Edad Media
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La historia y el legado judío de Praga.
Históricamente, Praga fue la capital de Bohemia y hoy está en la Republica Checa. La vida judía en Praga ha sido documentada al menos desde el año 970 EC. Los mercaderes judíos en los mercados de Praga son mencionados en un reporte escrito por un mercader judío de Córdoba, Abraham ibn Jacob. Para fines del siglo XI, había en Praga una comunidad judía completamente establecida.
En 1096, la comunidad fue atacada por los Cruzados y cientos de judíos fueron asesinados. La comunidad fue atacada nuevamente durante el sitio del Castillo de Praga en 1142, cuando quemaron la sinagoga más antigua de Praga y secciones del barrio judío.
Castillo de Praga
Después del sitio, los judíos fueron obligados a vivir en el margen derecho del Moldava, en un área que eventualmente se convirtió en el gueto judío de Praga, el Josefov. Durante esta época, los judíos tenían muy limitados sus movimientos. Durante el día las puertas del gueto estaban abiertas, pero en las noches y en los días festivos cerraban con llave.
La situación no mejoró a principios del siglo XIII. En 1215, El IV Concilio de Letrán ordenó que los judíos debían llevar ropas distintivas, se les prohibió ocupar cargos públicos y se limitó la cantidad de intereses que podían cobrar de los préstamos. El antisemitismo católico era la norma para los judíos de Praga.
Las cosas comenzaron a cambiar a finales del siglo XIII con el rey Otakar II. Él emitió un decreto real en 1254 estableciendo que los judíos estaban protegidos como prestamistas de dinero y sirvientes del rey y debían pagar altos impuestos y ocasionalmente suministrar préstamos al tesoro real. Lo más importante fue que con respecto al antisemitismo cristiano imperante, el decreto real protegía a los judíos de la persecución. El decreto refutaba el mito de los libelos de sangre, prohibía la violencia contra de los judíos, sus propiedades, sinagogas y cementerios y prohibía todos los bautizos forzados en el reino.
El conflicto entre la iglesia y la nobleza respecto al estatus de los judíos y sus posesiones continuaría durante siglos.
La iglesia se enfureció con esta violación a su poder y presentó quejas contra el Rey Otakar II. El rey ignoró sus quejas y defendió su decreto declarando que los judíos eran servidores oficiales de su tesorería y, por lo tanto, estaban bajo su control y protección. Este conflicto entre la iglesia y la nobleza respecto al estatus de los judíos y sus posesiones continuaría por siglos.
La vida para los judíos de Praga floreció. Hubo erudición judía y prosperidad en la comunidad. Inmediatamente después del decreto real, el barrio judío se estableció como un distrito autónomo donde los judíos tenían permitido gobernar la mayoría de sus asuntos internos. El Altneuschul, la sinagoga más antigua que existe en Europa hoy en día, fue construida en 1270. La vida judía giraba alrededor de esta hermosa construcción. Para muchos ella representaba la unidad de los judíos de Bohemia.
El Altneuschul – la sinagoga más antigua de Europa hoy en día.
Algunos de los líderes judíos más destacados vivieron en Praga en esa época. A comienzos del siglo XIII, la comunidad judía fue guiada por un gran líder, Rav Avraham ben Azriel, conocido por su obra, Arugas Habosem. Su alumno fue el famoso Rav Itzjak ben Moshé, conocido también como el Or Zarúa por el título de su obra más famosa, un comentario importante del Talmud.
El rey Carlos IV, estatua en Praga
El rey Carlos IV gobernó desde 1356 a 1378. Él utilizó a los judíos para beneficiar su tesoro, a veces concediéndoles derechos si eso lo beneficiaba a él, y otras veces beneficiándose de sus desgracias. En 1357, el rey canceló todas las deudas que se les debían a los judíos de sus tierras para apaciguar a sus nobles y fortalecer su reinado.
