La solución ante la nueva ola de terror

7 min de lectura

La alternativa judía ante la desesperanza.

Mientras continúa la ola de terror en Israel, con múltiples ataques perpetrados diariamente por árabes con cuchillos, armas y automóviles para asesinar a civiles judíos inocentes, la población judía protesta y demanda que nuestro gobierno haga más para proteger a sus ciudadanos. Luego de que un niño de 13 años fuera acuchillado junto a otro hombre en el barrio de Pisgat Zeev el 12 de octubre, los ciudadanos realizaron una protesta.

Una de las protestantes, Tovi Harari, declaró: “Como podrán ver, estamos en un estado de temor; temor de enviar a nuestros hijos a la escuela. Yo no he mandado a mi hija a la escuela por tres días”.

“La situación no puede continuar así. Tiene que haber algún tipo de solución. El Primer Ministro tiene que despertar y entender que no podemos continuar así. Acuchillan en las calles, y no tenemos ningún tipo de seguridad. Uno no puede caminar por las calles. No recuerdo que haya habido algo como esto”.

Nunca hubo una situación como esta.

Cuando le preguntaron a la Sra. Harari qué solución proponía, ella titubeó: “¡Si tan sólo yo tuviera la solución! El Primer Ministro debe pensar en ello. Implementar un toque de queda, no lo sé… para eso es primer ministro… Es simplemente demasiado atemorizante salir de la casa… En este preciso instante se lleva a cabo la protesta, por eso vinimos todos juntos, pero en general las calles están silenciosas. No hay nadie aquí”.

Yo he vivido en Israel por 30 años, he pasado seis guerras y estoy de acuerdo con Tovi Harari: Nunca ha habido una situación como esta. En el pasado, cuando estábamos bajo ataque, Israel siempre tenía una solución militar. Durante la Guerra del Terror del 2000-2004 (llamada comúnmente la “Segunda Intifada”), cuando los terroristas suicidas asesinaban judíos en buses, cafés, centros comerciales y Bar Mitzvas, las FDI fueron a las bases de los terroristas, situadas en ciudades controladas por la Autoridad Palestina, y erradicaron las células terroristas que enviaban a los atacantes. Cuando Hamás lanzó miles de misiles desde Gaza hacia Israel, las FDI llevaron al enemigo a su rendición mediante ataques aéreos y por tierra.

Pero ahora, sin embargo, la mayoría de los ataques terroristas no han sido perpetrados por células terroristas, sino por individuos que no necesitan nada más que un cuchillo de cocina para matar a un judío. Los terroristas son tanto mujeres como hombres; árabes israelíes como residentes de la Autoridad Palestina; estudiantes universitarios de clase media como marginados sociales; e incluso jóvenes de 13 años. ¿Cómo derrotas a un enemigo que está tan entrelazado con tu sociedad?

El terrorista que el 13 de octubre estrelló su automóvil contra una estación de buses de Jerusalem y luego saltó hacia afuera y utilizó un machete para matar a Rav Yeshayahu Krishevsky y herir a varios otros, era un árabe israelí que trabajaba para Bezeq, la compañía nacional de telefonía. El terrorista realizó el ataque utilizando un automóvil de Bezeq.

Posteriormente, Bezeq emitió un comunicado expresando su “profunda rabia”, declarando que estaban rezando por las víctimas heridas. Luego agregaron: “Enfatizamos que no hubo señales de alerta, y no hubo cambios claros en el comportamiento del trabajador que podrían haber ayudado a prevenir este acto de terror”.

No hubo señales de alerta. No había como prevenir el acto de terror. Entonces, ¿qué podemos hacer?

No parece haber una solución política o militar.

El primer ministro Netanyahu ha llamado nuevamente a una reunión de emergencia del gabinete de seguridad. La mañana luego del doble asesinato en la Ciudad Vieja, el gabinete aprobó un montón de medidas de emergencia. Sin embargo, el terrorismo no ha disminuido. Exigir que el primer ministro detenga el terrorismo es tan inútil como pedir que acabe con el antisemitismo europeo.

