La muerte de los discípulos de Rabí Akiva, Coronavirus y Sefirat HaÓmer

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La muerte de los discípulos de Rabí Akiva tiene una extraña resonancia con la pandemia que enfrentamos en la actualidad.

El azote del Coronavirus se propaga por el planeta y nos vemos inundados con informes de prensa, conferencias, videos y noticias de salud. Pero hubo un mensaje de texto particular que me llamó la atención.

“Escucho sirenas de ambulancias a cada minuto”, decía.

De hecho, las "sirenas" suenan en todo el mundo. Y parece que especialmente en el mundo judío.

Tenemos sobre nosotros una plaga. Y ésta aterrizó como un martillo sobre un clavo. Nos vimos obligados a un aislamiento completo y la muerte acecha en cada esquina.

Hace unas pocas semanas fue Purim, una de las festividades más alegres del calendario judío. Una historia de Venahafoju, un 'giro total', donde se revirtió un edicto trágico y malvado.

Pero mientras celebrábamos Purim, otra cosa se invirtió.

Allí estábamos, confiando en que éramos inmunes mientras no nos saludáramos dándonos la mano. Nos inspiramos en las palabras del Rollo de Ester y pensamos que así como en ese momento el mes que se transformó de una época de dolor a una de alegría, de duelo a celebración, lo mismo se aplicaría a nosotros.

Pasamos de la alegría al dolor, de la celebración al duelo, y estamos sufriendo una de las peores plagas de los tiempos modernos.

Pero ocurrió lo contrario. Pasamos de la alegría al dolor, de la celebración al duelo, y estamos sufriendo una de las peores plagas de los tiempos modernos. Pésaj, una época en la que las familias se reúnen, fue celebrada en aislamiento. Nisán, el mes de la libertad y de la redención, tristemente se está convirtiendo en un mes de duelo.

El mundo entero está en aislamiento completo o parcial. Y el aislamiento puede extenderse por semanas o meses. Los expertos en salud proyectan que el “pico” está por tener lugar, pero que el peligro igual se extiende después de eso.

Y el momento en que todo esto ocurre es sorprendente. Estamos en medio de los días de Sefirat haÓmer o 'la cuenta del Ómer', los días entre Pésaj y Shavuot que deberían haber sido el momento más feliz. Es la época entre la redención y el exilio de Egipto hasta que recibimos la Torá en el Monte Sinaí.

Pero en cambio son días de duelo. No nos cortamos el cabello, no celebramos bodas ni escuchamos música.

¿Por qué? Porque entre Pésaj y Shavuot murieron 24.000 alumnos de Rabí Akiva. Pero considera lo siguiente:

  • De acuerdo con una opinión en la Mishná., el juicio de los malvados en el Guehinom (el infierno) tiene lugar entre Pésaj y Shavuot.1

  • Es una época de juicio y severidad con respecto a los cultivos (una de las razones por las que la ofrenda del Ómer se ofrecía en este momento).2

  • Desde la Primera Cruzada hasta los pogromos y los líbelos de sangre, este fue un período especialmente brutal para los judíos, cuando asesinaron a comunidades enteras de decenas de miles de judíos.3

  • Los místicos enseñan que estos días son días de juicio y severidad.4

Sin embargo no es ninguna de estas causas la que se da como la razón clásica para el período de duelo. Se nos enseña que el duelo se debe a la muerte de los 24.000 alumnos de Rabí Akiva.

¿Por qué prestamos tanta atención a estos 24.000 alumnos? Sí, por cierto fue un evento trágico, pero el pueblo judío lamentablemente experimentó muchas tragedias mayores en el último milenio. No tenemos que volver más que 75 años atrás para ser testigos del peor holocausto perpetrado contra el pueblo judío. ¡Seis millones de judíos!

El Talmud dice que la razón por la que murieron los 24.000 alumnos fue porque no se respetaban lo suficiente entre ellos. De acuerdo, no era un buen comportamiento, pero nunca fuimos ángeles. La Torá está repleta de defectos humanos. ¿Por qué esta tragedia en particular fue tan importante como para que guardemos duelo durante un período tan largo?

La respuesta es que Rabí Akiva era el mayor sabio de la época. Él es famoso por adherir a “Veahavta lereajá kamoja", 'ama a tu prójimo como a ti mismo'. Sus estudiantes eran la crème de la crème, los mejores y los más selectos, y fracasaron en una mitzvá interpersonal básica. Podemos asumir que estos estudiantes cumplían todas sus obligaciones de la Torá (kashrut, Shabat, tefilín, tzedaká), y sin duda estudiaban Torá todo el día. Pero al parecer no se manifestaron mutuamente el respeto necesario, e Hilel dice que “ama a tu prójimo como a ti mismo” es equivalente a toda la Torá. Si no pudieron cumplir ese mandamiento entonces fue como si socavaran todo su estudio y todas sus observancias.

