La fe como una travesía

02/05/2022

6 min de lectura

Emor (Levítico 21-24 )

En su relato sobre las festividades del año judío, la porción de la Torá de esta semana declara:

Habitarán en sucot (cabañas) durante siete días. Todo el que pertenezca al pueblo de Israel deberá habitar en cabañas, a fin de que sus generaciones sepan que cuando Yo saqué a los israelitas de Egipto los hice habitar en cabañas. Yo soy Hashem, tu Dios.

Dos grandes maestros de la era de la Mishná, Rabí Eliezer y Rabí Akiva, discuten respecto a qué es precisamente lo que esto significa. De acuerdo con el Talmud Bavli (Sucá 11a), Rabí Eliezer sostiene que sucot se refiere a las Nubes de Gloria que acompañaron a los israelitas durante su travesía por el desierto. Rabí Akiva sostiene que el versículo puede entenderse de forma literal (sucot mamash). Es decir que significa "cabañas".

Una diferencia de opinión similar existe entre los grandes comentaristas medievales. Rashi y el Rambán están en favor de la interpretación de las "nubes de Gloria". El Rambán cita como prueba la profecía de Isaías respeto al fin de los días:

Y Hashem creará sobre toda la extensión del Monte Sión y sobre sus asambleas, una nube de humo durante el día y el resplandor de un gran fuego de noche, y sobre toda la gloria habrá un dosel. Será refugio y sombra contra el calor del día y refugio y protección contra las tormentas y la lluvia (Isaías 4:5-6)

Aquí la palabra sucá claramente se refiere no a algo natural, sino a una protección milagrosa.

Sin embargo, el Ibn Ezra y el Rashbam están a favor de la interpretación literal. El Rashbam lo explica de la siguiente manera: la festividad de Sucot, cuando se completó la cosecha y el pueblo estaba rodeado de las bendiciones de la tierra, era el momento para recordarles cómo habían llegado a estar allí. Los israelitas recordarían los años en el desierto, durante los cuales no tenían un hogar permanente. Entonces sentirían gratitud hacia Dios por haberlos llevado a la tierra. La prueba textual que trae el Rashbam es el discurso de Moshé en Devarim 8:

Comerás y te saciarás y bendecirás a Hashem tu Dios por la buena tierra que Él te entregó. Cuídate, no sea que olvides a Hashem tu Dios… No sea que comas y te sacies, y construyas buenas casas y te asientes, y tus reses y tus ovinos se incrementen y la plata y el oro aumenten para ti, y todo lo que poseas se incremente, y entonces se ensoberbezca tu corazón y olvides a Hashem tu Dios que te sacó de Egipto, de la tierra de servidumbre… Y no digas en tu corazón: Mi fuerza y el poder de mi mano han hecho para mí toda esta riqueza". Pero recordarás a Hashem tu Dios, porque Él es el que te da el poder para hacer riquezas, a fin de mantener Su pacto que juró a tus ancestros, como en este día (8:10-18)

De acuerdo con el Rashbam, Sucot (y también Pésaj) es un recordatorio del humilde origen del pueblo judío, un poderoso antídoto contra los riesgos de la riqueza. Este es uno de los temas predominantes en los discursos de Moshé en el libro de Devarim, y una señal de su grandeza como líder. Él advirtió que el verdadero desafío para el pueblo judío no fueron los peligros que enfrentaron en el desierto, sino lo opuesto: la sensación de bienestar y seguridad que tendrían una vez que se establecieran en la tierra. La ironía, y esto ocurrió muchas veces en la historia de las naciones, es que la gente recuerda a Dios en los momentos de sufrimiento, pero lo olvidan en las épocas de abundancia. Esta es la razón por la que las culturas se vuelven decadentes.

Sin embargo, nos queda una pregunta. De acuerdo con la opinión que considera que sucot debe entenderse de forma literal, ¿cuál es el milagro que representa la festividad de Sucot? Pésaj celebra la liberación de los israelitas de Egipto con grandes señales y maravillas. Shavuot recuerda la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, el único momento de la historia en el cual todo un pueblo experimentó una revelación directa de Dios. Respecto a la interpretación de las "nubes de Gloria", Sucot es adecuado a la escena. Sucot recuerda los milagros que tuvieron lugar en el desierto, los cuarenta años durante los cuales comimos maná del cielo, bebimos agua de una roca y fuimos dirigidos por un pilar de nube durante el día y por un pilar de fuego de noche. (En 1776, Thomas Jefferson eligió esta imagen para su diseño del Gran Sello de los Estados Unidos). Pero de acuerdo con la opinión que considera que la sucá no es un símbolo sino un hecho (una cabaña, una choza y nada más), ¿qué milagro representa la sucá? No hay nada excepcional en vivir en una casa portátil si estas en un grupo de nómades que habita en el desierto del Sinaí. Eso es lo que hacen los beduinos hasta el día de hoy. ¿Dónde está el milagro?

Una bella respuesta la trae el profeta Jeremías:

Ve y grita en los oídos de Jerusalem: Recuerdo la devoción de tu juventud, cuando, como una novia, me amaste y me seguiste por el desierto a una tierra que no fue sembrada (2:2).