[Este acto de cancelar las deudas que los no judíos tenían con los judíos era muy popular en Europa, ya que los judíos eran los prestamistas establecidos del continente. Históricamente, esta realidad existía por coerción, no por elección. La ley cristiana prohibía cobrar intereses, sin embargo necesitaban préstamos para financiar las guerras y los proyectos de gobierno. Entonces la iglesia ordenó que los judíos tomaran el rol de prestamistas. Dado que por ley los judíos tenían prohibido acceder a la mayoría de las profesiones (incluyendo la medicina, tener propiedades y ser artesanos) esta era una de las únicas áreas que les quedaba. Era una profesión llena de peligro, ya que era muy atractivo cancelar las deudas con los judíos asesinándolos o expulsándolos, o haciendo que el gobierno cancelara todas las deudas a los judíos, como lo hizo el Rey Carlos IV en 1357].
Uno de los judíos más prominentes de Praga en esa época era un hombre llamado Lazar. En gratitud a Lazar por sus frecuentes préstamos a la tesorería real, recibió una amnistía de impuestos desde 1350 a 1352. La señal más significativa de la influencia de Lazar fue que le concedieron el privilegio de vivir fuera del barrio judío. Después de la muerte de Lazar, Carlos IV tomó su casa para establecer uno de los primeros sitios de la Universidad Charles, la universidad más antigua de Europa central.
Como era habitual para los judíos de Europa, hubo tiempos de estabilidad y tiempos de espantoso antisemitismo. Los judíos sabían que no debían sentirse muy cómodos, porque la historia les había demostrado que la expulsión o los ataques podían estar a la vuelta de la esquina.
Letal pogromo de Pésaj en Praga, 1389
Praga fue devastada por un pogromo en 1389. Ese año, la Pascua cristiana coincidió con Pésaj, y los judíos fueron acusados de “vandalizar la hostia eucarística”. Como resultado, 3.000 hombres, mujeres y niños judíos fueron asesinados cruelmente en las calles, las casas y sinagogas del gueto. Uno de los pocos sobrevivientes, el gran erudito de Torá Rav Avigdor Kara (cuya tumba se preserva en el Antiguo Cementerio judío), vio cómo asesinaban a su padre. Él escribió una emotiva plegaria, “Et kol hatelahá” describiendo el ataque. Esta plegaria se lee cada año en Praga en Iom Kipur. Después del pogromo, muchos judíos escaparon de Praga hacia Polonia y Hungría.
La situación para los judíos de Praga fluctuó durante el siglo XV, pero hubo un breve respiro de la persecución católica bajo los husitas.
Los husitas eran separatistas religiosos bohemios que seguían las enseñanzas de Jan Hus, un pastor que fue quemado en la estaca en 1415 por criticar la corrupción de la iglesia. Desde 1419 a 1436, los husitas lucharon para obtener la soberanía en el reino de Bohemia. Durante sus batallas, ellos protegieron a los judíos de las persecuciones de la iglesia.
Los husitas estaban fascinados por los judíos y los consideraban sus aliados, especialmente porque compartían la experiencia de sufrimiento causado por la iglesia. Los judíos, por su parte, ayudaron a los husitas a construir fortificaciones en el castillo de Vysehrad en 1420. Sin embargo, a pesar de las significativas mejoras, la vida bajo los husitas no era toda color de rosa. Durante su reinado, estallaron pogromos en Praga en 1421 y 1422, llevando a que muchos judíos escaparan a Polonia.
Una consecuencia imprevista de las guerras husitas fue el debilitamiento del poder real en favor de la nobleza. Como resultado, los judíos en el siglo XV no podían estar muy seguros de la habilidad del rey para protegerlos y acabaron pagando impuestos hasta a tres administradores diferentes. En muchas partes de Moravia y Bohemia, los judíos fueron expulsados por caprichos de los gobiernos locales. En general, la situación era diferente en Praga. Mientras los ingresos fiscales se mantuvieron, los judíos vivieron en relativa paz.