A pesar de que las fuerzas de seguridad deben hacer todo lo posible para acabar con el terrorismo, nuestra triste realidad es que esta vez no parece haber una solución militar o política.

Desesperanza e irracionalidad

La desesperanza lleva incluso a la gente más inteligente y bienintencionada a irracionales —y peligrosas— conclusiones. Los Acuerdos de Oslo, los cuales no causaron más que la muerte de mil hombres, mujeres y niños israelíes, es un gran ejemplo de esto.

Leil Leibowitz, en un artículo publicado en la revista Tablet luego del asesinato de Eitam y Naama Henkin en manos de terroristas, opinó elocuentemente:

[Israel] ha aceptado riesgos de seguridad que ningún país occidental consentiría, y le ha permitido a grandes y poderosos ejércitos terroristas, armados desde el extranjero, situarse en territorios que fueron intercambiados por nada, en un particularmente peligroso lugar de mundo…

Si ya no se están efectuando conversaciones de paz, entonces el Gobierno de Israel debería realizar una campaña definitiva en contra de quienes les disparan a madres y padres frente a sus propios hijos, una campaña enfocada en destruir la infraestructura que nutre este tipo de terrorismo.

Sin embargo, pocos días después de la publicación, y luego de reiterados ataques a lo largo de Israel, el Sr. Leibowitz ofreció una solución diferente:

…el plan de retiro unilateral en el cual estaba trabajando Ariel Sharón antes de tener una hemorragia cerebral. Mira un mapa de Judea y Samaria, cómo hacia Sharón varias veces al día, y te darás cuenta de que la mayoría de las comunidades judías están alineadas de forma tal que podrían permanecer como parte de Israel si Israel decidiera anexar unilateralmente una pequeña franja de Cisjordania. Anéxenla, y anexen también el vallé del Jordán, una pequeña y despoblada área que es esencial para mantener la seguridad de Israel… Entonces Israel podría erguir un gran muro, una práctica que ha mostrado ser exitosa durante la última década para detener a los más sanguinarios terroristas palestinos y evitar que puedan llegar hasta sus objetivos en Israel, y escoltar a todos los prisioneros palestinos que se encuentran actualmente en Israel al otro lado de la barrera… y esperar.

¿Cuál es la brillante sugerencia del Sr. Leibowitz? ¿No es una “retirada unilateral”, como la que impuso Ariel Sharón sobre las florecientes comunidades judías de la Franja de Gaza, lo cual llevó a miles de misiles a ser disparados contra pueblos y ciudades israelíes y lo cual ha requerido de dos costosas operaciones militares para detener la matanza? Sharón nos aseguró que si luego de que todo colono y soldado israelí se hubiera retirado de Gaza, el gobierno de Gaza osaba a disparar misiles por sobre la frontera reconocida internacionalmente, Israel tomaría fuertes medidas y el mundo nos apoyaría. Vivimos —y morimos— en el escenario contrario. Hamás disparó miles de misiles antes de que pudiéramos tener la aprobación política para contraatacar, y el mundo estaba enfurecido por nuestra reacción de defensa.

Y ahora el Sr. Leibowitz, quien suele pensar con claridad, recomienda la misma solución; sólo que esta vez, en lugar de lanzar misiles a Sderot y al bajamente poblado sur, los terroristas de las áreas aledañas lanzarán misiles a nuestro aeropuerto internacional y a las ciudades de Tel Aviv y Jerusalem, que es donde viven la mayoría de los israelíes. ¿Y qué hay de las ciudades mixtas de Ramle y Lod? ¿Qué hay de los ciudadanos árabes de Israel que viven cerca de Haifa y Nazaret, quienes realizan marchas a favor del terrorismo? ¿También los “escoltarás” al “otro lado de la barrera”?

Cuando no hay una solución racional, incluso la gente inteligente recurre a la irracionalidad. Me gustaría proponer una solución supra-racional.

Ecos de 1967

Sólo una vez en el pasado Israel vivió una desesperanza como esta. Fue en 1967, cuando Gamel Abdal Nasser prometió conquistar Israel y “lanzar a los judíos al mar”. Con cuatro ejércitos árabes acechando nuestros bordes, y viéndonos superados en número de aviones, tanques y tropas, Israel esperó desesperanzado a ser derrotado. El primer ministro Levi Eshkol estalló en llanto durante un discurso radial a la nación. El rabinato consagró todo parque de Israel como cementerio. La broma de humor negro de turno era: “El último que apague la luz”.

