Geografía
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En una movida aparentemente suicida, los judíos enfrentaron a los poderosos romanos.
Una rebelión en contra de Roma en el siglo 1 EC es equivalente a que Israel le declarase hoy una guerra a la OTAN. Así de poderoso era Roma.
Entonces, ¿por qué decidieron los judíos atacar de una forma aparentemente suicida? Esta pregunta tiene varias respuestas. Las variables que afectan la ecuación son:
Diferencias ideológicas entre el mundo pagano greco-romano y el mundo monoteísta judío.
La respuesta judía al dominio romano que llevó a la contienda entre las varias facciones judías: los fariseos, los saduceos y los zelotes.
La persecución romana de judíos, la cual comenzó con la implementación de impuestos y terminó con asesinatos irrestrictos.
Las analizaremos una por una.
Al igual que los griegos, los romanos adoraban a muchos dioses. Y no sólo eso, sino que siempre que conquistaban una franja de tierra, simplemente agregaban los dioses de los pueblos conquistados al panteón romano. El historiador romano Varro escribe que para el siglo 1 AEC tenían más de 30.000 dioses (1).
La idea judía de un Dios indivisible que exige exclusividad de adoración y que no puede ser agregado a la gran bolsa de dioses era totalmente incomprensible para los romanos.
Pero más importante aún era que, junto a la creencia judía, venía un estilo de vida que incluía la adherencia a una gran cantidad de mandamientos que eran contrarios a la visión romana. Por ejemplo, la insistencia judía sobre el respeto por la vida fastidiaba al pueblo romano que construía anfiteatros sólo para que el público pudiera divertirse mientras otros seres humanos eran asesinados; cuanto más grotesca fuera la forma, mejor.
El Talmud (Meguilá 6a) sintetiza la diferencia en una declaración muy interesante:
Cesarea y Jerusalem. Si alguien te dijera: "ambas están destruidas", no le creas; si alguien te dijera: "ambas están de pie", no le creas. Pero si alguien te dijera: "Cesarea está destruida y Jerusalem de pie", o "Jerusalem está destruida y Cesarea de pie", eso puedes creerle.
Ahora bien, es un hecho histórico que Cesarea y Jerusalem estuvieron de pie al mismo tiempo. Herodes construyó la ciudad de Cesarea, y no destruyó Jerusalem.
Entonces, ¿qué significa esta cita?
Al hacer esta declaración, nuestros rabinos expresaron una idea teológica, histórica y política sobre la realidad de la relación entre Israel y Roma, entre los descendientes de Yaakov y los de Esav.
Lo que querían decir es que, en términos de la batalla cósmica, uno no puede estar en la cima sin que el otro esté abajo. Cuando los judíos estén arriba y los valores judíos sean fuertes, los valores romanos estarán débiles, y viceversa. Esa es la batalla cósmica por el alma de la humanidad.
La reacción judía ante la presencia de los romanos —que dominaban la Tierra Santa y adoraban ídolos— tuvo muchos aspectos.
Los judíos helenizados y asimilados recibieron a los romanos de buena manera y se beneficiaron a través de ellos. Estaban en contra de los otros judíos, quienes se resistían al dominio de Roma.
Los saduceos —judíos ricos que negaban el origen Divino de la Torá Oral— eran quienes dominaban (y corrompieron) la jerarquía del Templo. Ellos estaban dispuestos a cooperar con los romanos para mantener la base de su poder, y veían a las otras facciones del judaísmo como problemáticas.
Los fariseos —la corriente principal de judíos— no querían saber nada con los romanos, pero eran pragmáticos. Querían que el judaísmo sobreviviera y, no queriendo renunciar a sus principios religiosos, estaban dispuestos a soportar de la mejor manera posible el dominio romano. Desaprobaban a las otras facciones judías: a las que trataban de congraciarse con los romanos y a las que apoyaban la rebelión abierta.
Los zelotes eran varios grupos diferentes de extremistas nacionalistas. Entre ellos había un grupo denominado los Sicarii (puñales) que derivaban su nombre de los puñales que llevaban ocultos para asesinar a sus oponentes políticos. Estaban indignados con la presencia romana y enojados con los demás judíos, a quienes veían como cooperadores activos o pasivos de los romanos.
Los Birionim eran el elemento criminal, a menudo enmascarados bajo el disfraz de nacionalismo. Estaban alineados con los zelotes.
Las sectas separatistas eran grupos religiosos (como los esenes) que tenían perspectivas extremistas y se oponían tanto a los saduceos como a los fariseos. Por ejemplo, la Secta del Mar Muerto (famosa por los Rollos del Mar Muerto) esperaba que el mundo terminara pronto, por lo que se trasladaron al desierto para escapar de la depravación y corrupción de la vida de la ciudad y para prepararse para el final de los días.
Las fuentes judías enumeran 24 facciones diferentes. Sus perspectivas conflictivas eran un síntoma de la enfermedad que afligía al pueblo judío en ese entonces. Los rabinos llaman a esta enfermedad sinat jinam, 'odio infundado' entre judíos.
Desafortunadamente, hoy en día vivimos una situación muy similar. No hace falta que seas un erudito en ciencias políticas ni que tengas un doctorado en sociología para ver que, por lejos, el mayor problema que hay en la Tierra de Israel —y en el mundo entero— es la falta de unidad que lleva a las divisiones, a las luchas internas e incluso al odio. Hay facciones de Ashkenazim, Sefaradim, seculares, religiosos; entre los religiosos están los Jasidim, los Mitnagdim y los sionistas religiosos. Una nación judía debilitada y desunida es una presa fácil tanto para los antisemitas como para los enemigos de Israel.
El paradigma de todo lo que pasa hoy en día puede observarse en la era romana.
