¿Qué tiene que ver el año nuevo la champaña y Janucá?

24/12/2024

4 min de lectura

Sal de la burbuja de tu zona de confort.

Levanta tu copa de champaña para brindar por el nuevo año y pregúntate: ¿De dónde vienen las burbujas?

Esas pequeñas burbujas elevándose ininterrumpidamente desde el fondo de tu copa parecen aparecer de la nada y no venir de ningún lugar. Sin embargo siguen apareciendo, como refugiados de un universo paralelo escapando a través de un portal interdimensional, anhelando ser libres.

El misterio de las burbujas de champaña provee un entendimiento más profundo sobre la primera guerra cultural de la historia, la cual culminó en el milagro de Janucá y nos enseña cómo podemos salir victoriosos de las guerras culturales modernas.

Atrapado en las profundidades

Una copa de champaña promedio contiene unos 20 millones de burbujas microscópicas, producidas cuando la fermentación introduce gas carbónico al vino. Las relativamente pocas burbujas que salen a la superficie estallan y liberan su CO2. En cuanto al resto, la distribución uniforme de presión interna en la superficie de cada burbuja mantiene el gas atrapado en su interior y lo hace invisible.

Sin embargo, a lo largo de la superficie interior de la copa, hay minúsculas imperfecciones. Cuando las burbujas entran en contacto con esas diminutas imperfecciones, el más mínimo cambio de presión en el punto de contacto es suficiente para hacerlas estallar. Una vez liberado, el gas de su interior fluye hacia la superficie en una carrera hacia la libertad.

Ahora piensa en la champaña como una alegoría de la vida.

Nunca en la historia hubo una sociedad con más comodidades que las de esta generación. Nuestros hogares tienen un clima controlado dentro de un rango de dos grados. Nuestros autos tienen encendido automático, asientos de cuero que se calientan y centros de entretenimiento. Compramos nuestros alimentos y los regalos para las fiestas haciendo clic con un mouse y esperamos que sean entregados por mensajería o drones. Enviamos mensajes de texto a personas que están en la habitación de al lado porque nos da flojera ir hasta allá.

¿Qué tenemos para mostrar a cambio? Hemos perdido la habilidad de soportar los inconvenientes, los retrasos y los cambios. Una página web que se abre lento, un mensaje de texto que no obtiene respuesta en 15 segundos o una interrupción en nuestro programa de televisión favorito son las crisis de nuestra época, los retos insufribles de nuestra era. Imagina cómo nos las arreglaríamos si tuviéramos que enfrentar las penurias de la Gran Depresión… ni que hablar de Auschwitz o el gulag soviético. La situación de los refugiados de guerra o de los niños que mueren de hambre en el tercer mundo son demasiado horrorosas para que podamos siquiera contemplarlas.

Así que no lo hacemos. Estamos demasiado cómodos dentro de nuestras burbujas, aislados de las realidades frías y duras que la mayoría de los seres humanos han tenido que soportar a lo largo de los siglos. Nos escondemos del resto del mundo, hasta que algo sale a la superficie y revienta nuestras burbujas, dejándonos destrozados y sin aliento.

Nuestro propio potencial de grandeza permanece latente en nuestro interior hasta que nos vemos obligados a enfrentar los bordes afilados de la vida.

Pero deberíamos estar agradecidos de esos pinchazos, grandes y pequeños. Como el gas que permanece atrapado bajo la superficie, nuestro propio potencial de grandeza permanece latente en nuestro interior hasta que nos vemos obligados a enfrentar los bordes afilados de la vida. En vez de intentar escondernos de ellos, tenemos que prepararnos para cuando lleguen inevitablemente.

Altibajos

Esta era la situación en Judea hace 22 siglos, bajo el mandato del imperio seléucida. La cultura prevalente, un legado de la filosofía y los valores griegos, adoraba el idealismo estético. Las líneas refinadas, los silogismos elegantes y la simetría armónica presentaban la máxima expresión de la civilización humana.

Pero también representaban lo más bajo. Allí donde los antiguos griegos veneraban la belleza física e intelectual, abandonaban a los niños con deformidades físicas o deficiencias mentales y los dejaban a morir en los campos. Ellos valoraban la sofisticación filosófica de sus más grandes pensadores menos por su contenido y más por la refinada sofistería de su expresión. Eliminaban sin piedad toda disonancia, como lo hicieron al condenar a muerte a Sócrates, el más grande entre ellos, por el delito de exponer las contradicciones lógicas de sus ideas.

Cautivados por el idealismo cultural de Grecia, los helenistas judíos creían que podían unir su práctica del judaísmo con las formas embellecidas de sus maestros. Pero la filosofía judía exige que desafiemos el estatus quo externo, que empujemos nuestros límites personales hacia afuera incluso cuando nos esforzamos por refinar nuestro compromiso con las tradiciones sobre las cuales se funda nuestra nación. Es una disciplina espinosa, en la que las burbujas no pueden sobrevivir mucho tiempo.

Entonces la cultura de Grecia trató de tragarse el alma del judaísmo. Pero finalmente, los débiles se levantaron contra los fuertes y los pocos prevalecieron ante los muchos. En vez de rendirse a la aparente inevitabilidad de su derrota, los judíos lucharon por sus vidas físicas y espirituales. Al hacerlo, quebraron los límites de lo que parecía posible y liberaron el potencial que hubiera quedado para siempre escondido si los griegos no hubiesen intentado aplastarlo hasta destruirlo.

Y cuando se encendió la chispa de determinación escondida en su interior, esta iluminó la oscuridad del exilio, tal como la diminuta vasija de aceite que milagrosamente duró ocho días, una señal de favor divino porque los judíos se rehusaron a cambiar su identidad espiritual por la comodidad de la superficialidad cultural.

Cuando rechazamos el confinamiento cómodo y luchamos para salir de las burbujas en las que vivimos, no hay límite para los milagros que podemos esperar ver en nuestras vidas cotidianas.

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Veronica
Veronica
1 mes hace

EXCELENTE! Una lectura complementaria que aumenta en detalle lo vivido en los días de los macabeos. Am Israel Jai

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