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Bereshit 23:1: "La vida de Sará fue de cien años, y veinte años y siete años, los años de vida de Sará"
Rashi, 23:1: "Todos fueron igualmente buenos".
Bereshit Rabá 58:3: "Rabí Akiva estaba sentado enseñando y la gente se estaba quedando dormida. Quiso despertarlos y entonces dijo: '¿Por qué Ester gobernó sobre ciento veintisiete provincias? Ester, que era descendiente de Sará, que vivió ciento veintisiete años, debía gobernar sobre ciento veintisiete provincias".
La porción de la Torá comienza estableciendo cuánto tiempo vivió Sará: 127 años. El Midrash cita una historia en la cual Rabí Akiva quiso despertar a sus alumnos que se estaban quedando dormidos señalando una segunda mención del número 127, relativo a la Reina Ester, quien gobernó sobre 127 provincias. Rabí Akiva dijo que la razón por la que Ester gobernó precisamente sobre ese número de provincias fue porque su antecesora, Sará, vivió 127 años. La pregunta es que sin dudas no se trata sólo de una dulce coincidencia que este número aparezca en dos lugares aparentemente tan diferentes del Tanaj. Debe haber una conexión más profunda entre Sará y Ester, en particular para que Rabí Akiva declarara que el alcance del poder de Ester como reina derivaba del tiempo de vida de Sará. ¿Cuál es esa conexión?
Para responder esto, es instructivo analizar un breve comentario de Rashi respecto a la vida de Sará. Él señala que todos sus años fueron igualmente buenos. ¿Qué es exactamente lo que esto significa? El entendimiento simple es que ella fue igualmente recta a lo largo de su vida. Sin embargo, es posible ofrecer una explicación diferente que se enfoca en cómo Sará se vio a sí misma durante todos los años de su vida. Gran parte de la vida de Sará estuvo llena de tribulaciones y dolor. Hasta los 90 años no tuvo hijos, mientras que a su alrededor todos daban a luz fácilmente. En dos ocasiones fue secuestrada por reyes poderosos, y también sufrió las tribulaciones por Hagar. Cada una de estas desgracias hubieran sido suficiente para traumatizar a una persona de por vida. Cuando finalmente dio a luz a Itzjak, pudo disfrutar de algunos buenos años, pero estos eran superados numéricamente por los "malos" años. Sin embargo, Rashi nos enseña que evidentemente ella veía esos años difíciles de la misma manera que sus años felices.
Esta actitud se expresa en la Guemará en Brajot.(1) La Guemará enseña que así como es apropiado decir una bendición cuando ocurre algo bueno, también es apropiado bendecir por las cosas malas. ¿Cómo podemos hacer esto? Reconociendo que los desafíos y el sufrimiento también son piezas esenciales en el rompecabezas de la vida de una persona. Sólo en el Mundo Venidero veremos cómo las tribulaciones tuvieron la misma importancia que los buenos momentos. Esta es la razón por la que en este mundo ante sucesos trágicos bendecimos "Baruj Daián Haemet" (Bendito sea el Dios verdadero), refiriéndonos a nuestra aceptación de que lo ocurrido es para bien, aunque sea doloroso. Sin embargo, en el Mundo Venidero bendeciremos "HaTov VeHametiv" (Él es bueno y hace el bien), la misma bendición que decimos en ocasiones felices. Sin embargo, podemos reconocer intelectualmente que todos los días de nuestra vida son vitales y que todos encajan en el panorama general. Además, muchas veces podemos ver cómo algo doloroso nos ayudó a crecer como personas o tuvo consecuencias positivas a largo plazo. Hacer esto le permite a la persona ver toda su vida como una serie de acontecimientos intrínsecamente conectados y esenciales, y no como un montón de acontecimientos dispares y desconectados. Cuando se dice que todos los años de Sará fueron igualmente buenos, en esencia esto significa que Sará fue capaz de unir toda su vida en un acontecimiento continuo en el que todos los años difíciles fueron igual de "buenos" que los años de evidente alegría.
¿Qué tiene que ver todo esto con la conexión entre la edad de Sará y las 127 naciones sobre las que gobernó Ester? Para responder esto, necesitamos entender cómo ve la Torá el rol de un rey o una reina. Rav David Fohrman explica:
Una reina, cuando tiene éxito, unifica a su pueblo. No se trata simplemente de alguien que gobierna sobre determinado territorio o decide el destino de sus súbditos en ese territorio. Una reina hace todo esto, pero si realmente tiene éxito, también une a sus súbditos de alguna manera, transforma un mero territorio en una nación. Las personas que componen una nación no son meros individuos que viven cerca los unos de los otros. Tienen alguna clase de causa común que los une, y el monarca es el símbolo vivo de esa causa. Es de esperar que trabaje activamente para promover esa causa. ¿Cómo hace avanzar una causa un rey o una reina? En el mejor de los casos, los monarcas encuentran formas de unir talentos individuales para crear un todo mayor. Bob es herrero, Paul es agricultor, Carol es pastora, Beryl es sastre… ¿y el monarca? El monarca encuentra la manera de incorporar las energías de Bob, Paul, Carol y Beryl hacia objetivos comunes. Un rey o una reina une a individuos singulares y dirige sus talentos al servicio de la causa de la nación. Ester desempeñó ese papel en el más grandioso de los escenarios, el escenario mundial, uniendo a pueblos de provincias lejanas.
El papel de Ester como unificadora de personas tenía un precedente en la capacidad de Sará de unificar sus años. Rav Fohrman sostiene que esta es la conexión más profunda a la que aludía Rabí Akiva. Sin embargo, la conexión va todavía más lejos, ya que hay pruebas de que la misma Sará gobernaba sobre naciones, así como Ester. El nombre original de Sará era Sarai, que significa "Mi princesa". Dios luego cambió su nombre a Sará para aludir al hecho de que los gobernantes de las naciones irían a ella.(2) Rav Forhman pregunta: ¿dónde vemos que el gobernante de las naciones (en plural) fue a Sará? Él sugiere que el mismo versículo alude a Ester. De esta manera, vemos que tanto Sará como Ester fueron gobernantes que unieron, Sará unió el tiempo y Ester unió el espacio.
Vimos cómo una persona puede merecer ser un "gobernante" uniendo, uniendo los años de su vida reconociendo que todos son parte del rompecabezas y que los "malos" momentos son en realidad iguales a los "buenos" momentos. Y uniendo a la gente para servir a una causa común. Puede que no tengamos el mérito de ser reyes o reinas, pero cada persona en su vida tendrá momentos en los que puede unir a la gente, ya sea a su familia, amigos, empleados u otros, para servir a una causa común. Al sobresalir en estos dos aspectos de unidad, podemos emular a Sará y a Ester.
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