Echar leña al fuego ideológico fue la forma en que los romanos trataron de sacarle dinero de la población local —mediante impuestos y en ocasiones directamente saqueando—. Esto era especialmente cierto en varios de los gobernantes (procuradores) de Judea que eran excepcionalmente crueles y avaros. Josefo nos brinda varios ejemplos de maltrato romano a los habitantes judíos de Judea:
Pilato (Procurador de Judea entre los años 26 y 36 EC), quien había sido enviado como procurador a Judea por Tiberio, envió esas imágenes de César —llamadas estandartes— a Jerusalem por la noche. Esto motivó un gran tumulto entre los judíos al amanecer, porque quienes estaban cerca de las imágenes se sorprendieron por considerarlas indicaciones de que su propia ley estaba siendo pisoteada, ya que las leyes judías no permitían que ninguna clase de imagen fuese llevada a la ciudad…
Después de esto, él causó otro disturbio al gastar el tesoro sagrado, que es llamado Korbán (fondos que deben ser utilizados para ofrendas en el Templo) en acueductos… Cayo Cesar se presentaba como bueno y deseaba ser llamado así… envió a Petronius (gobernador de Siria entre 39 y 41 EC) con un ejército a Jerusalem para ubicar su estatua en el Templo y le ordenó que en caso de que los judíos no los admitieran, deberían matar a quienes se opusieran y tomar al resto de la nación en cautiverio (2).
El historiador Paul Johnson en su Historia de los judíos (p. 136) explica por qué esto demostró ser un elemento particularmente incendiario en el conflicto:
“Los gentiles helenizados… [que] constituían el servicio civil local y los recolectores de impuestos… eran notorios en su antisemitismo… Tontamente, Roma insistía en sacar a sus procuradores para Judea de áreas pobladas por gentiles que hablaban griego; el último y más insensible de ellos, Gesio Floro, vino de la Asia Menor griega".
Floro persuadió a Nero para que revocara la ciudadanía de los judíos de Cesarea, convirtiéndolos en extranjeros en la ciudad y dejándolos completamente a merced de la población greco-romana. Los judíos se rebelaron y su protesta fue viciosamente sofocada, lo que resultó en muchas personas muertas y muchas sinagogas profanadas. El pogromo se esparció a otras ciudades, donde la población helenizada aprovechó la oportunidad para quitarse de encima a los judíos; los hogares judíos fueron invadidos, saqueados e incendiados.
Los refugiados judíos, jurando vengarse, comenzaron a avanzar rumbo a Jerusalem.
Pero Floro sólo hizo que el conflicto escalara, primero dándole a los soldados romanos libre albedrío para masacrar a más de 3.600 judíos que lo habían abucheado y luego arrestando a ancianos judíos y haciendo que fuesen azotados y crucificados en público.
Floro… llamó a los soldados para que desvalijaran el Lugar del Mercado Alto y asesinaran a quienes encontraran. Por lo tanto los soldados, cumpliendo esta orden de su comandante, la cual concordaba con el deseo que ellos tenían de obtener beneficio, no sólo desvalijaron el lugar, sino que también entraron por la fuerza a toda casa y mataron a sus habitantes; los ciudadanos huyeron por las angostas calles mientras los soldados mataban a todo el que atrapaban, y ningún método de saqueo era omitido; también atraparon a mucha de la gente tranquila y la llevaron delante de Floro, quien primero los azotó y luego los crucificó (la crucifixión era el castigo romano estándar para la rebelión) (Josefo, Las guerras de los judíos 2.14.9).
En este punto ya no había vuelta atrás; los judíos habían declarado la guerra.
Ir en contra del poderoso Imperio romano era algo suicida, y de hecho la guerra judía terminaría en una gran tragedia. Pero cuando comenzó, en el año 66 EC, los judíos tuvieron algunos éxitos asombrosos, con Floro huyendo de Jerusalem para salvar su vida y con la guarnición romana aislada y superada.
Pero Roma no podía perdonar tales insultos a su poder. El historiador judío Rav Berel Wein, en su libro Echoes of Glory (p. 155) relata gráficamente lo que ocurrió a continuación:
“Los judíos tuvieron éxito y expulsaron a Roma de Jerusalem. Sin embargo, esto generó ondas expansivas por todo el Imperio romano. También desató una ola de sangrientos pogromos en contra de los judíos, especialmente en Cesarea, Alejandría y Damasco. Miles de judíos fueron asesinados en esos disturbios y miles más fueron vendidos en el mercado de esclavos de Roma”.
Los sabios y los rabinos aconsejaron una reconciliación con los romanos ya que sabían que si seguían irritando a Roma, ésta contestaría con más fuerza aún y seguramente destruiría todo el país y diezmaría al pueblo judío.
Considerando que los saduceos ya congraciaban con Roma y que los fariseos generalmente tenían opiniones moderadas, su sabiduría debió haber prevalecido. Pero los zelotes no querían nada de eso.
Jurando luchar a muerte, se levantaron en contra de un nuevo contingente romano que se dirigía a Jerusalem y asesinaron a 6.000 soldados romanos. Coincidentemente, la victoria se dio en el mismo lugar en donde los macabeos habían vencido a los griegos; los zelotes, viendo que había una mano Divina ayudándolos, se vieron aún más alentados.
La respuesta romana fue enviar cuatro legiones bajo uno de los más experimentados comandantes del ejército: Vespasiano.
La estrategia de Vespasiano fue primero reducir los conflictos por toda la región y luego tomar el premio final: Jerusalem.
Notas:
1) Montanelli, Indro, Romans Without Laurels, Nueva York: Pantheon Books, 1959, p. 67.
2) Josefo, Guerra de los judíos. 8.3.2: 169-185.
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