Entonces, milagrosamente, en seis días, Israel venció a sus enemigos, capturó todos los principales lugares sagrados judíos y triplicó su territorio.

Los historiadores militares le atribuyen el crédito de la victoria al hecho que Israel voló por debajo del radar y destruyó toda la fuerza aérea egipcia durante la primera hora de la guerra, el 5 de junio. Pero Ehud Yaari, el eminente periodista militar israelí, escribió en un artículo publicado en 1992 en el Jerusalem Report sobre las muchas “coincidencias” y los improbables contratiempos que permitieron el éxito del sorpresivo ataque israelí. Por dar algunos ejemplos:

El representante de la inteligencia del ejército [egipcio] en El Arish advirtió el 5 de junio a las 4 a.m. que el ataque comenzaría en cualquier segundo. Su mensaje llegó a tiempo al búnker del comandante Amer; un ayudante firmó una copia, pero nadie se molestó en ir a buscar a Amer.

En la mañana del ataque, los oficiales egipcios que estaban en la estación de radares en Ajlun, en Jordania del norte, descubrieron a la fuerza aérea israelí y enviaron una señal de alerta roja a El Cairo. El sargento que se encontraba en la sala de decodificación del comando supremo intentó descifrar el mensaje utilizando el código del día anterior y falló en hacerlo. Dejó el mensaje a un lado y se olvidó de él. El mensaje fue también recibido en la sala de operaciones del personal general, pero no había ningún oficial de turno para recibirlo.

Inmediatamente luego de la Guerra de los Seis Días, Moshé Dayán, el héroe militar con el parche en el ojo, quien fuera Ministro de Defensa de Israel, visitó el recientemente liberado Kótel. Como es la costumbre ancestral, puso una nota entre las piedras milenarias. Tan pronto como se fue Dayán, los periodistas extrajeron irreverentemente la nota y la leyeron. El héroe militar secular había escrito una cita de Salmos: “De Dios ha sido esto; es maravilloso a nuestros ojos”.

La desesperanza se transformó en victoria mediante la intervención divina. No tenemos otra solución.

Los dos pasos

El universalmente famoso programa de los 12 pasos es un ejemplo de éxito probado sobre cómo se puede transformar la desesperanza en victoria al dirigirse a Dios y pedirle ayuda. Los dos primeros pasos son:

Admitimos que somos impotentes respecto a ______, que nuestras vidas son ingobernables”.

Hemos llegado a creer que un poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio”.

Obviamente esta es la misma fórmula que liberó a nuestros ancestros de la esclavitud del imperio más poderoso y avanzado del mundo antiguo: Egipto. Los oprimidos israelitas habían esperado una solución política, que cuando muriera el faraón, éste sería reemplazado por un gobernante más humanitario. Cuando el nuevo faraón probó ser incluso peor que su predecesor, los esclavos israelitas, en desesperación, clamaron a Dios. La respuesta divina fue los milagros del Éxodo.

Quizás por eso la Torá nos ordena relatar la historia de la liberación de Egipto a nuestros hijos a lo largo de las generaciones. Este es el paradigma judío: cuando la desesperanza nos obliga a dirigirnos hacia Dios, comienza la redención milagrosa.

En este momento me encuentro sentada en mi casa, en la Ciudad Vieja de Jerusalem, y escucho las sirenas de la policía y de las ambulancias que se encaminan hacia otra escena de terror, otra escena de sangre judía derramada por quienes creen que matar judíos es su boleto al paraíso; en este momento fácilmente podría caer en la desesperanza. Pero en lugar de eso, clamaré a Dios para que nos redima. Sé que Dios puede enviar una solución en formas que nosotros ni siquiera imaginamos.

Como dijo David Ben Gurion, el primero en ocupar el cargo de primer ministro de Israel: “En Israel, si no crees en milagros, no eres realista”. 

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