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El personaje de la reina Vashti en la historia de Purim nos ayuda a definir qué significa ser un héroe o un villano.
Cuando comienza la historia de Purim en el Libro de Ester, el rey Ajashverosh de Persia celebra un banquete.
En el séptimo día de las celebraciones, el rey ordena llamar a la reina Vashti para que los ministros e invitados pudieran admirar su belleza. Él le ordena presentarse luciendo sólo la corona real. La reina Vashti se niega a cumplir la orden del rey y es ejecutada.
El lugar que queda vacante permite que llegue al palacio Ester, ubicándola en una posición que le permite actuar para salvar al pueblo judío cuando el ministro Hamán pone en marcha su complot para aniquilar por completo al pueblo.
Vashti, cuya negativa a obedecer al rey pone todo en movimiento, es un personaje interesante en este drama. De hecho, en un primer análisis ella parece una heroína, una mujer que tenía demasiada dignidad como para que la obligaran a desfilar desnuda frente a una horda de borrachos. Pero hay un problema. El heroísmo no se determina de afuera hacia adentro sino de adentro hacia afuera. Desde esa perspectiva, como veremos, Vashti era una villana.
El judaísmo define al heroísmo como el acto de superar un obstáculo que se interpone en el camino hacia un objetivo espiritual. Tales obstáculos son colocados en nuestro camino por Dios, pero el nivel de sacrificio necesario para superarlos puede variar. En el caso de una persona, el heroísmo genuino puede llegar tan lejos como a estar dispuesta a sacrificar su vida por otra persona. Para otro, el genuino heroísmo puede implicar sacrificar su ego o su orgullo.
Por lo tanto, la pregunta al analizar el heroísmo o la maldad de Vashti es: ¿qué es lo que ella buscaba y qué se interpuso en el camino para que pudiera lograr ese objetivo?
Para poder llegar a sacar conclusiones, expandamos la imagen de Vashti.
Vashti nació en la realeza de Babilonia. Su abuelo era Nebujadnetzar (Nabucodonosor), quien había destruido el Templo de Salomón en Jerusalem y había enviado a los judíos al exilio. Su padre era Belshazar, el último en una línea de grandes reyes babilonios, cuya muerte dramática se describe en el Libro de Daniel.
Belshazar organizó una fiesta y ordenó que los participantes bebieran de los recipientes sagrados del Templo y luego alabaran a "los dioses de oro y plata…".
En ese momento apareció una mano y escribió sobre una muralla: "Dios ha contado los días y le ha puesto fin a tu reino… tu reino será dividido y entregado a los medos y a los persas". Esa misma noche, atacaron hordas de medos y persas. Vashti fue la única que sobrevivió. Pero el espíritu de conquista que había condenado a su padre latía intacto en ella.
Aprendemos más sobre Vashti en el Talmud (Meguilá 12). Allí nos dicen que Vashti hacía que llevaran ante ella mujeres judías, las obligaba a desvestirse y las obligaba a trabajar para ella en Shabat. El Talmud pregunta por qué Vashti se negó a presentarse ante Ajashverosh (ya que no era famosa por ser una mujer recatada). El Talmud da dos respuestas: 1) porque tenía tzaráat en su cuerpo (una enfermedad cutánea similar a la lepra); o 2) porque le había crecido un rabo.
Si una declaración agádica en el Talmud no tiene sentido de forma literal, el enfoque que debemos adoptar, de acuerdo con el Maharal, es tratar de captar el significado subyacente de la alegoría. Con esto en mente debemos proceder, separando lo literal de lo alegórico y analizando más lo último.
Dado el ambiente de la Persia antigua, y el odio subyacente a los judíos que salió a flote poco después de este episodio, es casi seguro que la primera parte de la declaración es literal. Sí, ella hacía secuestrar mujeres judías. Sí, ella quería humillarlas. Sí, era suficientemente inteligente como para imaginar la forma más eficiente de lograrlo.
