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Me doy cuenta de que tengo mucha suerte, pero incluso así, la pandemia me está poniendo al límite.
Pareciera ser que estoy “canalizando” a través de mí una vieja canción de Animals en estos días: "Tenemos que salir de este lugar. Aunque sea la última cosa que hagamos…". Así me siento yo cada día. ¡Tengo que salir de mi casa! Lo más lejos posible de los mismos muebles y quehaceres y polvo y cenas y…
Me estoy volviendo loca. Y sé que no estoy sola en esto. Creo que más de la mitad del mundo se ha unido a mí en mi frustración. Y a pesar de la falta de una cura milagrosa o del desarrollo exitoso de una vacuna, la verdad es que no aguanto más. ¡No es un pensamiento racional ni lógico, ni tal vez cuerdo! De hecho, he sido muy cuidadosa todo este tiempo, pero ahora, me estoy preparando para abrir las puertas de par en par, porque realmente me estoy volviendo loca.
Me doy cuenta de que tengo mucha suerte. Tengo una casa amplia. El clima ha estado bastante agradable. Tengo un trabajo que puedo realizar online. Tengo un patio trasero. Tengo algunos nietos que viven cerca y que se están refugiando con nosotros. Tengo a mi esposo y a mis dos hijos que están atrapados en casa (¡y que también están —peligrosamente— a punto de enloquecer!). Tengo clases para enseñar a través de Zoom y artículos para escribir y todo tipo de trabajo significativo que hacer. Realmente no me puedo quejar. Pero sin embargo... ¡Me estoy volviendo loca!
Por supuesto, humanamente hablando, podemos soportar más. Pienso en Natan Scharansky pasando años de confinamiento solitario en una prisión de la KGB. Pienso en los pequeños escondites en los que los judíos se escondieron durante el Holocausto, viviendo de algunos restos de comida que podían conseguir y temerosos de asomar sus cabezas para echar un vistazo. Pienso en las personas inocentes que fueron encarceladas por muchos años por crímenes que no cometieron. Hay tantas personas —tanto ahora como en el pasado— que quedaron atrapadas en condiciones mucho peores, con mucha menos esperanza de libertad o escape. Pero aún así, ¡me estoy volviendo loca!
Y, paradójicamente, también estoy atrapada por mi miedo: miedo a aventurarme, miedo a exponerme, simplemente miedo. Todos los demás seres humanos son ahora portadores potenciales de enfermedades. Instintivamente nos acercamos para un abrazo y retrocedemos con miedo. En una visita al médico (mi única salida) recientemente, la enfermera sin guantes intentó pasarme un bolígrafo. Salté hacia atrás sin pensar y ella, un tanto avergonzada, se puso guantes y limpió el bolígrafo. Tal vez debería haber utilizado guantes desde un comienzo, o tal vez se estaba lavando las manos sin parar y no los necesitaba, de cualquier manera, no confío; la inquietud que todos sentimos; los cálculos constantes…
No hemos visto a mucha gente últimamente, pero la verdad, el otro día nos permitimos una breve visita (guardando las directrices de distanciamiento social obviamente), porque… lo adivinaste… ¡Me estoy volviendo loca! Y en aquella reciente visita, mi amiga —que también afirmó cumplir con un estándar social rígido a raíz del virus— comenzó a enumerar a todas las personas que había visto recientemente y, lo que es más importante, las circunstancias. Me encontré retrocediendo lentamente hacia atrás en mi silla a medida que la lista se hacía más y más larga. Ya no me siento cómoda cerca de ella y eso es triste…
Sé que Hashem dirige el mundo y que si estamos destinados a enfermarnos —Dios no lo permita— nada de lo que hagamos podrá evitarlo. Pero, por otro lado, se supone que debemos hacer un esfuerzo razonable y “no confiar en milagros”. Creo que sé más o menos qué es lo que dictaría la razón, pero ¿acaso la razón debe tener en cuenta el hecho de que me estoy volviendo loca?
Creo que sí debería. Es solo una cuestión de cuánto peso darle a las cosas. Creo que el mundo entero está realizando una reevaluación de ese equilibrio en este momento. Debido a que parece haber un llamado colectivo de "realmente nos estamos volviendo locos" y las políticas gubernamentales, además de velar por la salud de los ciudadanos, también deben responder a este sentimiento / necesidad.
Espero que logremos un equilibrio deliberado e inteligente. Espero yo lograr un equilibrio deliberado e inteligente (¡y espero que descubramos una vacuna antes de lo imaginado!). Un médico amigo nuestro dijo que no planea subir a un avión hasta al menos enero de 2021. Eso me envió de vuelta a la madriguera de la desesperación. "Pero él no tiene nietos que viven a 3.000 kilómetros de distancia", me dije a mí misma. Él tiene a toda su familia reunida en un solo lugar. Tal vez haría una elección diferente si no fuera esa su realidad. No lo sé. Tal vez no necesito que me influyan sus elecciones. Hay médicos a favor y en contra, hay especialistas a lo largo de todo el espectro de opiniones sobre este tema…
¡Todo lo que sé es que me estoy volviendo loca! Y que estoy elevando e intensificando mis plegarias para que Hashem levante esta plaga de una vez por todas y nos permita regresar a una vida de conexión y unión, en lugar del aislamiento y la distancia que estamos experimentando ahora.
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