La sinagoga Pinjas fue construida por primera vez por la familia Horowitz
Durante el siglo XV se agregó una tercera sinagoga al barrio judío. Construida por la familia Horowitz, era un salón de rezos privado que después se convirtió en una de las sinagogas importantes del gueto, conocida como la Sinagoga Pinjas.
Por esa época, Guershon ben Shlomo HaCohen estableció la primera imprenta judía en Praga. Su Hagadá de Pésaj se convirtió en el modelo europeo para las hagadot posteriores. Para 1512, Praga lideraba las impresiones en hebreo al norte de Italia.
El siglo XVI se conoce como el Renacimiento de Praga. Artesanos e intelectuales venían de todo Europa y se reunían en Praga.
La población judía también aumentó. Entre 1522 y 1541, la población judía de Praga casi se duplicó. Muchos refugiados judíos expulsados de Moravia, Alemania, Austria y España llegaron a Praga. Durante este periodo, el gueto se expandió y los judíos tuvieron permitido adquirir tierras adyacentes al gueto para construir casas. El barrio judío se convirtió oficialmente en el gueto, aunque esto no fue marcado por ninguna ley conocida.
En 1541, un enfrentamiento entre Fernando I y los burgueses llevó a que uno de ellos demandara que se expulsara a los judíos de Praga y Fernando I expulsó a los judíos por dos años. Otra remoción temporal de los judíos de Praga ocurrió en 1557. Tras la muerte de Fernando en 1564, la situación mejoró para la judería de Praga.
La Era Dorada de Praga fue principalmente durante los reinados de Maximiliano (1564-1576) y Rodolfo II (1576-1612). El Emperador Rodolfo II era considerado por el mundo católico un líder débil ya que dedicaba demasiada energía a las artes y ciencias.
En 1584, el Emperador Rodolfo II trasladó su sede imperial y su residencia a Praga, lo cual le dio a su nueva capital un auge económico y poblacional.
Bajo su mandato, los judíos tuvieron libertad económica y religiosa. Él les prometió a los judíos seguridad permanente en Praga y Bohemia y emitió decretos protegiendo a los judíos de la hostilidad de los nobles. También permitió a los judíos convertirse en artesanos y se aseguró que la corte real juzgara las disputas entre judíos y cristianos. En 1599 Rodolfo II incluso eximió a los judíos de todos los impuestos de la ciudad. Gracias a todas estas políticas económicas, los judíos de Praga pudieron finalmente ir más allá de ser prestamistas y pudieron mantenerse por otros medios.
Durante la Época de Oro de Praga, la comunidad creció a una población de más de 3.000 para fines del siglo XVI y a más de 6.500 para fines del siglo XVII. Debido a la situación favorable, llegaron judíos de todo el mundo y se asentaron en el barrio judío. Algunos de los líderes judíos más destacados de Europa vivieron en Praga en ese entonces.
Lápida del Maharal en el Antiguo Cementerio judío, Praga (Foto: Wikimedia)
El Maharal, Rav Iehudá Loew, era el Gran Rabino de Praga. Fue un gigante en Torá y Cábala y un valiente líder de la judería europea durante el siglo XVI. Es conocido por sus obras de filosofía judía y por el Gur Aryeh al HaTorá, un excelente comentario sobre Rashi. El Maharal fue también un excepcional líder rabínico y estableció los lineamientos para la primera Jevrá Kadisha (Sociedad funeraria judía). Publicó más de 50 libros religiosos y filosóficos y se convirtió en el centro de las leyendas como el místico hacedor de milagros que creó al Golem. (No está claro si el Golem realmente existió, pero la grandeza del Maharal es absolutamente independiente de la historia del Golem). El Maharal tenía relaciones positivas con Rodolfo II y en ocasiones era invitado a su castillo.
