La bofetada de Will Smith retumbó en todo el mundo

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Tres conclusiones a partir de un incidente impactante

Este año, los premios de la Academia de Hollywood tomaron un giro sorpresivo, y por malas razones.

Todo comenzó con la broma cruel y ofensiva que Chris Rock improvisó antes de entregar un premio. Él se burló de la esposa de Will Smith, Jada Pinkett Smith, quien sufre de alopecia, una condición que provoca que se caiga el cabello. Pinkett Smith se afeita la cabeza. Rock, quien previamente se había burlado de la actriz en un programa televisivo en vivo, dijo: "Jada, te amo. 'Soldado Norteamericano Jane 2', no puedo esperar a verla".

Pinkett Smith hizo una mueca de disgusto. Su esposo Will en un primer momento forzó una sonrisa, pero cuando Rock insistió diciendo: "¡Ese estuvo bueno!", Smith se quebró. Subió al escenario y le dio a Rock una fuerte bofetada. De regreso en su asiento, Smith le gritó dos veces a Rock: "Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu (improperio) boca".

¿Cuáles fueron las consecuencias inmediatas de asaltar a un comediante en una transmisión televisiva en vivo, frente a decenas de millones de espectadores en todo el mundo?

Cincuenta minutos más tarde, Smith recibió una ovación de pie por ganar el Oscar como mejor actor. Lo que debería haber sido un momento brillante que coronara su carrera como actor y rindiera homenaje a la familia de las estrellas del tenis Venus y Serena Williams (Smith interpretó a su excéntrico padre, Richard), se redujo al vergonzoso sollozo de Smith disculpándose con la Academia y la familia Williams, y un pobre intento de justificar sus actos como una forma de proteger a su familia. (Tengo la sensación de que Jada Pinkett Smith sabe cómo defenderse sola, gracias).

Llevó otras 24 horas hasta que Smith finalmente le pidió perdón a Chris Rock por su ataque sobre el escenario. "La violencia en todas sus formas es venenosa y destructiva", dijo Smith. "Mi comportamiento anoche en la entrega de premios de la Academia fue inaceptable e inexcusable. Que hagan bromas a mi costa es parte del oficio, pero un chiste sobre la condición médica de Jada me resultó imposible de soportar y reaccioné emocionalmente. Chris, quiero pedirte perdón públicamente. Mi comportamiento estuvo fuera de lugar y fue erróneo. Me siento avergonzado y mis actos no indican la clase de persona que quiero ser. No hay lugar para la violencia en un mundo de amor y bondad".

El peor dolor

Me parece que podemos sacar varias conclusiones.

Comencemos con lo que hizo Chris Rock. ¿Puedes imaginar cómo te sentirías si alguien te avergonzara en frente de todas las personas que amas y respetas? Magnifica eso al imaginar que se burlan de ti frente a decenas de millones de personas. Ahora imagina que alguien se burla no de ti, sino de la condición médica de uno de tus seres queridos.

Si Chris Rock hubiera comprendido que las palabras de su cruel broma de hecho eran balas, hubiera sido mucho más cuidadoso con lo que disparaba con su boca.

Probablemente no muy bien. Hay buenas razones por las cuales el judaísmo nos ordena no avergonzar a otras personas. El Talmud compara el hecho de avergonzar a otro con el asesinato. Provocar que alguien se sonroje de vergüenza es como derramar su sangre. El Séfer HaJinuj, una obra clásica de la literatura judía del siglo XIII, detalla las razones de los mandamientos, y nos dice que no hay mayor dolor que la vergüenza.

Por alguna razón, la sociedad occidental cree que las celebridades y las figuras públicas pueden ser denigradas y ridiculizadas, que las bromas que destrozan a un actor son "parte del oficio".

Si Chris Rock hubiera comprendido que las palabras de su cruel broma de hecho eran balas, sin ninguna duda hubiera sido mucho más cuidadoso con lo que disparaba con su boca. Will Smith no es el único que debe pedir perdón en este incidente. Chris, el mundo sigue esperando tu disculpa.

Abofetado

Si cualquier otra persona que no fuera un actor de primera línea, idolatrado por admiradores en todo el mundo, hubiera atacado a un cómico arriba del escenario porque un chiste le resultó ofensivo, lo más probable es que el atacante hubiera sido bajado del escenario, que llamaran a la policía y presentaran cargos en su contra.

A pesar de que la broma de Rock fue terrible y sumamente dolorosa, obviamente esa no era razón suficiente para subir al escenario en una transmisión televisiva en vivo y atacarlo con violencia. Todos sabemos que lo que hizo fue erróneo y estúpido.

Pero no caigamos en la trampa de sentir que nosotros somos mejores.

Todos perdimos el control en algún momento. Probablemente no se trató de una bofetada espectacular como la de Will Smith, pero todos corremos el riesgo de dar una bofetada, dejar que nuestras emociones superen a nuestro pensamiento y perder el control. Todos somos susceptibles a gritar cuando nos enojamos.

"En tu momento más elevado, allí es cuando el diablo viene a buscarte"

Denzel Washington dio en el clavo cuando le dijo a Will Smith: "En tu momento más elevado, allí es cuando el diablo viene a buscarte". Sólo tenemos que cambiar la palabra "diablo" por "inclinación al mal", en hebreo iétzer hará, nuestra parte animal cuya tarea es tentarnos constantemente y atacar a nuestra parte más elevada, a nuestra alma. Este conflicto es el que crea el libre albedrío y nunca hay ni un instante de descanso.

Como dijo Denzel, mientras más elevado e importante es el momento, más vulnerables somos al ataque. El Talmud lo explica de esta forma: Mientras más elevada es la persona, más fuerte es su iétzer hará, su inclinación al mal (Sucá 52a). Ese equilibrio mantiene el libre albedrío. La batalla interna nunca termina.

Modelos de comportamiento

La sociedad occidental coloca a los actores y a las celebridades en un pedestal. Posiblemente, hoy en día Will Smith sea el mejor actor del mundo. ¿Qué mensaje transmitió él en la entrega de premios de la Academia? No fue el típico: "Puedes cumplir tus grandes sueños, así que nunca te rindas…"

Su mensaje fue: Resuelve tus problemas a través de la violencia. Está bien perder el control, de todos modos el mundo te seguirá ovacionando de pie.

Nuestros hijos observan y aprenden. Este es un momento educativo. Conversen con ellos sobre lo ocurrido. Y, lo más importante, bríndenles un modelo de comportamiento sano para que puedan imitarlo. Comencemos siendo nosotros, los padres, ese modelo.

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