La revista Glamour, Ms. Rachel y la normalización del antisemitismo
3 min de lectura
El pueblo judío se quejó ante Moshé porque no tenía agua para beber. Dios le dijo a Moshé que reuniera al pueblo y que hablara a la roca frente a todos, la cual proporcionaría agua para que bebieran todas las personas y sus animales. Moshé tomó el bastón, reunió a la nación judía y les dijo: "Escuchen ahora, rebeldes. ¿Acaso de esta roca extraeremos agua para ustedes?" (20:11) Moshé golpeó la roca dos veces y brotó agua en abundancia. Dios le dijo a Moshé que dado que él no creyó "en Mí para santificarme ante los hijos de Israel" (20:12), no podría llevar a los judíos a la tierra de Israel (20:1-13). ¿Cómo puede ser que golpear una roca se traduzca en no creer en Dios?
El Maharal, un famoso comentarista de la Torá, tiene una idea hermosa que arroja luz sobre este episodio. Él dice que la clave es cómo Moshé se dirigió al pueblo judío. Los llamó "rebeldes", lo que refleja que estaba molesto con ellos. Si uno está en un estado completo de alegría, sumido en una felicidad absoluta, en ese momento es imposible albergar sentimientos negativos hacia nadie. La alegría y la ira no pueden coexistir. Por lo tanto, la ira de Moshé refleja una falta de felicidad. Su falta de felicidad, dice el Maharal, refleja una falta de fe en Dios.
Después de que Dios se apareció a Moshé en la Tienda del Encuentro y le dijo que iba a tener lugar un milagro y saldría agua de la roca, Moshé debería haber estado extasiado. ¡Dios iba a realizar un gran milagro para el pueblo judío! Su fe en Dios, en que Él iba a realizar un milagro abierto para proveerles agua, debería haber sido tan fuerte que debía sentir como si ya hubiera sucedido. Esa fe lo habría llevado a una felicidad ilimitada, que habría anulado cualquier negatividad e ira hacia el pueblo judío.
Así debió haber sido con Moshé. Después de que Dios le dijo que ocurriría un milagro, su fe en Dios debería haberlo llevado a sentir como si el milagro ya hubiera ocurrido, lo que lo habría llevado a un estado de felicidad ilimitada, en el cual sería imposible sentir ira hacia el pueblo judío. El hecho de que los llamara "rebeldes" y estuviera molesto con ellos refleja la falta de felicidad y, por lo tanto, una falta de fe en Dios.
¿Qué significa esto para nosotros? Hay un dicho judío que dice que la simjá, la alegría, quiebra todas las barreras. Si podemos mantener un nivel de simjá que provenga de saber que todo lo que sucede es por el amor de Dios hacia nosotros, entonces todas las molestias objetivas parecen insignificantes. Nosotros también podemos esforzarnos por trabajar en nuestra emuná, fe en Dios, y simjá para que no nos alteren las molestias objetivas. Cuando nos encontramos con algo objetivamente molesto o perturbador, podemos recordar que esa situación particular nos fue enviada por Dios para nuestro beneficio, por Su amor. Esa emuná en Dios debería ayudarnos a llegar a un punto de felicidad que destruya cualquier sentimiento negativo.
Además, podemos 'tomar prestada' la simjá de lo que queremos y agradecerle a Dios por ello. Al hacerlo, creamos los recipientes para recibir las bendiciones de lo que estamos pidiendo. Así como Moshé podría haber aumentado su felicidad sabiendo que Dios iba a traer el milagro, también cuando queremos algo, podemos aumentar nuestra felicidad, confiando en que Dios NOS LO DARÁ si/cuando sea bueno para nosotros.
Dios es nuestro Padre que nos ama y quiere darnos todo lo que deseamos. La esencia de Dios es el amor y la compasión, y como tal, cuando sentimos una carencia, Dios la siente con nosotros. Saber que Dios está a nuestro lado en ese espacio de anhelo, y saber que Él quiere darnos lo que deseamos y lo hará si/cuando sea el momento adecuado, nos permite desbloquear obstrucciones espirituales que podrían estar impidiendo que fluyan las bendiciones.
Cuando incrementamos nuestra alegría y creamos recipientes para recibir las bendiciones, le mostramos a Dios que estamos listos para recibir. Le mostramos que sabemos que Él es la fuente y PUEDE hacer cualquier cosa, sin importar cuán improbable sea. Cuando vivimos nuestras vidas trabajando hacia las bendiciones que queremos recibir, manteniendo la simjá a pesar de no tenerlas ahora, quebramos todas las barreras que podrían estar interponiéndose en nuestro camino para recibir esas bendiciones.
Cuando hay algo que estamos pidiendo a Dios, aprendamos de este episodio. Trabajemos por lo que deseamos, sabiendo que Dios es nuestro Padre amoroso y compasivo que quiere concedernos todos nuestros deseos. Por lo tanto, si es bueno para nosotros, lo recibiremos. Esa emuná en Dios (que Él puede y nos dará lo que deseamos tal como un padre amoroso y compasivo anhela colmar a sus hijos con todos sus deseos del corazón) debería llevarnos a un estado de simjá. ¡Ese estado de simjá que rompe todas las barreras que podrían haber estado obstaculizando el camino de lo que pedíamos!
Por un día, trata de enfocarte en ser feliz. Cuando surjan molestias, piensa cuánto Dios te ama e intenta no dejar que la molestia interfiera con tu estado de felicidad.
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.