Gal Gadot gana el "premio nobel judío"
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¿Qué sucedió con el infame criminal de guerra?
Tras el Holocausto, 24 altos funcionarios nazis fueron juzgados en Nuremberg por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El tribunal internacional absolvió a tres de los acusados, cuatro recibieron penas de prisión que iban de 10 a 20 años, tres fueron condenados a cadena perpetua y 12 fueron sentenciados a muerte por ahorcamiento (sólo 10 fueron ejecutados).
Pero los nazis de más alto rango, como Heinrich Himmler, Joseph Goebbels y Adolf Hitler, se suicidaron en lugar de enfrentar el juicio y la ejecución. De los miles de soldados de las SS alemanas, oficiales de la Gestapo y guardias de campos de concentración que realmente cometieron el genocidio contra los judíos europeos, la gran mayoría escapó de cualquier forma de justicia. Mientras que muchos de ellos huyeron de Europa con identidades falsas, otros permanecieron en Alemania, regresaron a sus profesiones previas a la guerra y vivieron el resto de sus vidas como civiles.
Entre los que escaparon, miles llegaron a Argentina, que proporcionó un paso seguro y nuevas identidades a los fugitivos nazis. El ejemplo más famoso es el de Adolf Eichmann, quien organizó el transporte sistemático de millones de judíos desde pueblos y guetos a través de la Europa ocupada hasta sus destinos finales en Auschwitz y otros campos de concentración. Eichmann fue capturado por el Mosad en Buenos Aires en 1960. Durante los nueve días en los que Eichmann estuvo cautivo en una casa segura antes de ser sacado del país, el Mosad trató de obtener información sobre el paradero de otro alto criminal de guerra nazi que se pensaba que vivía en Buenos Aires en ese momento: el Dr. Josef Mengele.
Conocido como el ángel de la muerte, Mengele se unió al partido nazi en 1937 e ingresó en un batallón médico de las SS en 1938. Estuvo activo en el frente oriental, pero debido a una lesión en 1942, fue transferido a Berlín para una reasignación. El mentor de Mengele, Von Verschuer, quien previamente inspiró su interés por la eugenesia, la higiene racial y la transmisión hereditaria humana, lo alentó a solicitar un puesto en los campos de concentración debido a las oportunidades que eso brindaría para la experimentación científica sobre sujetos humanos. Mengele solicitó y obtuvo un puesto en Auschwitz a principios de 1943.
El médico nazi y criminal de guerra Josef Mengele en la ventana de un tren, circa 1945.
Mientras estaba en Auschwitz, Mengele ascendió rápidamente al puesto de jefe médico. Él se tomaba en serio su trabajo de curar a los prisioneros (ya que el trabajo esclavo era esencial para la maquinaria de guerra nazi), pero estableció una regla respecto a que cualquiera que no se recuperara después de dos semanas en el hospital sería enviado a las cámaras de gas sin piedad. Más allá de sus visitas a los barracones del hospital, el orgullo y la alegría de Mengele eran sus experimentos médicos.
Mengele aprovechó su posición como una oportunidad para avanzar en su investigación sobre transmisión hereditaria previa a la guerra mediante la experimentación en humanos. Se centró en judíos con anomalías físicas, enanos, personas con ojos de diferentes colores, y tenía un interés especial en los gemelos. Sus objetivos eran dos: 1) eliminar características indeseables del genoma alemán y 2) descubrir y replicar un código genético para gemelos con el fin de multiplicar una nueva generación de alemanes "racialmente superiores".
Para lograr estos llamados objetivos "científicos", Mengele y su equipo sometieron a sus víctimas judías a amputaciones de extremidades sanas, inyecciones con enfermedades y operaciones en vivo para extraer ojos, corazones y estómagos, todo sin anestesia. La mayoría de sus sujetos humanos murieron y aquellos que sobrevivieron fueron ejecutados para poder hacerles autopsias.