El segundo segmento no es literal. No, ella no sacrificó su vida desobedeciendo a un déspota porque tenía un problema cutáneo. No sufría un terrible caso de acné ni nada que se asemejara a una simple enfermedad cutánea. No, ella no revirtió la evolución y le creció un rabo. La segunda parte es una alegoría y exige una interpretación.
Las mujeres judías representaban una amenaza a Vashti porque ellas eran, en el sentido más profundo de la palabra, inconquistables. Al observar el Shabat, ellas demostraban que había un Gobernador que estaba por encima del alcance de cualquier monarca. Al mantener el recato básico, ellas probaban que se definían a sí mismas internamente y no superficialmente. Ellas eran intocables.
Por esta razón, Vashti sintió un deseo casi compulsivo de quebrarlas. Al hacerlo, selló su propio destino. Para entender cómo ocurrió esto, podemos seguir la alegoría que presenta el Talmud.
La conexión entre alma y cuerpo es más fuerte de lo que muchos entendemos. Si bien muchos sabemos que la emoción puede elevar la presión sanguínea, y algunos podemos describir el proceso con gran precisión, hay involucrado mucho más que todavía se debe explorar. En tiempos antiguos, Dios mismo permitía que se presentaran las manifestaciones físicas del estado individual de un individuo. El ejemplo más conocido de este fenómeno es la tzaráat. Ella afectaba la piel, la parte más externa del cuerpo.
(La piel oculta y protege los órganos internos. En hebreo, la palabra para piel es or. Esta palabra se escribe de forma idéntica a la palabra iver, que significa ciego. El común denominador de las dos palabras es que ambas transmiten el concepto de no ser capaz de ver las cosas como realmente son).
La tzaráat era una erupción similar a la lepra en la que la piel se volvía dura e insensible. La diferencia es que mientras que en la lepra toda el área afectada quedaba insensible, en el caso de la tzaráat siempre permanecía por lo menos una porción de piel viva en medio de la piel muerta. Esto simbolizaba que siempre había una posibilidad de redefinirse a uno mismo.
El Talmud nos dice que la tzaráat llegaba debido a los pecados relativos a las calumnias. La calumnia siempre tiene un motivo básico: la arrogancia.
Para los adictos a la autoimportancia (como Vashti) no hay una forma más barata de lograrlo que trivializar y menospreciar a los demás. Eso les da a estas personas la sensación de superioridad sin necesidad de ser realmente superiores. La ceguera ayuda a silenciar la conciencia, porque entonces la víctima puede no ser vista como un semejante humano. Por lo tanto, calumniar libremente sin ninguna culpa ayuda a tener una piel gruesa y ser espiritualmente ciego.
Hacía mucho que Vashti había dejado de ver más allá de la superficie. Su castigo fue tener que enfrentar el hecho de que ella tampoco era perfecta.
En el proceso de menospreciar a los demás, ella perdió algo muy valioso: su propia humanidad. Lo que Vashti vio cuando se miró al espejo fue una parodia de un ser humano: el rabo. Vio a una ególatra desalmada.
Ahora podemos volver a nuestra pregunta original. ¿Por qué Vashti no se presentó cuando Ajashverosh la mandó a llamar?
El Talmud (en Midrash Rabá) nos brinda la pieza final de información que nos permite unir las partes de este rompecabezas. El Midrash nos revela las palabras que ella usó al negarse. "Tú eras el encargado del establo de mi padre. Hacías desfilar a las cortesanas frente a ti. ¿Regresarás a donde viniste?".
Su intención no era elevarse a sí misma ni preservar su integridad. Ella tenía consciencia de en qué se había convertido, pero no tenía el deseo ni el coraje para cambiar. Vashti había seguido un patrón que tipificó su vida desde el comienzo. Su intención fue desmerecer a su marido. Allí no hubo heroísmo. Sólo arrogancia.
Es muy fácil engañarnos a nosotros mismos. El heroísmo y el egoísmo no llegan etiquetados. La única clave que tenemos es la verdad. Purim es la festividad en la que todo se invirtió. El interior, el núcleo de la verdad, fue revelado. La falsedad fue sacudida. Que seamos dignos de aprovechar este día para descubrir la parte de nuestro ser que realmente es heroica.
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