La moralidad: ¿Quién necesita a Dios?

09/01/2023

5 min de lectura

Un análisis sobre la moral relativa y objetiva, y dónde entra Dios en la ecuación.

Imagina una sustancia comestible que puede tener el sabor que tú desees. Tu deseo crea el sabor. Un minuto sería chocolate, y al siguiente, lasaña. No hay un sabor determinado, todo es relativo a quien lo consume.

De acuerdo con la literatura judía, el maná que los hebreos comieron en el desierto contaba con esta singular cualidad. Su sabor era completamente subjetivo. ¿Deseas daiquiri con hielo y un toque de limón? Voilà. ¿Un bistec con champiñones portobello? Servido.

Ahora bien, imagina que una noche en el desierto, bajo el cielo estrellado, escuchas que unos niños pelean ferozmente.

—¿Por qué pelean? —les preguntas.

—Sara piensa que el maná tiene sabor a frutillas con crema. ¡Está completamente equivocada! ¡Sabe a hamburguesa! —dice Yosef.

—¡No! ¡No es cierto! —grita Sara—. ¡Tiene sabor a frutillas!

—Ambos están equivocados. Tiene sabor a cerveza —opina David.

—Niños, el maná puede tener simultáneamente todos esos sabores, porque en verdad no tiene ningún sabor objetivo. Tiene el sabor que tú desees. Es algo relativo. Ninguno tiene la razón ni está en lo correcto. Todo depende de las preferencias personales.

La moralidad: ¿relativa u objetiva?

Esta peculiar cualidad del maná nos permite entender la naturaleza de la moralidad. Muchas personas profesan la creencia de que la moralidad es relativa, subjetiva, que no hay ningún estándar objetivo de lo que es bueno o malo. En definitiva, diferentes sociedades tienen diferentes perspectivas sobre lo que es correcto e incorrecto. Incluso dentro de la misma sociedad hay muchas opiniones diferentes respecto al aborto, las cuestiones de género, religión y política.

Las palabras del profesor Allan Bloom en su libro El cierre de la mente moderna, se aplican mucho más a la actualidad que al momento en que las escribió, décadas atrás:

"Hay una cosa de la cual un profesor puede estar absolutamente seguro: prácticamente todos los estudiantes que entran a la universidad creen, o dicen que creen, que la verdad es relativa. Si esta creencia se pone a prueba, uno puede estar seguro de la reacción del estudiante: no lo comprenderán. Que alguien considere que la proposición no es algo evidente, les asombra como si se cuestionara que 2+2=4".

Definamos claramente qué es la relatividad moral. Así como el maná no tenía un sabor objetivo, el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, son subjetivos, es decir que cada individuo crea su propio estándar basado en sus gustos y preferencias personales. Por eso los aztecas sacrificaban niños; la viuda hindú es quemada viva sobre la pira de su esposo muerto y se considera heroico; los habitantes de Papúa consumen carne humana. Puede que nada de esto te resulte agradable, pero nadie pide que te guste. Diferentes colores para diferentes personas.

Así como el maná no tenía un sabor objetivo, el bien y el mal son subjetivos, es decir que cada individuo crea su propio estándar basado en sus gustos y preferencias personales.

Y dado que no hay un estándar objetivo para el bien y el mal, no puedes considerar que la preferencia de otra persona sea errónea. Lo máximo que puedes hacer es decir que no te gusta. Es similar a mi intensa repulsión hacia las aceitunas. Son asquerosas y repugnantes. Por favor, aléjalas de mí… ¿pero el mal? ¿Inmoral?

Interesantemente, a pesar de que muchas personas dicen que creen que la moralidad es relativa, parece que la gran mayoría en lo más profundo no lo creen, ni viven sus vidas de acuerdo con esa creencia.

¿Cómo podemos verlo?

