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Oculta debajo de la superficie de la parashat Pinjás los Sabios encuentran una historia muy importante. Moshé, tras haber visto morir a su hermana y a su hermano, comprende que su tiempo en la tierra está llegando al fin. Él reza pidiéndole a Dios que nombre un sucesor: "Que el Eterno, Dios de los espíritus de toda la humanidad, nombre a un hombre sobre la asamblea, que salga al frente de ellos, y que los saque y los traiga, para que el pueblo del Eterno no sea como un rebaño que no tiene pastor".
Pero hay una pregunta obvia. ¿Por qué este episodio aparece precisamente aquí? Debería haber estado siete capítulos antes, cuando Dios les dijo a Moshé y a Aharón que morirían y no entrarían a la tierra, o poco después cuando leemos sobre la muerte de Aharón.
Los Sabios encuentran dos claves sobre la historia que se esconde detrás del relato. La primera es que aparece inmediatamente después del episodio en el que las hijas de Tzelofjad solicitan y obtienen la parte de la tierra que correspondía a su padre. Eso fue lo que desencadenó el pedido de Moshé. Un Midrash explica:
¿Cuál fue la razón por la que Moshé efectuó este pedido después de declarar el orden de la herencia? Cuando las hijas de Tzelofjad heredaron a su padre, Moshé razonó: ha llegado el momento de hacer mi propia petición. Si las hijas heredan, sin duda es justo que mis hijos hereden mi gloria.
La segunda clave está en las palabras que Dios le dijo a Moshé inmediatamente antes de su pedido para que nombre un sucesor:
El Eterno dijo a Moshé: "Asciende a este Monte Abarim y mira la tierra que Yo he entregado a los Hijos de Israel. La verás y luego tú también serás recogido a tu pueblo, como fue recogido tu hermano Aharón…"
Las palabras en itálicas parecen redundantes. Dios le dijo a Moshé que pronto moriría. ¿Por qué necesitaba agregar "como tu hermano Aharón"? El Midrash dice: esto nos enseña que Moshé quiso morir como murió Aharón. El Ktav Sofer explica: Aharón tuvo el privilegio de saber que sus hijos seguirían sus pasos. Elazar, su hijo, fue nombrado Gran Sacerdote cuando Aharón vivía. Hasta la actualidad, los cohanim son descendientes directos de Aharón. También Moshé quería ver a uno de sus hijos, Guershon o Eliézer, tomar su lugar como líder del pueblo. Pero eso no ocurriría. Esa es la historia debajo de la historia.
Esto tuvo secuelas. En el Libro de Jueces leemos que un hombre llamado Mijá (Miqueas) estableció un culto idólatra en el territorio de Efraim y contrató a un levita para oficiar en el santuario. Unos hombres de la tribu de Dan, que se desplazaban hacia el norte buscando tierras más adecuadas para ellos, llegaron a la casa de Mijá y se apoderaron tanto de los objetos idólatras como del levita, al que convencieron para que se convirtiera en su sacerdote diciéndole: "Ven con nosotros y sé nuestro padre y sacerdote. ¿No es mejor servir como sacerdote de una tribu y un clan de Israel antes que en la casa de un solo hombre?".
Sólo al final de la historia se nos dice el nombre del sacerdote idólatra: Ionatán hijo de Guershón hijo de Moshé. En nuestros textos, se inserta la letra nun en el último de estos nombres, de modo que puede leerse Menashé en vez de Moshé. Sin embargo, la letra, de forma inusual, está escrita por encima de la línea, como un agregado. El Talmud dice que la letra nun se añadió para evitar manchar el nombre de Moshé, revelando que su nieto se había convertido en un sacerdote idólatra.
¿Cómo podemos explicar el aparente fracaso de Moshé con sus hijos y nietos? Una sugerencia de los Sabios es que esto se debió a los años que vivieron en Midián con el suegro de Moshé, Itró, quien en ese momento era un sacerdote idólatra. Parte de esa influencia midianita reapareció en Ionatán, tres generaciones más tarde.