Los grandes alumnos del Maharal fueron la siguiente generación de líderes, entre ellos el Kli Yakar (Rav Efraim Shlomo ben Aharon de Luntshits), el Tosafot Iom Tov (Rav Iom Tov Lipmann Heller), Rav Shabtai Seftel ben Akiva Horowitz y el Shelá (Rav Ieshaiá ben Abraham Horowitz).
Otra reconocida figura judía de la época fue Rav David Shlomo Ganz (1541-1613), un matemático, historiador y astrónomo. Él se escribía con los astrónomos de la corte real Tycho Brahe y Johannes Kepler. Rav Ganz fue alumno del Ramó, Rav Moshé Isserles y del Maharal. Él escribió múltiples libros de Torá, de los cuales el más conocido es Tzemaj David, publicado en Praga en 1592. El libro está dividido en dos partes: la primera es un recuento de la historia judía y la segunda trata de a historia mundial en general.
Sinagoga Maisel
Mordejai Maisel (1528-1601) fue el judío y banquero de la corte de Rodolfo y le ayudó a financiar una guerra contra Turquía. Era un brillante economista y un destacado filántropo en beneficio de su pueblo. Él financió edificios para la comunidad judía, incluyendo numerosas sinagogas y mikves. Pagó por la pavimentación de los enlodados caminos del gueto con adoquines. No sólo contribuyó dinero para causas de Praga, sino que también donó Rollos de Torá a comunidades judías por todo el mundo, incluso en Jerusalem.
La devastación de la Guerra de Treinta Años (1618-1648) influyó de forma variada sobre los judíos de Praga. Por un lado, el Emperador Fernando II, desesperado por apoyo económico en la guerra, hizo grandes esfuerzos para asegurar la seguridad de los judíos. Aunque sus tropas saquearon Praga después de la Batalla de la Montaña Blanca, el emperador les prohibió dañar el barrio judío e incluso puso guardias cuidado afuera de sus casas. Para los judíos de Praga, esto no fue nada menos que un milagro. Para conmemorar este momento trascendental establecieron el día 14 del mes de Jeshván (el día en que comenzó la invasión) como un Purim de Praga.
El cementerio judío de Praga
El representante de la comunidad judía de Praga durante la Guerra de Treinta Años fue el financista Iaakov Bassevi de Treuenburg (1570 – 1634). Él fue también el primer judío nombrado caballero en Europa.
Sin embargo, a medida que aumentaron sus necesidades financieras, Fernando II hizo que los privilegios judíos dependieran del aumento de impuestos a los judíos y de que dieran al emperador un préstamo de 24.000 florines. Estos requerimientos de impuestos fueron los que en 1627 llevaron a algunos judíos resentidos a volverse en contra de su gran rabino, Iom Tov Lipman Heller, quien fue expulsado de Praga y eventualmente se instaló en Cracovia.
Después de la Guerra de Treinta Años, las autoridades del estado tomaron medidas para reducir el número de judíos y segregarlos más estrictamente en un gueto. La implementación de estas medidas fue impedida en 1680 por una plaga que cobró la vida de más de 3.500 judíos.
Para evitar que la población judía siguiera creciendo, el emperador Carlos VI (1711-1740) emitió la cruel Ley de familias en 1726 y 1727. Las leyes de familias decretaban que sólo 8.541 familias judías serían toleradas en Bohemia y 5.106 en Moravia. Sólo el hijo mayor de una familia judía tendría derecho a casarse. Todos los demás hijos estaban obligados a emigrar, intentar casarse ilegalmente en el campo o morir solteros. Esto tuvo un efecto devastador en la judería bohemia durante los siguientes 120 años. Esta legislación se mantuvo en efecto hasta la Revolución de 1848.
