Crecimiento personal
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Una persona emocionalmente madura se conoce a si misma, tiene vitalidad y paz interior.
A lo largo de nuestras vidas experimentamos una variedad de sentimientos incómodos y a veces no deseados. Siempre tenemos una elección. Podemos reconocerlos y tomar responsabilidad por ellos o tratar de ignorarlos y deshacernos de ellos. Lamentablemente, la segunda opción sólo lleva a sufrir mayor dolor emocional y problemas psicológicos más complicados, como la depresión. Tal como el dolor físico indica que algo está mal con el cuerpo, el dolor emocional indica que algo está mal con el alma.
Los sentimientos son información y tienen significados singulares para cada persona. Ellos son nuestros "maestros" por así decir. El camino al autodescubrimiento y a un mayor autoconocimiento implica revelar las lecciones ocultas en nuestros sentimientos y ser capaces de escuchar los mensajes que ellos vienen a enseñarnos.
Algunos sentimientos como el enojo, la tristeza, la soledad, la culpa, la vergüenza, la ansiedad y el vacío pueden ser difíciles e insoportables. La tolerancia afectiva es la habilidad de soportar esa clase de incomodidades. Las personas que no pueden tolerar las emociones intensas buscan formas de anestesiarse para deshacerse del dolor. Esto puede brindar un poco de alivio de forma inmediata, pero a menudo resulta en un sufrimiento a largo plazo.
Hay tres pasos para procesar nuestros sentimientos:
Muchas personas tienen áreas específicas en las que son vulnerables a una hiperreactividad y a perder el control. Cuando nos desbordamos de emociones no podemos pensar claramente y tomar buenas decisiones. Tener consciencia de los desencadenantes personales es uno de los aspectos más importantes del autoconocimiento.
Cuidar nuestras necesidades emocionales es un aspecto crucial. Las personas que son pasivas o complacientes sufren, porque a menudo creen que sus necesidades no importan. Ellas se privan emocionalmente mientras esperan que los demás de alguna manera descubran lo que necesitan sin que tengan que pedirlo.
Aceptarse a uno mismo es la base de una buena autoestima. Las personas que no se aceptan tienden a reprenderse a sí mismas, lo cual va acompañado de vergüenza. La vergüenza es la experiencia emocional subyacente a una baja autoestima. Cuando identificamos algo que no nos gusta sobre nosotros mismos tenemos tres opciones: sentir vergüenza y juzgarnos como defectuosos, aceptar nuestras debilidades como parte del hecho de ser un ser humano limitado e imperfecto o hacer cambios para mejorar.
Las personas emocionalmente maduras piden ayuda cuando se sienten atoradas o abrumadas por los desafíos de la vida. No tienen vergüenza de pedir ayuda ni de recibirla. Aceptan sus limitaciones y no sufren solas con sus problemas.
Para conectarse profundamente con otras personas es necesario abrirse emocionalmente y dar lugar a la vulnerabilidad. Ser vulnerable significa tomar el riesgo de revelar aspectos personales y sensibles. Dejar que otros nos “vean” es esencial para poder vincularnos profundamente.
Las personas emocionalmente maduras están en sintonía con los sentimientos de los demás. Ellas escuchan porque entienden que uno de los mayores actos de bondad es escuchar el dolor del otro. Cuando valoramos los sentimientos del otro, también lo valoramos como persona. Cuando descartamos sus sentimientos, lo menospreciamos. La sintonía emocional da poder y fortalece. La falta de sintonía emocional quita poder y debilita.
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