En tiempos normales, quizás no hubieran sido sujetos a un juicio tan estricto. Pero esos estudiantes fueron sometidos a un minucioso escrutinio porque eran grandiosos y tenían el maestro más ilustre posible.

También señalan que este período tenía un potencial para ser la era mesiánica. Si los alumnos de Rabí Akiva hubieran triunfado en la cualidad de amar a los demás, el Mashíaj podría haber llegado en ese momento. Su fracaso llevó a la nación judía en la dirección opuesta. Los estudiantes murieron y ellos “mataron” la posibilidad mesiánica en ese momento. Por esta razón guardamos duelo durante un período tan largo. No fue sólo una tragedia más. Fue la tragedia; el pueblo judío perdió la oportunidad más increíble. Y desde entonces, guardamos duelo.

¿Cuál es la esencia del atributo negativo de no manifestar respeto los unos a los otros?

Creo que la esencia es el ego, el elitismo y la arrogancia. Cuando uno se siente superior a otro, no se ve inclinado a respetarlo. “Yo soy mejor que tú”. “Yo hago x, y y z, mientras tú sólo haces x e y”. “Yo soy más inteligente”. “No tengo que valorar lo que haces por mí, tú debes estar agradecido por lo que te doy”.

La arrogancia de menospreciar a los demás es una terrible transgresión. “No necesito escuchar a nadie porque yo soy lo máximo”. “Yo soy rico, por lo tanto soy más importante”. “Soy inteligente, por lo tanto soy mejor”. “Soy un líder destacado, por lo tanto soy grandioso”.

Pero Dios no tolera semejante arrogancia.

Por eso suenan las sirenas. En particular durante este período. Para todo el mundo. Y para nosotros, los judíos que nos preguntamos por qué parece que específicamente nuestras comunidades (la aparente crème de la crème) sufren de forma desproporcionada.

Debemos preguntarnos: “¿Cómo tratamos a los demás?”, tanto en las relaciones interpersonales, o en los negocios, como en las luchas entre facciones. ¿Somos justos con los demás o nos aprovechamos de lo que percibimos como nuestra fuerza e invencibilidad? ¿Somos agradecidos con las personas que hacen cosas por nosotros? ¿O que trabajan para nosotros? ¿Somos arrogantes? ¿Miramos a otros judíos con una sensación de elitismo?

Tenemos que aprovechar este tiempo en cuarentena, inundados por un aluvión de noticias tristes, para ver que toda la humanidad fue creada betzelem Elokim, 'a imagen de Dios'. No hay lugar para la arrogancia. El Coronavirus no diferencia entre edad, género, religión ni nacionalidad. Dios le está mostrando esto a todo el mundo.

Voy a terminar con un relato del Talmud sobre la muerte de los discípulos de Rabí Akiva que tiene una extraña resonancia con la pandemia que enfrentamos en la actualidad:

Dicen que Rabí Akiva tenía 12.000 parejas de discípulos desde Gabbatha hasta Antipatris; todos ellos murieron al mismo tiempo porque no se trataron mutuamente con respeto. El mundo permaneció desolado [de Torá] hasta que Rabí Akiva fue a nuestros Rabinos del sur y les enseñó Torá a ellos. Ellos fueron Rabí Meir, Rabí Iehudá, Rabí Iosi, Rabí Shimon y Rabí Elazar ben Shamua, y ellos fueron quienes revivieron la Torá en ese momento.

Un tana enseñó: Todos los 24.000 discípulos de Rabí Akiva murieron entre Pésaj y Shavuot. Rabí Jama bar Aba, y algunos dicen que fue Rabí Jía bar Avin quien dijo: Todos ellos tuvieron una muerte cruel. ¿De qué se trató? Crup.5

Crup, como el Coronavirus, es una inflamación asociada con una infección que provoca dificultades respiratorias y que se transmite por las gotitas de la respiración.

Examinemos nuestro ego, nuestros sentimientos de elitismo, y agreguemos eso a nuestra habitual teshuvá, tefilá y tzedaká (arrepentimiento, plegaria y caridad), para lograr anular este mal decreto.

Esperemos que gracias a la bondad y la misericordia Divina, el Lag BaÓmer de este año (el día en que terminó la plaga que afectó a los estudiantes de Rabí Akiva), tenga lugar más temprano.


Fuentes:

  1. Ver Jok Iaakov sobre el Shulján Aruj, Oraj Jaim 493:3

  2. Ver Mishná, Eduiot 2:10; ver también Jok Iaakov Ibíd.

  3. Aruj ha-Shulján, Oraj Jaim 493:1

  4. Pri Etz Jaim, Shaar Sefirat ha-Ómer 7; Shaar ha-Kavanot, Sefirat ha-Ómer 12.

  5. Talmud, Ievamot 62b.

 

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