La posición de los judíos bajo el emperador Carlos VI fue incluso peor cuando su hija, María Teresa, se convirtió en emperatriz en 1740. La emperatriz María Teresa, una ardiente católica y antisemita, acusó a los judíos de estar del lado de los prusianos durante sus batallas por el “Legado de Habsburgo”. Ella decretó la expulsión de los judíos de Bohemia en 1744 y de Moravia en 1745. Aunque el consejo municipal de la ciudad de Praga se opuso a la acción, los judíos fueron expulsados fuera de Praga durante un severo invierno en enero de 1745. Durante unos cuantos años, se les permitió quedarse en las aldeas de Bohemia a una distancia de al menos dos días de Praga.
Pero la emperatriz María Teresa no había contado con el devastador efecto que eso tendría para la economía de Praga. Los judíos habían sido prestamistas, proveedores de materias primas y buenos clientes en los mercados de Praga. Sin los judíos, la economía era un caos.
Interior de la Sinagoga Española
En 1748, la emperatriz anuló su decreto y se les permitió a los judíos regresar a Praga. Para evitar la humillación, ella impuso a los judíos un severo “impuesto anual de tolerancia” de 204.000 florines por el privilegio de residir en Praga.
A pesar de la persecución, la erudición judía en Praga siguió floreciendo. Entre los prominentes rabinos del siglo XVIII estaban Rav Eliahu Spira, Rav David Oppenheim y el Noda beIehudá, Rav Iejezkel Landau.
Aunque la visión de la emperatriz María Teresa sobre los judíos era expulsarlos o convertirlos, su hijo, José II consideró a los judíos beneficiosos para el país. Él estaba enfocado en construir la economía y un estado moderno con la ayuda de los judíos. También planeó darles mayores derechos a todos los no católicos, con la visión de crear un país centralizado y unificado.
Emperador José II
Tras la muerte de su madre en 1780, el emperador José II comenzó a implementar su visión más liberal. Sin embargo, hubo fuertes reacciones por parte de su población. Algunos estaban de acuerdo con el emperador en apoyar la emancipación de los judíos. Otros se oponían vehementemente, publicando panfletos representando a los judíos como traidores que asesinan cristianos y que eventualmente destruirían la monarquía.
En respuesta, José II finalmente modificó sus planes más ambiciosos.
En octubre de 1781, José II emitió el Edicto de Tolerancia para los judíos de Bohemia y en 1782 para los judíos de Moravia. Aunque no era una declaración de igualdad de derechos, el Edicto de Tolerancia les dio a los judíos la primera oportunidad de entrar en el mundo general. Los judíos apreciaron tanto a José II que nombraron el barrio judío, Josefov en su honor y sigue llamándose así hoy en día.
Hay varios puntos que destacar sobre el Edicto de Tolerancia. Esta no fue una ley de derechos civiles. Aunque José II presumía que su Edicto les concedía a los judíos una “casi igualdad”, en realidad era una exageración.
El Edicto sí afirmaba que los judíos ya no tenían que portar signos identificadores especiales. Sin embargo, seguía negando la ciudadanía a los judíos y les prohibía convertirse en maestros artesanos. La Ley de Familias se mantuvo. Los judíos siguieron estando confinados al gueto hasta 1849 y la emancipación completa no llegó hasta 1867.
Como parte de su objetivo de integrar a los judíos en la economía del estado, el Edicto estableció requerimientos que en esencia disminuyeron el judaísmo de los judíos. Estaba prohibido el uso de hebreo en todos los documentos de negocios y transacciones seculares. Las universidades estaban abiertas para los judíos y los judíos fueron alentados a abrir fábricas e involucrarse en la agricultura, aunque aún tenían prohibido ser dueños de tierra. Los judíos también fueron fuertemente alentados a cerrar sus escuelas exclusivamente judías y abrir nuevas escuelas que incluyeran estudios seculares.
Con las restricciones impuestas sobre su idioma, educación, autoridad comunitaria e incluso en los nombres, la Corona sintió que los judíos estarían más integrados y serían más valiosos para la economía de la monarquía.