Alternativamente, hay en diversos lugares alusiones a que Moshé estaba tan preocupado liderando al pueblo que simplemente no tenía tiempo para atender a las necesidades espirituales de sus hijos. Por ejemplo, cuando Itró llegó a visitar a su yerno tras la partición del Mar Rojo, él llevó también a Tzipora, la esposa de Moshé, y a sus dos hijos. Ellos no habían estado con Moshé hasta ese momento.
Los Sabios van todavía más lejos especulando la razón por la que Aharón y Miriam, los hermanos de Moshé, hablaron negativamente de él. Los Sabios dicen que a lo que ellos se refirieron fue que Moshé se había separado físicamente de su esposa. Moshé lo había hecho porque la naturaleza de su rol era tal que debía estar todo el tiempo en estado de pureza ya que en cualquier momento podía tener que hablar con Dios. En síntesis, ellos se quejaron de que estaba descuidando a su propia familia.
Una tercera explicación tiene que ver con la naturaleza misma del liderazgo. La autoridad burocrática (autoridad en virtud del oficio), puede transmitirse de padre a hijo. Eso es lo que ocurre con la monarquía. Y con la aristocracia. Y también con algunas formas de liderazgo religioso, como el sacerdocio. Pero la autoridad carismática (en virtud de las cualidades personales) nunca puede transmitirse automáticamente de una generación a otra. Moshé fue un profeta y la profecía depende casi por completo de las cualidades personales. Por eso, aunque en el judaísmo el reinado y el sacerdocio son prerrogativas masculinas, la profecía no lo es. Hubo profetisas así como hubo profetas. En este sentido, Moshé no era algo inusual. Pocos líderes carismáticos tuvieron hijos que también fueron líderes carismáticos.
Una cuarta explicación ofrecida por los Sabios es muy diferente. En principio, Dios no quiso que la corona de la Torá pasara de padres a hijos en sucesión dinástica. El sacerdocio y el reinado sí. Pero la corona de la Torá, dicen los Sabios, pertenece a cualquiera que elija aferrarse a ella y asumir sus responsabilidades. "Moshé nos ordenó la Torá como una herencia de la congregación de Iaakov". Esto implica que la Torá nos pertenece a todos, no sólo a una elite. El Talmud elabora:
Ten cuidado [de no descuidar] a los hijos de los pobres, porque de ellos sale la Torá… ¿Por qué no es habitual que los eruditos den a luz hijos que sean eruditos?
Rav Iosef dijo: para que no se diga que la Torá es su herencia.
Rav Shisha, hijo de Rav Idi, dijo: para que no sean arrogantes con la comunidad.
Mar Zutra dijo: porque actúan con prepotencia contra la comunidad.
Rav Ashi dijo: porque llaman asnos a la gente.
Rabina dijo: porque no pronuncian primero una bendición por la Torá.
En otras palabras, la "corona de la Torá" deliberadamente no fue hereditaria porque podía convertirse en un privilegio de los ricos. O porque los hijos de grandes eruditos podían dar por sentada su herencia. O porque podía llevar a la arrogancia y a despreciar a los demás. O porque el propio estudio podía convertirse en una mera búsqueda intelectual en vez de ser un ejercicio espiritual ("no pronuncian primero una bendición por la Torá").
Sin embargo, hay un quinto factor que debemos considerar. Algunas de las más grandes figuras de la historia judía no tuvieron éxito en que todos sus hijos siguieran sus pasos. Abraham engendró a Ishmael. Itzjak y Rivká dieron a luz a Esav. Los doce hijos de Iaakov se mantuvieron dentro del rebaño, pero tres de ellos (Reubén, Shimón y Levi) decepcionaron a su padre. De Shimón y Levi él dijo: "Que en su consejo no entre mi alma, que mi espíritu no se una a su reunión" (Génesis 49:6). A primera vista, se estaba alejando de ellos.(1) Sin embargo, los tres grandes líderes de los israelitas durante el éxodo, Moshé, Aharón y Miriam, eran todos hijos de Levi.
