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Con todo el dolor involucrado, la mayoría de las parejas no tratan al divorcio a la ligera.
A todos nos preocupa el terrible incremento en la tasa de divorcios en nuestra sociedad. Es tremendamente doloroso y nos hace temer por el futuro. A raíz de esta ansiedad, tratamos de identificar las razones de esta plaga y quizás de esta forma protegernos a nosotros y a aquellos que queremos para no caer entre sus víctimas. Pero tenemos que ser cuidadosos al asignar culpas.
Una de las causas que con mayor frecuencia se atribuye a la actual alta tasa de divorcio es que vivimos en una sociedad desechable y que la actitud hacia el matrimonio es: “si este no funciona lo dejaré y conseguiré otro”. Algunas personas pueden pensar de esta forma, pero no creo que sea la mayoría. Oí hablar del tema al conductor de un programa de radio, él mismo divorciado y vuelto a casar. Él describió el dolor de su divorcio, desde las dificultades del matrimonio hasta la decisión de divorciarse y los mismos procesos judiciales. Cada paso a lo largo del camino estaba repleto de dolor y, según su opinión, nadie escogería esto si sintiera que hay alguna otra opción. Él no consideraba que su matrimonio era algo desechable.
Escucharlo me abrió los ojos. Desgraciadamente a lo largo de los años hemos sido testigos de muchos divorcios, tanto dentro como fuera de la comunidad ortodoxa, y a lo largo de todo el espectro de la observancia judía. En ninguna situación la decisión fue tomada a la ligera. En ninguna situación las partes no sufrieron un tremendo dolor. En ninguna situación ellos no rezaron pidiendo tener otra opción e hicieron todo lo que estaba a su alcance para evitar divorciarse. En ninguna situación ellos consideraron que su matrimonio fuera desechable.
No sé por qué el matrimonio se ha convertido en una lucha tan grande. Por cierto, cada generación tiene sus propios desafíos. Yo creo que la mayoría de los hombres y de las mujeres entran al matrimonio con esperanzas y optimismo, dispuestos a darlo todo.
Vivimos en una época muy confusa. La gente se siente más vulnerable y más ansiosa que en las generaciones pasadas. La comunidad se ha separado y las familias están repartidas por el mundo. Hay más enfermedad mental (detectada o no, curable o no), más abuso de sustancias y adicciones, más violencia domestica e inmoralidad sexual, mayor desempleo y menor estabilidad económica. Hoy en día hay muchas presiones sobre los matrimonios.
Además, creo que hay mayores expectativas. Se espera que un esposo o esposa sea “mi todo”. Debería resolver mis problemas y prevenir la soledad, hacerme feliz y mantenerme satisfecho. Ningún ser humano puede proveer eso para otro y si esperamos que nuestra pareja lo haga estaremos en un constante estado de frustración y decepción.
Estas son sólo algunas posibles sugerencias; hay muchas razones potenciales para el divorcio y por cierto no planeo hacer aquí una lista de todas ellas. Necesitamos examinar el tema con cuidado para poder abordar apropiadamente los problemas.
Las parejas jóvenes necesitan nuestra ayuda y nuestro apoyo para lograr que sus matrimonios funcionen. Las parejas que se están divorciando necesitan nuestra empatía y comprensión. Tenemos que ser cuidadosos de no juzgarlos. No sabemos realmente qué ocurre cuando se cierra la puerta. La Torá dice que cuando una pareja se divorcia, Dios llora. También nosotros deberíamos llorar. Sólo entonces podremos comenzar a sentar las bases para un futuro más esperanzado.
¿Por qué piensas que la tasa de divorcio está en alza? Cuéntanos en la sección de comentarios, más abajo.
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