Las lecciones eternas de Janucá

29/12/2024

4 min de lectura

Al igual que los macabeos, los judíos tenemos que mantenernos firmes en los valores que el judaísmo trajo al mundo.

Al encender las velas de Janucá, reflexionamos sobre la antigua victoria que tiene un profundo significado en la actualidad. La historia de Janucá es más que el relato de un triunfo militar; es un manifiesto espiritual relatando el enfrentamiento entre dos perspectivas del mundo: la glorificación helenista del poder y la belleza, y la ética judía del propósito Divino y la vida ética.

Este antiguo conflicto no se limitaba tan sólo a la tierra o a los recursos sino que se trataba del propósito de la humanidad.

Los griegos trataron de extinguir la luz de la Torá, el marco judío de santidad, monoteísmo ético y responsabilidad moral. Ellos prohibieron el Shabat, la circuncisión y el estudio de la Torá, atacando los pilares de la identidad judía, del propósito y de la continuidad. Su campaña no era sólo contra los judíos, sino contra los valores que el judaísmo trajo al mundo.

Un patrón recurrente

Vemos este patrón a lo largo de la historia. Desde la esclavitud del faraón hasta e plan de Hamán, la Inquisición, el Holocausto, las purgas soviéticas y el terrorismo islamista actual, el mal siempre encuentra a los judíos y trata de erradicar sus valores.

Adolf Hitler entendió esta guerra contra los valores eternos con una claridad espeluznante. Él despreciaba al judaísmo no por su gente, sino por sus principios, los que consideraba como la antítesis de su ideología de poder y conquista.

En Mein Kampf, él escribió: "Si Alemania se libera de esta amenaza [de los judíos], el mayor de todos los peligros para los pueblos puede considerarse eliminado para el mundo entero". Él consideraba que los principios judíos de compasión, amor y dignidad universal eran una amenaza directa a su visión de dominio y supervivencia del más fuerte. Este reconocimiento, en su mente, exigía una "solución final".

En 1941, en una conversación con el Muftí de Jerusalem, Haj Amin al-Husseini, Hitler explicó: "Esta es una lucha decisiva… ideológicamente [la guerra] es una batalla entre el nacional socialismo y los judíos". Él consideraba que la guerra no era meramente militar, sino un choque de visiones opuestas del mundo.

Los islamistas radicales, comenzando por el muftí que pasó los años de guerra como huésped —y aliado— de Hitler en Berlín, y continuando hasta la actualidad, han asumido este mantra en la era moderna, tratando de destruir a Israel y la influencia judía como parte de su guerra contra el Occidente y sus ideales arraigados en la ética judeocristiana.

El antisemitismo no es mera envidia económica o tensión social. Es un rechazo del mensaje moral y espiritual que encarna el judaísmo.

Rafael Shore explora esta dinámica en su libro Who's Afraid of the Big Bad Jew? (¿Quién le teme al gran y malvado judío?), mostrando cómo la persistencia, la intensidad y universalidad del odio a los judíos exige que miremos más allá de las explicaciones convencionales que limitan el odio a los judíos a una simple intolerancia o a la necesidad de encontrar un chivo expiatorio.

El odio a los judíos refleja el reconocimiento, a menudo inconsciente, del poder transformador del impulso y los valores judíos, que desafían a las ideologías opresivas y a la autocomplacencia moral.

Las lecciones eternas de Janucá

Janucá nos enseña no sólo por qué los judíos son odiados, sino también cómo responder. Los macabeos se negaron a perder las esperanzas y asimilarse. Ellos lucharon por preservar su identidad, restauraron el Templo y volvieron a encender la menorá, un símbolo de resiliencia espiritual. Su victoria no fue sólo militar. Fue un triunfo de la luz sobre la oscuridad, del significado por encima del materialismo.

Este mensaje es urgente hoy en día. En una época de creciente antisemitismo, debemos responder con coraje moral y espiritual. Janucá nos alienta a reconocer que aceptar nuestra identidad no es sólo lo que nos permite sobrevivir, sino que es nuestra misión.

La historia de Janucá cuenta sobre un pequeño grupo de personas con convicciones que se enfrentan a una adversidad abrumadora. Ellos arriesgaron todo para proteger valores más grandes que ellos mismos. Quemaron los puentes del conformismo y la apatía, sabiendo que lo que iban a perder palidecía al lado de lo que estaban defendiendo.

Iluminar la oscuridad hoy en día

Este entendimiento altera la conversación. Si el antisemitismo es un rechazo a los valores judíos, entonces nuestra respuesta no puede limitarse a la supervivencia física o a la defensa política. Debe implicar una nueva dedicación a los mismos principios que convirtieron a los judíos en blancos a lo largo de la historia.

Al encender la janukiá recordamos que la batalla entre la luz y la oscuridad continúa. El pueblo judío tiene una misión sagrada, y cada generación, cada uno de nosotros, debe estar a la altura.

Esto implica ver la guerra actual contra los islamistas y la doble moral mundial no como un incidente aislado, sino como parte del odio más antiguo. Significa compartir los valores judíos en un mundo hambriento de claridad moral. El odio a los judíos no es una razón para retroceder, sino una llamada a comprometernos más profundamente con nuestra fe.

Cada uno puede ser un recipiente para esa luz que disipa la oscuridad. Y no hablamos sólo de tomar una postura en las redes sociales; hablamos de tener conversaciones con amigos, vecinos y colegas, incluso cuando sea incómodo.

Implica dar vida a las tradiciones en nuestros hogares, no sólo como rituales, sino como actos que nos conectan a la espiritualidad, el sentido y a nuestra identidad. Encender la menorá no es sólo festivo. Es una meditación sobre el milagro viviente de la supervivencia judía y la responsabilidad de mantener viva esa llama.

Los macabeos no lucharon sólo por ellos mismos. Lucharon por sus valores, por su futuro y por la luz que sigue ardiendo hoy en día. Al honrar su legado, nos mantengamos juntos, orgullosos y sin miedo, quemando los puentes que nos impiden hacerlo e iluminando el camino hacia adelante.

Una pequeña vela puede alejar un mundo de oscuridad. Hoy, a pesar de las frecuentes e hipócritas condenas, Israel es un punto de luz brillante en el mundo. Juntos, hagamos que esa luz brille todavía más.


Una versión de esta editorial apareció originalmente en el "Jerusalem Post".

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