La verdadera libertad, incluso en cuarentena

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La verdadera libertad no tiene nada que ver con nuestras circunstancias externas, con que podamos o no ir a comer afuera. Se trata de nuestra capacidad de elegir.

Ahora que muchos fuimos suficientemente afortunados como para ser vacunados, hay en el aire una sensación mayor de libertad, y uno puede verse tentado a comentar respecto a la proximidad de esta experiencia con la festividad que ejemplifica la libertad. Si bien la vacuna definitivamente es una causa para sentir gratitud y permite mayor libertad física (y quizás también emocional), no es esa la libertad que celebra Pésaj.

Uno incluso puede llegar a argumentar que durante este último año de desafíos, también tuvimos disponible esa misma libertad. Para algunos quizás todavía más (claramente no para los padres de niños pequeños), dado que la interrupción de ciertas obligaciones nos dio más tiempo para pensar. Pero en todas las situaciones y con todos los desafíos (y no minimizo los más terribles), la verdad es que durante el último año fuimos totalmente libres, lo hayamos sentido o no.

Porque la verdadera libertad no tiene nada que ver con nuestras circunstancias externas, nada que ver con poder o no salir a comer afuera, con que los teatros estén abiertos o que los fanáticos puedan ir a ver un partido de fútbol.

Y, con disculpas a los niños, la verdadera libertad ni siquiera tiene nada que ver  con que las escuelas den clases presenciales o a distancia.

La verdadera libertad es únicamente un reflejo de esta capacidad para elegir.

Aunque durante el último año es posible que cosas importantes se hayan visto disminuidas o perdidas, nuestra libertad esencial para elegir no desapareció. Nuestro libre albedrío permaneció intacto. Pudimos seguir escogiendo cómo pasar nuestro tiempo, cómo tratar a las personas que nos resultan importantes (muchas de las cuales viven con nosotros), las formas en que nos gustaría crecer, la actitud que deseamos tener ante los desafíos de la vida con COVID.

En el último año hubo muchas pérdidas, pero en medio de todo eso nuestra libertad permaneció intacta. Podemos seguir eligiendo, esperemos que bien y con sabiduría.

Al llegar Pésaj, ahora es un buen momento para mirar hacia atrás y ver cómo podemos aprovechar las oportunidades que tuvimos este último año. ¿Valoramos nuestra libertad para elegir? ¿Qué clase de elecciones tomamos?

Pésaj nos da la oportunidad de reconectarnos con nuestra libertad y volver a comprometernos para seguir adelante, sin importar las circunstancias en las que nos encontremos. No está todo perdido. Sin importar lo que hayamos hecho en el pasado, nuestro momento de elegir es ahora mismo. Todavía podemos experimentar esa libertad. Todavía podemos aprovechar a pleno la oportunidad. Todavía podemos sentirnos agradecidos por el mayor regalo, el regalo del libre albedrío, el regalo que nos convierte en una creación a imagen Divina.

Fue un año de desafíos, en el cual aparentemente nos quitaron muchas cosas. Al reflexionar sobre la próxima festividad de Pésaj , comprometámonos a no permitir que ninguna fuerza externa (ni interna) nos quite también nuestro libre albedrío.

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