Por el hecho de que la mayoría de las personas, en algún punto de sus vidas, vociferan y argumentan apasionadamente sobre temas morales. Si creen que la moralidad es relativa, ¿por qué lo discuten? ¡No hay nada correcto ni incorrecto! Todo depende de lo que cada uno desea, como el sabor del maná en el desierto.

Cuando la gente mantiene un intercambio acalorado o experimenta indignación moral, no están expresando simplemente su desagrado. Ellos creen que su postura es la correcta y verdadera, y que la otra persona está completamente equivocada. Están discutiendo sobre cuál es la verdad real.

Esta clase de discusión intensa se basa en la creencia de que existe una verdad externa, y que nuestra responsabilidad es usar nuestro razonamiento y nuestras capacidades intelectuales para discernirla, entenderla y demostrarla a los demás. Sólo si existe una verdad objetiva (sin importar cuál sea esa verdad), podemos comenzar a tratar de discernirla y discutir apasionadamente.

El relativismo moral implica que el individuo mismo crea su estándar de moralidad, basado en sus preferencia. La moralidad objetiva implica que existen estándares externos a nosotros, independientes y absolutos, y que la responsabilidad del individuo es llegar a discernirlos.

Crear y discernir son dos cosas muy diferentes.

Es raro encontrar a alguien que sostenga el relativismo moral y que sea consistente con su creencia.

Creer que existe una moralidad objetiva no implica que tu postura necesariamente sea la correcta. Puedes cometer errores y estar equivocado. Por eso, es esencial ser un buscador de la verdad, comprometido a escuchar diversos puntos de vista con humildad, y esforzarse al máximo para discernir la verdad de la mentira.

Por cierto, es posible creer que la moralidad es relativa, pero es raro encontrar a alguien que sostenga el relativismo moral y que sea consistente con su creencia.

¿Quién crea la moralidad objetiva?

Si crees que existe algún estándar objetivo de lo que es bueno y malo, ¿quién lo creó?

Muchos saltan directamente a Dios, ¿pero por qué? ¿Cuál es la razón por la que sólo un Ser Eterno, Infinito, que está más allá del tiempo y del espacio, puede crear ese estándar? ¿Se trata sólo de que Él estuvo antes y es el más fuerte?

Lo que hace que algo sea verdad, en oposición a simplemente estar de moda, es su sentido de permanencia. Asesinar a un niño inocente no es algo que está mal sólo por ahora, con la posibilidad de que se transforme en algo "correcto" en algún momento futuro. Es inmoral en un sentido absoluto, permanente y eterno.

Absoluto significa inmutable, no puede cambiar.

¿Pero qué es inmutable? Todo en la existencia experimenta cambios. Las cosas envejecen, se desgastan, y si no cambian, eso no implica que no tengan el potencial de cambiar. Hay una diferencia entre ser inmutable y no cambiar. Mi disgusto por las aceitunas no cambia, pero no es imposible que llegue a cambiar.

Sólo un Dios infinito que existe más allá del tiempo es absoluto e inmutable.

En nuestro universo finito, todo está limitado por el tiempo, lo que implica que experimenta constantes cambios. En definitiva, el tiempo es una medida de cambio. En hebreo, shaná significa "año" y comparte la misma raíz que shiná, que significa "cambio".

Sólo un Dios infinito que existe más allá del tiempo, que no tiene comienzo ni final, es absoluto e inmutable. "Yo soy Dios, Yo no cambio" (1).

Para que exista un estándar objetivo, absoluto de moralidad, necesita existir un Ser Infinito que es eterno, que está más allá del tiempo y que es inmutable, que pueda darle origen.

Por lo tanto, si crees que existe algún estándar objetivo de lo que es bueno y malo, aunque podamos discutir al respecto, es probable que en lo más profundo, sin ni siquiera darte cuenta, creas que existe un Ser Infinito que existe más allá del tiempo y que es absoluto e inmutable.


Notas:

(1) Malaji 3:6

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