Las relaciones íntimas y el valor del matrimonio: una perspectiva judía

5 min de lectura

La cultura “liberal” que erosiona el valor del matrimonio.

Este artículo se refiere a un tema sensible. Se recomienda la discreción del lector.

Hace algunas semanas estaba en un café, tratando de leer un poco, pero me distraje por la charla entre dos mujeres de veintitantos años que estaban en la mesa contigua. Una de ellas se quejaba con su amiga de que su novio (con quien vive) no tomaba en serio la relación, daba por obvio su presencia y, por lo general, era insensible hacia sus sentimientos. Dado que ellos ya vivían juntos, yo supongo que “ser serio” se refería a alguna discusión respecto al matrimonio.

La amiga la escuchaba atentamente, pero ambas estaban perplejas ante el problema. ¿Qué podía hacer ella para que su novio se comportara con mayor consideración?

La 'madre judía' en mí quiso acercarse, tocarle el hombro y decirle: “Abandónalo, cariño. Tú mereces más respeto. Y la próxima vez no te vayas a vivir con un hombre antes de casarte... ¡Entonces sabrás que es serio!”.

Obviamente, mantuve mi boca cerrada, pero me dio pena por ella, porque sé que su problema es demasiado común en nuestros días. Una gran cantidad de mujeres, a pesar de su capacidad de mantenerse a sí mismas con carreras satisfactorias, añoran el compromiso del matrimonio. Por otro lado, hay un número cada vez mayor de “Peter Pans”, felices de mantenerse en romances sin compromiso, o en lo que se llama “amistades con beneficios”. Las mujeres no sólo superan a los hombres obteniendo títulos universitarios y con otros logros profesionales, sino también en sus aspiraciones por casarse.

El matrimonio está en abierta retirada

¿Qué es lo que causa esta enorme brecha entre las actitudes de las mujeres y de los hombres respecto al matrimonio? En su libro: Cheap Sex: The Transformation of Men, Marriage, and Monogamy, Mark Regnerus argumenta que la tormenta perfecta de desarrollos tecnológicos (la píldora anticonceptiva, y mucho más recientemente, las citas online y el amplio acceso a la pornografía), han erosionado la percepción del valor del matrimonio. En los últimos quince años, la tasa de matrimonios ha decaído continuamente mientras que las citas en línea y la pornografía se incrementaron en proporciones inmensas. Regnerus no cree que esto sea una coincidencia.

En el año 2015, el porcentaje de personas entre los 25 y los 34 años que nunca se habían casado superaba la cantidad de personas casadas de la misma edad por un 53% a un 40%

Regnerus, profesor de sociología en la Universidad de Texas, escribió sobre sus hallazgos en el Wall Street Journal, señalando que “El matrimonio está en abierta retirada”. En el año 2015, el porcentaje de personas entre los 25 y los 34 años que nunca se habían casado superaba la cantidad de personas casadas de la misma edad por un 53% a un 40%, un cambio casi completo de lo que ocurría en el año 2000, cuando los casados en el mismo rango de edades superaban a quienes nunca se habían casado por 55% a 34%.

El autor niega los argumentos que aseguran que la disminución de matrimonios se debe a preocupaciones económicas. Entre otra información, Regnerus señala un estudio de mayo del 2017 del Centro Nacional de Investigaciones Económicas que demuestra que las tasas de matrimonio se mantuvieron estancadas incluso en regiones en las cuales los sueldos y los trabajos se incrementaron por la industria de la fracturación hidráulica. Si bien la mayoría de los hombres todavía siguen deseando casarse, Regnerus asegura que ellos lo postergan para un momento futuro, para un momento en “en el cual su independencia sea menos valiosa”. La edad promedio de matrimonio para los hombres norteamericanos en la actualidad es alrededor de los 30 años. Sus conclusiones se basan en la investigación de varias empresas de encuestas nacionales, entrevistas personales con 100 hombres y mujeres, y teorías de otros científicos sociales. Sus hallazgos son tanto “directos como básicos”.