Para reclutar a los individuos adecuados para sus experimentos, Mengele era conocido por participar entusiastamente en el proceso de selección más que cualquier otro oficial de Auschwitz. Cada día, al menos un convoy de trenes (a veces más) llegaba al campo transportando entre 1.000 y 2.000 personas, en su mayoría judíos, que viajaban durante días, a veces semanas, desde toda Europa. Los médicos de las SS debían revisar a la multitud. Los que eran aptos para el trabajo, generalmente hombres y mujeres sanos y sin hijos, eran enviados a la izquierda, mientras que los niños, mujeres embarazadas, mujeres con bebés, ancianos, enfermos y débiles eran enviados a la derecha, directamente a las cámaras de gas. En ese momento, se podían escuchar gritos horribles mientras los miembros de la familia eran separados por la fuerza.
El ochenta por ciento era enviado a las cámaras de gas, el 20% destinado a trabajos forzados y sólo un puñado de cada transporte era elegido por Mengele para los experimentos médicos. El "ángel de la muerte" se enorgullecía mucho de este trabajo e incluso se ofrecía voluntariamente para este rol cuando no estaba oficialmente de servicio.
Después de escapar a Argentina, Mengele continuó practicando la medicina sin licencia, realizando en su mayoría abortos a mujeres jóvenes y adolescentes. Cuando una de sus clientas murió durante un procedimiento, Mengele fue encarcelado temporalmente, pero luego lo liberaron sin cargos. Temiendo que una investigación mayor sobre su identidad pudiera revelar su pasado en la guerra, Mengele huyó de Argentina en 1959 hacia Paraguay, justo un año antes de que el Mosad capturara a Eichmann.
Isser Harel
Cuando Eichmann fue capturado, el Mosad tenía información incorrecta respecto a que Mengele seguía en Buenos Aires. Isser Harel, el director de la agencia, originalmente quería llevar a Eichmann y Mengele juntos en el mismo avión a Israel. Aunque los agentes del Mosad en Buenos Aires intentaron obtener algunas pistas sobre el paradero de Mengele durante el interrogatorio de Eichmann, habrían necesitado investigar más para verificar detalles precisos. Abandonar la casa segura y realizar más actividades de vigilancia probablemente habría puesto en peligro su misión principal, que era sacar a Eichmann de Argentina de manera clandestina y llevarlo a juicio en Tel Aviv. Por lo tanto, el caso de Mengele fue dejado de lado.
Dos años después, Wilhelm Sassen, un exnazi y conocido de Mengele, avisó al Mosad que Mengele había encontrado refugio en San Pablo, Brasil. La agencia de espionaje israelí reclutó inmediatamente a Zvi Aharoni, el investigador principal que había capturado e interrogado a Eichmann dos años antes.
Tras formar un nuevo equipo en San Pablo, una tarde calurosa de julio de 1962 Aharoni vigilaba un camino de tierra cerca de una granja donde decían que se escondía Mengele. De repente pasó un grupo de hombres, uno de los cuales se veía exactamente como el fugitivo nazi. Al analizar sus características faciales, altura, edad y vestimenta, todo coincidía perfectamente con la descripción de Mengele. En una entrevista de 1999, Aharoni dijo que, tras su identificación, estaba seguro de que la agencia pronto daría su aprobación para capturar a Mengele de la misma manera que lo hizo con Eichmann dos años antes.
Pero el mismo día en que esto se informó a Jerusalem, la agencia de espionaje recibió información urgente de que los antiguos científicos nazis estaban siendo reclutados por los egipcios para construir un sistema avanzado de misiles. Como resultado, el proyecto se detuvo abruptamente. Isser Harel, el director del Mosad, movilizó toda la agencia para enfrentar lo que en ese momento parecía ser una crisis urgente.
Amit envió un famoso memorando a los agentes del Mosad en todo el mundo diciendo: “Dejen de perseguir fantasmas del pasado.”
Pocos meses después, Harel fue reemplazado por Meir Amit, quien fue aún más lejos, desviando todos los recursos y la atención de las operaciones de caza de nazis hacia las amenazas de seguridad inmediatas contra el Estado de Israel. Amit envió un famoso memorando a los agentes del Mosad en todo el mundo diciendo: “dejen de perseguir fantasmas del pasado”. En su lugar, Amit, con el apoyo del primer ministro israelí Levi Eshkol, se centró en construir una nueva red de espionaje en los países árabes en los años previos a la Guerra de los Seis Días. Como resultado de la cambiante situación geopolítica en Israel y los recursos limitados, Mengele volvió a escapar.