Shlomó dio a luz a Rejoboam, cuyo desastroso liderazgo llevó a la división del reinado. Jizkiahu, uno de los más grandes reyes de Iehudá, fue el padre de Menashé, uno de los peores reyes. No todos los padres tienen éxito con todos sus hijos todo el tiempo. ¿Cómo podría ser de otra manera? Tenemos libre albedrío. Cada uno, en cierta medida, elige en qué se convertirá. Ni los genes ni la educación que recibimos puede garantizar que nos convirtamos en la persona que nuestros padres deseaban que fuéramos. Y los padres tampoco tienen el derecho de imponer su propia voluntad sobre sus hijos cuando llegan a la madurez.
A menudo esto es para bien. Abraham no se convirtió en un idólatra como su padre, Teraj. Menashé, el arquetipo del rey malvado, fue el abuelo de Ioshiahu, uno de los mejores reyes. Estos son hechos importantes. Para el judaísmo, la paternidad, la educación y el hogar son valores fundamentales. Una de nuestras primeras obligaciones es asegurarnos que nuestros hijos conozcan y amen nuestra herencia religiosa. Pero a veces fracasamos. Los hijos pueden seguir sus propios caminos, alejado del nuestro. Si esto nos ocurre, no debemos paralizarnos de culpa. No todos tienen éxito con todos sus hijos, ni siquiera Abraham, Moshé, David y Shlomó. Ni siquiera Dios mismo. "He criado y educado hijos y ellos se han rebelado contra Mí" (Isaías 1:2).
Hay dos cosas que rescatan la historia de Moshé y sus hijos de la tragedia. El Libro de Crónicas (Crónicas I 23:16, 24:20) se refiere al hijo de Guershon no como Ionatán sino como Shevual o Shuvael, lo que los Sabios traducen como "el que retornó a Dios". En otras palabras, Ionatán eventualmente se arrepintió de su idolatría y volvió a ser un judío fiel. Sin importar cuán lejos pueda haber llegado un hijo, con el tiempo siempre puede retornar.
Lo segundo queda aludido en la genealogía en Números 3. Esto comienza con las palabras: "Estos son los hijos de Aharón y Moshé", pero la lista sólo nombra a los hijos de Aharón. Sobre esto los Sabios dicen que dado que Moshé enseñó Torá a los hijos de Aharón, ellos son considerados como sus propios hijos. En general, los "discípulos" son llamados "hijos".
Puede que no todos tengamos hijos. Incluso si los tenemos, es posible que a pesar de nuestras mejores intenciones, por lo menos temporalmente ellos sigan caminos diferentes. Pero todos podemos dejar en el mundo algo que seguirá siempre vivo. Algunos lo hacen siguiendo el ejemplo de Moshé: enseñando, facilitando y alentando a la siguiente generación. Otros lo hacen en línea con la declaración rabínica de que "los verdaderos descendientes de los justos son sus buenos actos".(2)
Cuando nuestros hijos siguen nuestro camino debemos estar agradecidos. Cuando nos superan, debemos ofrecer un agradecimiento especial a Dios. Y cuando eligen otro camino, debemos tener paciencia, sabiendo que incluso el judío más destacado de toda la historia tuvo la misma experiencia con uno de sus nietos. Y nunca debemos perder las esperanzas. El nieto de Moshé regresó al camino correcto. Casi en las últimas palabras del último de los profetas, Malaji prevé un tiempo en el que Dios "llevará los corazones de los padres a sus hijos y los corazones de los hijos a sus padres". Todos los que se alejaron se reunirán con fe y amor.
Notas:
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