareja estaba protegiendo a judíos.
Curt Bloch
En agosto de 1943, Curt se despidió de una existencia ordinaria en la que podía pasear, salir al exterior o respirar aire fresco. Se escondió en un diminuto espacio bajo el tejado de los Menneken, que compartía con Bruno Lowenberg, de 44 años, y una mujer de 22, Karola Wolf, conocida como Ola. La pequeña habitación tenía una ventana diminuta. Ese fue su hogar durante los dos años siguientes. Los Menneken y una radio serían su único contacto con el mundo exterior.
Curt Bloch se negó a ser silenciado incluso en su claustrofóbico escondite. Escribió abundantes versos, muchos de ellos dedicados a Ola, y canciones en las que se burlaba de los nazis. Los Menneken le llevaban papel, pegamento, bolígrafos y periódicos, y pronto Curt empezó a utilizarlos para crear su propia publicación semanal, "El cabaret submarino". El nombre era una parodia de "El cabaret de las tardes de domingo", un programa en alemán que se emitía todas las semanas por la radio holandesa. La revista de Curt era una parodia de los nazis, llamándolos "asesinos y mentirosos" y prediciendo su derrota final, un movimiento audaz en una época en la que oponerse al régimen nazi podía significar el encarcelamiento, la tortura y la muerte. Cada portada incluía ilustraciones originales, normalmente en forma de collage con imágenes de revistas que le llevaban los Menneken.
"El cabaret submarino" se burlaba a menudo de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi. Un poema típico es este, titulado "El camino a la verdad", sobre Goebbels:
Si escribe recto, léelo torcido.
Si escribe torcido, léelo derecho.
Sí, da la vuelta a sus escritos.
En todas sus palabras útiles se encuentra el mal.
(Traducido de la versión en inglés de Gerard Groeneveld, autor de The Underwater Cabaret: The Satirical Resistance of Curt Bloch, 2023)
Curt produjo un número cada semana. Compartía su revista con Bruno, Ola, los Menneken y otros. El escritor Gerard Groenveld, que investigó la historia de Curt, cree que hasta 30 miembros de la resistencia y judíos escondidos leyeron cada ejemplar antes de devolvérselo a Curt. Eventualmente llegó a producir 95 revistas.
Su último número se publicó en abril de 1945, tras ser liberado por los soldados aliados. El título de la revista fue "Por encima del agua" y muestra un collage de dos figuras saliendo de un escondite. En ese último número, Curt incluyó su único poema en inglés, anticipando la liberación de Berlín por el ejército soviético que se acercaba rápidamente a la capital alemana, y el eventual castigo de Hitler:
En Berlín con nuestros amigos rusos,
El ruiseñor alemán,
Herr Hitler, no canta hoy
Después de algún retraso, siente
Una soga alrededor de su cuello.
Portada del último número
Después de la guerra, Curt descubrió que era el único sobreviviente de su familia. Se casó con otra sobreviviente del Holocausto, Ruth Kan, que había estado en Auschwitz. Se mudaron a Nueva York, tuvieron dos hijos y, con el tiempo, crearon un negocio como anticuarios. Curt rara vez hablaba de sus experiencias en la guerra. Su hija Simone recuerda que a veces leía y enseñaba a sus invitados su preciosa colección de ediciones de "El cabaret submarino", que guardaba en su biblioteca.
Curt murió en 1975, a los 67 años. Durante años nadie leyó su colección de revistas, hasta que su nieta Lucy empezó a aprender alemán e investigó sobre la vida de su abuelo en Alemania. Al leer la extraordinaria colección de revistas de su abuelo, comprendió que se trataba de una importante historia del Holocausto. Lucy y su madre, Simone, empezaron a mostrarla a historiadores y a dar a conocer esta publicación tan especial.
"El cabaret submarino" finalmente recibió la atención que merecía. En febrero de 2024, el Museo Judío de Berlín presentó la colección en una exposición especial que tomó su título de un verso de uno de los poemas de Curt: "Mis versos son como dinamita". "Cada vez que una obra casi completamente desconocida de este calibre sale a la luz, es muy significativo", explicó Aubrey Pomerance, curadora de la exposición. "La inmensa mayoría de los escritos que se crearon en la clandestinidad fueron destruidos. Si no lo fueron, ya salieron a la luz pública. Así que es sumamente emocionante".
Cada semana, durante años, las brillantes obras de Curt Bloch le dieron ánimo a él y a sus compañeros judíos escondidos. Su creatividad y su negativa a dejarse acobardar o silenciar son una inspiración.
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