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Para celebrar el nacimiento de Israel, analizamos la historia de nuestro himno nacional.
Israel, nuestra patria; un pequeño país que representa grandes ideas e ideales. Este pequeño país tomó un desierto estéril, rodeado de enemigos, y lo convirtió en una tierra fértil, rica en sus valores y notable en sus logros para la región y para el mundo.
Al acercarnos al aniversario de la independencia de Israel, celebremos observando nuestro himno, el Hatikva, que ha sido la voz de los judíos durante más de cien años.
La historia de la letra y la melodía, al igual que Israel, es compleja y se cuenta de formas ligeramente diferentes dependiendo de la fuente. Sabemos que la letra fue adaptada del poema de nueve estrofas, “Tikvateinu” (“Nuestra Esperanza”), escrito en 1877 por el poeta Naftali Herz Imber (1856-1909) de Galicia, tras la creación de Petaj Tikva, uno de los primeros asentamientos judíos en Palestina bajo el Imperio Otomano.
La historia de la letra y la melodía, al igual que Israel, es compleja.
Imber, un prodigio, comenzó a escribir poesía a los 10 años y más tarde recibió un premio del emperador Francisco José. Siendo un ardiente sionista, Imber se mudó a la tierra de Israel en 1882 como secretario de Sir Laurence Oliphant. En 1886, publicó su primer libro de poemas en Jerusalem, titulado La estrella de la mañana (Barkai), que incluía “Tikvateinu”. Su apasionado poema, que también expresa fuertemente la antigua esperanza del pueblo judío de regresar y reclamar nuestra patria ancestral, tocó el alma del pueblo judío y fue adoptado como el himno de Jovevei Tzion (los Amantes de Sion) y luego del Movimiento Sionista en el Primer Congreso Sionista en 1897. Imber murió en Nueva York en 1909. En 1953, sus restos fueron trasladados a Har HaMenujot en Jerusalem.
Lo que pensamos que es una melodía judía, en realidad data del siglo XVII y sus raíces son italianas. El compositor Giuseppino Del Biado (fallecido en 1616) es acreditado con la melodía en su canción “La Mantovana”, que comienza con "Fuggi, fuggi, fuggi dal questo cielo" ("Huye, huye, huye de este cielo"), y apareció inicialmente en su colección de madrigales del 1600. Posteriormente fue conocida en Italia como "Ballo di Mantova". La melodía, evocadora, se difundió por toda Europa bajo varios títulos, como "Pod Krakowem" (una canción popular polaca); "Kateryna Kucheryava" (ucraniana); “Virgen de la Cueva" (española), y fue la base del poema sinfónico del compositor Bedřich Smetana (Checoslovaquia/Moldavia) celebrando a Bohemia, titulado “Moldau/Ma Vlast” o “Die Moldau”.
Por lo general, Samuel Cohen es acreditado con la adaptación de la melodía en 1888 de lo que ahora conocemos como el Hatikva. Sin embargo, aquí ha habido una disputa, con algunos acreditando a Nissan Belzer. El origen de la música también ha sido discutido. Cohen afirmó que se basó en la canción popular moldava/rumana que escuchó cuando era niño.
O... se basó en otras fuentes litúrgicas judías, como el Halel sefaradí (siglo XVII) y la Tefilat HaTal, la oración por la lluvia.
Si aceptamos la teoría prevalente, la historia de Samuel Cohen probablemente sea la más cercana a la verdad. Cohen no recibió pago ni “regalías” y, ya sea que se crea en esta o en otra teoría, no hay necesidad de preocuparse por infracción de derechos de autor.
Sin embargo, cada una de las diversas derivaciones musicales, incluido el Hatikvá, comparte muchas similitudes estructurales con “La Mantovana”.
En su versión actual, el Hatikva incorpora sólo la primera estrofa del poema original. Las estrofas restantes se centran en el establecimiento de una nación israelí soberana, una esperanza cumplida con la fundación del Estado de Israel.
Esta combinación única es mágica. El Hatikva ha sido cantado por los judíos en tiempos de horror y de alegría, e incluso ha sido prohibido.
Cuando se estableció el Estado de Israel en 1948, el Hatikva fue proclamado de manera no oficial como el himno nacional. Oficialmente fue sancionado como himno nacional por la Knesset en noviembre del 2004.
Letra del Hatikva en hebreo y en español
Mientras en lo profundo del corazón,
El alma de un judío anhela,
Y hacia el Este,
Hacia Sion, se dirige una mirada,
Nuestra esperanza no se perderá,
La esperanza de dos mil años,
Ser una nación libre en nuestra tierra,
La tierra de Sion y Jerusalem.
Kol od balevav penimá כל עוד בלבב פנימה
Nefesh iehudi homiá נפש יהודי הומיה
Ulfaatei mizraj kadimá ולפאתי מזרח קדימה
Ain letzion tzofiá עין לציון צופיה
Od lo avdá tikvatenu עוד לא אבדה תקותנו
Hatikva bat shnot alpaim התקוה בת שנות אלפים
Lihiyot am jofshi beartzenu להיות עם חופשי בארצנו
Eretz Tzion viIrushalaim ארץ ציון וירושלים
Al igual que Israel, ha habido diferencias de opinión sobre la letra. Algunos judíos observantes sienten que el himno carece de referencias específicas judías al no mencionar a Dios ni la Torá, y han cambiado la palabra “jofshi” (libre, aludiendo a un judío no religioso libre de mitzvot) por la palabra “kodshi” (sagrado), leyendo la línea: "Ser una nación sagrada", refiriéndose al versículo de Éxodo 19:10: “Seréis para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa.”
Rav Abraham Itzjak Kook se opuso al aspecto secular del Hatikva y escribió un himno alternativo titulado HaEmuná (“La Fe”). Sin embargo, Rav Kook no se opuso a cantar el Hatikva y lo respaldó, ya que tenía un gran respeto por los judíos seculares, indicando que incluso en su obra era posible ver un nivel de kedushá (santidad).
A lo largo de los siglos, las adaptaciones de estas palabras de esperanza han perdurado. Mientras que la armonía del Hatikva, en tonalidad menor, inusual para un himno nacional, suena melancólica, como sugiere el título "La Esperanza" y las palabras, la letra es optimista y edificante.
A pesar de la controversia, la letra y la melodía tienen el poder de hablar al alma humana, de relatar nuestros sueños, nuestros anhelos y nuestra determinación.
“Nuestra esperanza no se ha perdido... Ser una nación libre en nuestra propia tierra”.
Hoy, los judíos de todo el mundo cantan nuestro himno al inicio de los servicios, y a través de la letra y la melodía, recuerdan a nuestros antepasados con lágrimas, y a nuestra patria con alegría y esperanza.
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