El emperador fue muy sincero en su observación de que el propósito del Edicto era “hacerlos [a los judíos] útiles para el estado”.
Decretos subsecuentes siguieron enviando a los judíos rumbo a la integración y la asimilación. En 1784, la autoridad del beis din (tribunal judío) fue abolida excepto en asuntos religiosos y matrimoniales, y las disputas debían ser juzgadas en cortes seculares. En 1786, una ley decretó que sólo graduados de escuelas seculares tendrían permitido casarse. En 1787, los judíos fueron obligados a adoptar apellidos alemanes. Con las restricciones impuestas sobre su idioma, educación, autoridad comunitaria e incluso en los nombres, la Corona sintió que los judíos estarían más integrados y serían más valiosos para la economía de la monarquía.
Desde los primeros indicios de emancipación, hubo grandes debates respecto a si las reformas fueron buenas para la comunidad judía o si fueron el comienzo de su destrucción.
Por una parte, el constante estado de persecución era devastador. Por otra parte, con una demanda de integración alentada y demandada desde afuera, la identidad judía enfrentó un desafío del cual nunca se recuperaría totalmente. Irónicamente, los judíos han sobrevivido como nación y han mantenido su identidad y rol únicos durante 17 siglos de casi incesantes ataques y expulsiones. Sin embargo, cuando las barreras legales que los detenían comenzaron a desaparecer, los judíos descubrieron que la forma más exitosa de entrar a la sociedad europea era abandonando su herencia judía. El siglo XIX abrió paso a una era de asimilación sin precedentes en la historia judía.
Rav Iejezkel Landau
El rabino más grande en Bohemia en el siglo XVII, Rav Iejezkel Landau (1713-1793), fue elegido Gran Rabino un año después de un catastrófico incendio en Praga en 1754. Él había logrado convertir ar la comunidad judía de Praga en una de las comunidades judías más vibrantes de Europa central.
Rav Landau anticipó que el Edicto de Tolerancia llevaría a los judíos hacia un camino de alejamiento de la Torá. A pesar de sus preocupaciones, comprendió que tendría que hacer compromisos ante la firme determinación de la monarquía de “educar” a los judíos. Después de que le diera un rol en la planificación de las escuelas y le aseguraran que los planes más radicales no serían implementados, Rav Landau dio a las escuelas su tácita aprobación.
Foto: La Sinagoga del Jubileo fue construida afuera del antiguo barrio judío en la Nove Mesto (ciudad nueva), en 1905-06, celebrando la integración de los judíos a la sociedad de Praga a comienzos del siglo.
La emancipación judía fue un proceso gradual. El gueto fue abolido en 1852, y Josefov se convirtió en un distrito de Praga. En 1852 se les permitió a los judíos ser dueños de propiedades y en 1859, pudieron poseer tierras. Desafortunadamente, las preocupaciones de Rav Landau estaban justificadas. La mayoría de los judíos de Praga se asimilaron en el periodo posterior a los decretos de emancipación. Para 1930, Praga tenía una tasa de matrimonio mixto del 30%, una de las más altas de toda Europa.
A finales de la década de 1930, los refugiados judíos que escapaban de los nazis huyeron al área de Praga desde Alemania, Austria y los Sudetes. Mientras que en 1930 había 35.463 judíos viviendo en Praga, en 1940 había casi 55.000 judíos.
Foto: Niños judíos polacos, muchos de los cuales quedaron huérfanos, en camino a un lugar seguro en las zonas americanas de Austria y Alemania. Praga, Checoslovaquia, 1946 (JDC Archives).
El 14 de marzo de 1939, Eslovaquia declaró su independencia de Praga y firmó el Tratado de Protección con la Alemania nazi. Al día siguiente, Alemania ocupó el territorio checo. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Praga era una de las comunidades judías más grandes en Europa. Al final de la guerra, dos tercios de la población judía de Praga había sido asesinada. Más de 97.000 judíos checos murieron en el Holocausto, de los cuales 15.000 eran niños judíos checos.
