La esencia espiritual del aceite

22/12/2022

3 min de lectura

¿Por qué el aceite de oliva es comparado con el alma?

Hace algunos años, mi esposa trabajó como mesera en un restaurante en Hong Kong. (¿Qué hacía en Hong Kong? Buena pregunta, pero eso es para otro artículo). Como suele ocurrir, el equipo de trabajo de la cocina le quiso "jugar una broma". Un día, uno de los cocineros le dio una aceituna cruda.

"Pruébala", le dijo.

Ella la mordió. Mala idea. Su boca se secó casi de inmediato. El daño fue severo. La aceituna cruda le irritó el paladar antes de que pudiera llegar a escupirla, y durante dos días no pudo comer, e incluso después seguía sintiendo mucha molestia.

Las aceitunas no se pueden comer crudas. Ellas contienen un componente amargo llamado oleuropeína y deben ser curadas, ya sea con agua o salmuera, para volverlas comestibles. También se las puede prensar y de esta forma extraer un jugo, tal como ocurre con otros frutos.

Aunque hasta allí llega la comparación.

Cuando exprimes frutos como uvas, manzanas o granadas, obtienes una substancia sabrosa, líquida, bebible, y a menudo pegajosa. A veces también puedes usar ese jugo como tintura, como ocurre por ejemplo con el jugo de cereza, o dejarlo fermentar para que se transforme en vino.

Pero nadie coloca una mecha en un vaso con jugo de naranja para usarlo como una vela.

Las aceitunas tienen una anomalía. Ellas excretan un aceite que, además de ser comestible y maravilloso para cocinar, también es combustible. Técnicamente, el aceite de oliva es inflamable, aunque probablemente es más correcto llamarlo combustible, y los seres humanos lo han utilizado para encender sus lámparas durante miles de años.

El aceite de oliva también ocupa un lugar preponderante en la práctica espiritual judía. En la antigüedad, se lo utilizaba para encender la Menorá (un gran candelabro que estaba en el Templo, no la menorá de Janucá, aunque eventualmente se lo comenzó a utilizar también para eso). En ocasiones, también fue utilizado como aceite de unción ceremonial (lo que implica que en el momento en que un rey asumía el mando o un líder religioso era nombrado, se le derramaba aceite sobre la cabeza). En los tiempos modernos, muchas personas prefieren encender velas de aceite en vez de velas de cera para Shabat y los días festivos.

El aceite de oliva es comparado con el alma

Pero también hay una razón más profunda. En algunos escritos místicos judíos, el aceite de oliva es comparado con el alma. El aceite de oliva es una sustancia poderosa que da luz y se esconde en las fibras de una fruta simple, poco importante, que cuelga de un árbol. Aunque eso no es obvio a primera vista, es necesario esforzarse para extraerlo.

En cierto sentido, lo mismo ocurre con tu alma: es una entidad esencial, vital, oculta en lo más profundo de tu esencia. Está allí, pero puedes ignorarla. Tienes que desear conectarte con ella. De eso se trata vivir una vida espiritual.

También podemos ver este paralelo entre el aceite de oliva y el alma en el idioma hebreo. Pero para entender esto, necesitamos un poco de información previa. El hebreo es un lenguaje semita, y una característica que define a los lenguajes semitas es que sus alfabetos están constituidos por letras consonantes pero no vocales. Las vocales son implícitas. Esto significa que si hay palabras diferentes que comparten las mismas letras, incluso si tienen diferentes significados, en cierto nivel también están relacionadas.

Si prestamos atención a las letras de la palabra "aceite" (incluyendo el artículo definido, que es la letra hebrea hei/ה) y las letras de la palabra "alma", notaremos que son las mismas letras en un orden diferente:

Aceite: השמן (H-Sh-M-N)

Alma: נשמה (N-Sh-M-H)

Dicho de otra manera, las palabras hebreas para aceite y alma, además de compartir las mismas letras, están relacionadas porque cada una representa algo especial que está oculto dentro de otra cosa.

Todavía más profundo, ese nexo entre el aceite y el alma también se conecta con Janucá.

Janucá es una festividad de ocho días. En el pensamiento místico judío, el número siete (como en los siete días de la semana), representa lo mundano, el mundo material. El ocho representa un paso más allá. Janucá celebra un milagro, algo que, por definición, también trasciende lo mundano, y específicamente, celebra un milagro que ocurrió con aceite. (No tiene ninguna relación, pero esa es también la razón por la cual la circuncisión se realiza cuando el bebé tiene ocho días. Piénsalo).

Veamos la palabra hebrea para "ocho":

Ocho: שמנה (Sh-M-N-H)

Las mismas cuatro letras.

Las palabras hebreas para aceite, alma y ocho están relacionadas. Cada una es una cosa tangible que, si lo deseas y prestas atención, puede conectarte con una realidad espiritual más profunda.

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