“Para los hombres norteamericanos, el sexo se ha vuelto algo bastante barato”, escribió en el Wall Street Journal. “En comparación con el pasado, muchas mujeres hoy esperan mucho menos en retorno por el sexo, en términos de tiempo, atención, compromiso o fidelidad. Los hombres, por su parte, no se sienten obligados a suplir estos bienes como ocurría en otra época”.

El avance científico que les permitió a las mujeres “jugar el partido” como un hombre y les permitió ser igual a un hombre, afectó de forma espectacular a las mujeres a quienes les interesa el matrimonio. Las mujeres económicamente independientes no necesitan casarse para tener apoyo económico, lo cual convirtió al matrimonio en una opción basada en valores. Pero a pesar de su equiparidad económica con los hombres, las mujeres permanecen a merced de los hombres, que no desean comprometerse.

Las mujeres en la Era de Tinder

La tesis del autor toca un tema sensible. Una columna de Margaret Wente en el Globe and Mail, se llamó: “¿Por qué es tan difícil encontrar hombres buenos?”. Ella citó el libro de Regnerus como evidencia del desastroso estado del mercado de citas que ella ve a su alrededor, el cual refleja una colosal falta de igualdad en las relaciones entre hombres y mujeres.

Wente escribió: “Desde que colapsó el cartel de las mujeres, el poder de negociación de las mujeres se vio seriamente erosionado. Esta es la razón por la cual tantas mujeres solteras odian Tinder, el cual ha mercantilizado el sexo en beneficio de los hombres. Las mujeres son sólo otro bien de consumo en la vidriera.

“Puede ser necesario un pueblo para criar un niño. Pero también es necesario un pueblo para criar un marido. Y la sociedad moderna en gran medida ha abdicado de la tarea. ‘El material para convertirse en un buen marido no es algo que se desarrolla naturalmente, sino que (en parte) es el producto de la socialización, el desarrollo y el control social’, escribe Regnerus. En el dominio del sexo y las relaciones los hombres actuarán con tanta nobleza como lo exijan las mujeres de forma colectiva”.

En contraste, el judaísmo considera la intimidad física como una expresión sagrada del amor entre una pareja casada. La filosofía judía considera al matrimonio como la base de una sociedad sana y el marco ideal para la estabilidad personal, espiritual y social y para la satisfacción. El judaísmo les enseña a los hombres a equiparar responsabilidad con masculinidad, y les enseña a las mujeres a entender que su poder innato de atracción debe ser valorado, es un regalo que debe entregarse sólo a un hombre que esté comprometido con ella.

Son las mujeres, y no los hombres, quienes tienden a ser explotadas en las relaciones sexuales. Los límites que la ley judía establece alrededor de la intimidad física vienen a enseñar y reforzar el autocontrol que hombres y mujeres necesitan en estos encuentros sumamente cargados para evitar la explotación emocional y física. Y como lo demuestran las tendencias actuales, la transformación del sexo de un acto protegido y consagrado en otra opción recreativa, daña a las mujeres de muchas maneras, entre ellas por el hecho de degradar la institución del matrimonio.

Por supuesto, la vida nunca es simple. Hay numerosas presiones que actúan hoy en día en contra del matrimonio, incluyendo un número cada vez mayor de hombres y mujeres que optan por vivir solos. El matrimonio tradicional judío a veces falla a pesar del marco religioso y filosófico, y muchas parejas primero viven juntas y después construyen matrimonios exitosos. Pero las tendencias que continúan devaluando el matrimonio son reales, y demasiadas mujeres han descubierto ante su espanto y frustración lo que confirmó Regnerus: la “libertad sexual” que las mujeres pensaron que las volvería iguales a los hombres en cambio a menudo las deja atascadas con Peter Pans que no van a crecer; mientras ellas ansían un matrimonio e hijos que quizás nunca llegarán.

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