La hermosa sinagoga española fue construida en 1868 con estilo árabe por Vojtěch Ignác Ullmann y Josef Niklas.
A pesar de la destrucción que causaron los nazis a los judíos y a su comunidad, gran parte de la arquitectura judía de Praga se mantuvo. ¿Cómo lograron sobrevivir estos edificios en el barrio judío? Se cree que Hitler quería establecer en Praga al terminar la guerra un "Museo de una raza extinta". Él hizo transportar cientos de miles de artefactos judíos hacia Praga desde toda Europa.
Después de la guerra, aproximadamente 5.000 sobrevivientes judíos regresaron a Praga. Para 1949, la mitad de ellos había emigrado a Israel.
En 1945, el Partido Comunista tomó el poder y en las décadas siguientes la vida judía fue reprimida y la emigración a Israel fue prohibida desde 1949. Los judíos que se quedaron en Praga mantuvieron su identidad judía en secreto.
En 1968, un comunista eslovaco llamado Alexander Dubcek se convirtió en líder del partido. En un movimiento llamado Primavera de Praga, él comenzó a introducir extensas reformas para hacer al gobierno más democrático. Dubcek ordenó el fin de la censura y alentó a una discusión abierta sobre la dirección política de Checoslovaquia. Muchos jóvenes judíos estuvieron involucrados en los eventos de la Primavera de Praga. Además, por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial, pudieron formular abiertamente preguntas sobre el Holocausto y su herencia judía.
La Unión Soviética se opuso a estos cambios e invadió Checoslovaquia en agosto de 1968. Los civiles fueron asesinados a tiros en las calles y 3.400 judíos huyeron del país. La policía secreta mantuvo estrecha vigilancia sobre la comunidad judía restante y muchos profesores universitarios judíos perdieron sus trabajos. Desde 1968 hasta 1989, estuvo prohibido mencionar el Holocausto y los sobrevivientes debían guardar silencio sobre el tema.
Cuando el cambio comenzó a propagarse por toda Europa Oriental a fines de los años 80, los checos se unieron al movimiento. Las demostraciones resultaron en la renuncia del liderazgo del partido comunista en noviembre de 1989. Alexander Dubcek, el reformista de la Primavera de Praga fue elegido presidente del parlamento. En junio de 1990, el país realizó su primera elección libre desde 1946. El 1 de enero de 1993, el país se dividió en Eslovaquia y la Republica Checa. Praga fue adoptada como la capital de la Republica Checa.
Actualmente, la Federación de Comunidades Judías estima que hay entre 3.000 y 5.000 judíos en la República Checa, de los cuales 1.600 viven en Praga.
La belleza de los edificios judíos de Praga y del antiguo gueto sigue siendo visitada por innumerables turistas. Tristemente, Praga, que durante una época fue la ciudad judía más vibrante, influyente y con mayor población judía en el mundo, se ha convertido esencialmente en un museo de testimonio a su antigua grandeza. Sin embargo, las obras producidas y la Torá enseñada por sus grandes líderes seguirán viviendo para la eternidad. Ese es el legado de la Praga judía.
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shalom ubrajá
la fecha 1906 no es correcta debe ser 906
Me ha encantado este artículo. Praga fue la ciudad que elegimos en nuestro viaje de Luna de Miel hace ya casi 20 años. Y fue la conexión más impactante que tuve con el Judaísmo. Desde entonces siempre he estado conectado con el Pueblo judio y pienso que estos artículos favorecen para destruir el antisemitismo que por desgracia ha vuelto a estar en auge.
Visité Praga hace ya cerca de 30 años. Si Dios me lo permite iré nuevamente durante 2025, ahora con mis hijos. Podré junto a ellos admirar la cultura judía que se respira en Praga. Gracias por la nota, excelente como toda la Revista de Aish.