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Bereshit 49:8: "Iehudá, a ti te reconocerán tus hermanos…"
Targum Onkelos, Bereshit 49:8: "Iehudá, tú admitiste y no te avergonzaste, tus hermanos te reconocerán".
Targum Yonatan, Bereshit 49:8: "Iehudá, tú admitiste en el incidente con Tamar, por eso tus hermanos te reconocerán y los iehudim serán llamados en tu nombre".
Bereshit Rabá, 98:6: "…Rabí Shimon bar Iojai dice [que esto significa]: 'y todos tus hermanos serán llamados por tu nombre. Nadie dice 'yo soy un reubení', 'Yo soy un shimoni', sino 'yo soy un iehudí'…
Cuando Iaakov bendijo a sus hijos, comenzó con palabras de reproche a Reubén, Shimón y Levi. El siguiente hermano, Iehudá, temió que Iaakov también lo reprendiera por sus acciones en el incidente con Tamar. Sin embargo, Iaakov lo elogió, comenzando con las palabras: "Iehudá, a ti tus hermanos te reconocerán". El entendimiento simple del versículo es que los hermanos de Iehudá lo reconocerían como el líder. Sin embargo, muchas fuentes rabínicas dicen que lo que Iaakov estaba diciendo era que los hermanos reconocerían a Iehudá debido a su accionar en el incidente con Tamar. Cuando Tamar pidió que el hombre involucrado revelara su identidad, Iehudá fácilmente hubiera podido quedarse callado y dejar que Tamar muriera. Sin embargo, él asumió la responsabilidad por sus actos y admitió públicamente su rol en el incidente. El Targum Yonatan va todavía más lejos y dice que en mérito del accionar de Iehudá, el pueblo judío sería llamado en su nombre. En el mismo sentido, el Midrash Rabá sostiene que los judíos no eran conocidos por los nombres de sus tribus particulares, sino como iehudim.
De la afirmación del Targum Yonatán de que el nombre iehudim se debe a que Iehudá fue lo suficientemente humilde como para admitir su papel en el incidente de Tamar surge una pregunta. La razón por la que Iehudá recibió originalmente este nombre fue muy diferente. La Torá cuenta en el nacimiento de Iehudá: "Ella concibió de nuevo, y dio a luz un hijo y declaró: 'Esta vez agradeceré a Hashem'. Por eso lo llamó Iehudá".(1) Cuando nació Iehudá, Leá expresó su inmensa gratitud a Dios llamándolo Iehudá, que significa agradecer. Aparentemente, el nombre de Iehudá es más un reflejo de gratitud que de humildad y reconocimiento. Entonces, ¿por qué nos llamamos iehudim por un acto de humildad, cuando esa no es la razón por la que el propio Iehudá recibió ese nombre?
Rav Itzjak Hutner (2) analiza el significado de la palabra "hodaá" y su explicación puede ayudarnos a responder nuestra pregunta. Él explica que en verdad, hodaá implica tanto reconocer como agradecer, y que ambas ideas surgen del mismo lugar. Cuando una persona reconoce que carece de algo o que ha hecho algo incorrecto, eso la lleva a "admitir" su carencia o su error. Por ejemplo, una persona puede reconocer que alguien tiene un estatus superior, y por lo tanto subyugarse a su autoridad, o puede admitir que cometió un error en determinada situación.
Manifestar gratitud también surge de que la persona reconozca que alguien hizo algo por ella o le proveyó algo que no hubiera podido obtener sin la ayuda de esa persona. Esto requiere la misma cualidad de reconocer las propias carencias y la dependencia de otro. De esta forma, la humildad de la persona llevará a que manifieste libremente su gratitud. En contraste, una persona arrogante siente que no necesita la ayuda de nadie y, en consecuencia, será reacio a mostrar gratitud hacia una persona, ya que eso sugiere su propia carencia y dependencia de los demás.
Retornando al nombre Iehudá, el agradecimiento de Leá por tener su cuarto hijo emanó de la humildad de reconocer que ella no merecía ese hijo. Esta cualidad fue impregnada en Iehudá mismo, y le permitió llegar a un elevado nivel de humildad al asumir públicamente la responsabilidad por sus actos. Esta acción provocó que tuviera el mérito de que todos los judíos fueran llamados iehudim, y esto refleja tanto la cualidad de gratitud como de humildad.
De hecho, es instructivo notar que mientras que los grandes Sabios de la Torá difieren mucho en sus cualidades y fortalezas personales, todos se destacan en humildad y gratitud. Un ejemplo de humildad es citado por Rav Jaim Dov Keller sobre el gran Jazón Ish.(3) En las palabras de Rav Isasjar Frand: (4)
El Jazón Ish escribió sobre toda la Torá. En uno de sus libros escribió un capítulo (simán 12) sobre Masejet Kelim. Luego se arrepintió de haber publicado ese capítulo. Él pensó que lo que escribió no era correcto y lo extrajo de su séfer. En el volumen del Jazón Ish sobre Taharot (las leyes de pureza) respecto a Masejet Kelim, los capítulos saltan del once al trece. El simán 123 fue quitado de todas las ediciones. Alguien le preguntó al Jazón Ish por qué no volvía a numerar los capítulos siguientes para que no quedara ese hueco. "Mejor que haya un simán menos al final del Séfer. ¿Por qué necesita anunciar que allí falta algo?". El Jazón Ish dijo: "Quiero que la gente sepa que tenía algo que decir allí. Originalmente lo incluí, pero decidí que era equivocado y por eso lo quité. Así son las cosas".
Iehudá tuvo el mérito de ser rey debido a su humildad. EL Jazón Ish no fue un rey, pero fue un gran líder del pueblo judío, y también representó esta maravillosa cualidad. Que todos tengamos el mérito de emular a nuestros ancestros y nutrirnos de su humildad y su capacidad de manifestar agradecimiento. Esas cualidades nos permitirán esforzarnos para llegar a ser líderes, cada uno a su manera.
Notas:
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