A lo largo de los años, las amenazas de seguridad continuas junto con el terrorismo palestino transfronterizo, la masacre de Múnich, la Guerra de Iom Kipur y la crisis de rehenes en Entebe, llevaron a que la captura de criminales de guerra nazis que no representaban un peligro inmediato para Israel quedara en último lugar de la lista de prioridades. Todo esto cambió en 1977, cuando Menajem Begin se convirtió en primer ministro de Israel.
A diferencia de los anteriores primeros ministros israelíes, Begin sobrevivió personalmente a la invasión nazi de Polonia y la mayoría de su familia inmediata (incluidos sus padres) fue asesinada en el Holocausto. Por lo tanto, insistió en que la caza de criminales de guerra nazis volviera a ser una prioridad para el estado de Israel. En una reunión privada con Itzjak Hofi, el director del Mosad a fines de la década de 1970, el plan de Begin de rastrear a todos los nazis fue descartado como inviable debido a los recursos limitados y otras necesidades urgentes, pero admitió que había un último objetivo... Mengele.
A pesar del acuerdo, se necesitaron cinco años para elaborar un plan de acción. En 1982, el Mosad volvió a enviar agentes a San Pablo, suponiendo que Mengele seguiría en la zona. El plan era obtener información de Hans Ulrich Rudel, quien fue uno de los pilotos más exitosos de ataque a tierra en la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial. Rudel fue quien ayudó a Mengele a cruzar la frontera de Paraguay a Brasil en 1960. El plan era secuestrar a su hijo de 12 años y amenazar su vida a menos que proporcionaran información que llevara al equipo hasta Mengele. Mientras se contemplaba la ética del plan, Rudel murió por causas naturales.
Rolf Mengele con su padre
Otro plan fue ir tras el hijo de Mengele, Rolf, quien en ese momento vivía en Berlín Occidental. Tanto Rolf como Josef Mengele cumplían años el mismo día. El Mosad asumió que los dos se llamarían ese día, por lo que instalaron equipos de grabación secretos en los teléfonos de la casa y la oficina de Rolf. Cuando llegó el día, no se escuchó nada, sólo silencio. En ese momento, no entendieron el por qué. La razón se hizo evidente más tarde: Mengele había muerto tres años antes mientras visitaba a unos amigos en la ciudad costera de Bertiogo, Brasil. Tras sufrir un derrame cerebral al nadar en la piscina, Mengele se ahogó. Su muerte y entierro se mantuvieron en secreto para proteger a quienes lo habían estado ocultando.
Sólo en 1985 resurgió el interés público mundial por llevar a Mengele a la justicia. Un juicio simulado en Jerusalem reunió decenas de testimonios de personas en las que Mengele realizó experimentos. Posteriormente, los gobiernos de Israel, Alemania Occidental y los Estados Unidos lanzaron una investigación conjunta para descubrir el paradero actual de Mengele. La policía de Alemania Occidental allanó la casa de un amigo de toda la vida de Mengele, Hans Sedlmeier, y encontró correspondencia entre los dos que parecía terminar en 1979. Una carta final de los Bosserts, ex expatriados alemanes que vivían en Brasil, informaba a Sedlmeier sobre la muerte de Mengele. Las autoridades alemanas pasaron la información al gobierno brasileño, que envió a la policía local a interrogar a los Bosserts hasta que finalmente revelaron la ubicación de la tumba de Mengele. El 6 de junio de 1985 (exactamente 41 años después de que las fuerzas aliadas enfrentaran a la Alemania nazi en la invasión más grande por mar de la historia), los restos de Josef Mengele, el ángel de la muerte, finalmente fueron exhumados.
En 1992, los avances en las pruebas de ADN forense confirmaron sin lugar a dudas que el cuerpo era efectivamente el de Mengele. Su esqueleto fue adquirido por la Facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo, donde sus diversas partes y huesos continúan utilizándose como material educativo en los cursos de medicina forense. En un extraño giro del destino, el hombre que realizó sádicos experimentos médicos en seres humanos pasaría la eternidad siendo él mismo un experimento médico. Aunque Mengele escapó de la justicia legal durante su vida, al menos podemos estar seguros de que finalmente, descansa en fragmentos.
Fuentes:
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