A lo largo del Tanaj, la mayoría de las referencias a los años en el desierto se enfocan en la bondad de Dios y la ingratitud el pueblo: sus peleas y quejas, su inconsistencia. Jeremías hace lo contrario. Por cierto, hubo cosas malas durante esos años. Pero contra todo eso se encuentra el simple hecho de que los israelitas tuvieron fe y coraje para embarcarse en una travesía hacia una tierra desconocida, repleta de peligros, y lo único que los mantuvo fue su confianza en Dios. Ellos fueron como Sará que acompañó a Abraham en su viaje, dejando atrás "su patria, su lugar de nacimiento y la casa de su padre". Fueron como Tzipora que acompañó a Moshé en su riesgosa misión para sacar a los israelitas de Egipto. Hay una fe que es similar al amor; hay un amor que requiere fe. Eso fue lo que manifestaron los israelitas al salir de la tierra donde habían vivido durante 210 años y viajar hacia el desierto, hacia "una tierra no sembrada", sin saber qué les ocurriría en el camino, pero confiando en que Dios los llevaría a su destino.

Quizás hizo falta que llegara Rabí Akiva, el gran amante de Israel, para poder ver que lo que fue realmente destacable sobre los años en el desierto no fue que los israelitas estuvieron rodeados de las nubes de gloria, sino que se trataba de toda una nación sin un hogar ni casas. Eran como nómadas sin un lugar para refugiarse; expuestos a los elementos naturales, a riesgo de cualquier ataque sorpresivo… De todos modos, continuaron su travesía teniendo fe en que Dios no los abandonaría.

En un grado remarcable, Sucot simboliza no sólo los cuarenta años en el desierto sino también los dos mil años de exilio. Tras la destrucción del Segundo Templo, los judíos se dispersaron por el mundo. Prácticamente en ningún lugar tuvieron derechos. En ninguna parte se sintieron en casa. En todas partes donde llegaron, siempre dependieron de los caprichos de las autoridades de turno. En cualquier momento, sin ningún preaviso, podían ser expulsados, tal como ocurrió en Inglaterra en 1290, en Viena en 1421, en Cologne en 1424, en Bavaria en 1442, en Perugia, Vicenza, Parma y Milán en la década de 1480 y la expulsión más famosa, la de España, en 1492. Estas expulsiones dieron lugar al mito cristiano del "judío errante", ignorando convenientemente el hecho de que fueron los cristianos los que les impusieron ese destino. Sin embargo, incluso ellos se sorprendieron a menudo, porque a pesar de todo los judíos no cedieron a su fe cuando con "una simple palabra" (en la definición de Iehudá HaLevi) podrían haberse convertido en la fe dominante y poner fin a sus sufrimientos.

Sucot es la festividad de un pueblo para quien, durante veinte siglos, cada hogar fue simplemente una vivienda temporaria, cada parada no más que una pausa en un largo viaje. Me resulta sumamente emotivo que la tradición judía llame a estos días zeman simjatenu, "la estación de nuestra alegría". Por cierto, la grandeza del espíritu judío, es que sin otra protección fuera de su fe en Dios, los judíos fueron capaces de celebrar en medio del sufrimiento y afirmar su fe con pleno conocimiento de su riesgo e incertidumbre. Esa es la fe de una nación remarcable.

Rabí Levi Itzjak de Berditchov explicó que la festividad de nisán tiene dos nombres: Pésaj y Jag HaMatzot. El nombre Pésaj representa la grandeza de Dios que "salteó" las casas de los israelitas en Egipto. El nombre Jag HaMatzot representa la grandeza de los israelitas que estuvieron dispuestos a seguir a Dios al desierto sin provisiones. En la Torá, Dios llama a la festividad Jag HaMatzot en alabanza a Israel. Sin embargo, el pueblo judío la llama Pésaj para elevar sus alabanzas a Dios. Aparentemente esta es la discusión entre Rabí Eliezer y Rabí Akiva respecto a Sucot. De acuerdo con Rabí Eliezer, las sucot representan el milagro de Dios, las nubes de Gloria. Pero de acuerdo con Rabí Akiva representan el milagro de Israel: su disposición a continuar la larga travesía hacia la libertad, vulnerables y con grandes riesgos, guiados sólo por la convocatoria de Dios.

¿Por qué entonces, de acuerdo con Rabí Akiva, Sucot se celebra en el momento de la cosecha? La respuesta está en el siguiente versículo de la profecía de Jeremías. Después de hablar de "la devoción de tu juventud, cuando, como una novia, me amaste y me seguiste por el desierto", el profeta agrega:

Israel es la porción santificada de Dios, la primicia de Sus frutos.

Tal como durante tishrei los israelitas celebraban sus cosechas, así también Dios celebraba la Suya: un pueblo que sin importar cuáles fueran sus defectos, se mantuvo leal a la convocatoria Divina durante más tiempo y en una serie de travesías más difíciles que cualquier otro pueblo de la tierra.

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