

4 min de lectura
Cómo la ofrenda de Pésaj, la matzá y el maror encarnan las ideas más importantes de la festividad.
El Séder de Pésaj es uno de los eventos educativos más extraordinarios del año judío. Contamos la historia del Éxodo, la elaboramos, la discutimos, la debatimos y cantamos sobre ella, tratando de revivir parte de la experiencia a través de la comida, la bebida y acciones. ¿Cuáles son las enseñanzas principales que deberíamos llevarnos?
Para muchas personas, la lección es la importancia de la libertad; para otras, el Séder enseña sobre la intervención de Dios en el mundo; y para otras, el Séder es el símbolo de la continuidad y la supervivencia judía contra todo pronóstico. Todas estas enseñanzas son correctas, pero si sólo pudiéramos extraer tres ideas del Séder, ¿cuáles serían?
La Hagadá misma responde explícitamente a esta pregunta: Rabán Gamliel decía: "Quien no menciona estas tres cosas en Pésaj no ha cumplido con su obligación, y ellas son: Pésaj (la ofrenda pascual de un cordero), matzá (pan ázimo) y maror (hierbas amargas)".
Estos son los tres elementos centrales del Séder de Pésaj. ¿Qué representan y cómo encarnan las ideas más importantes de Pésaj?
La ofrenda de Pésaj consistió en un cordero que los judíos en Egipto sacrificaron a Dios antes del Éxodo. Consideremos el profundo coraje que esto requirió. El pueblo judío había estado esclavizado en Egipto durante siglos, influenciado por las supersticiones e idolatrías egipcias. Uno de los dioses egipcios, Jnum, es representado en el arte egipcio con cabeza de carnero y cuerpo humano. Imaginen el coraje que precisaron los judíos para tomar este símbolo sagrado de sus opresores, asarlo abiertamente y dejar claro para todos que estaban comiendo un cordero.
Imaginen el coraje que precisaron los judíos para tomar este símbolo sagrado de sus opresores, asarlo abiertamente y dejar claro para todos que estaban comiendo un cordero.
Dios les ordenó hacer esto para liberarse de su mentalidad de esclavos y romper su sometimiento ideológico a las creencias egipcias. Para nosotros, la lección de la ofrenda de Pésaj es una de orgullo y confianza en nuestra fe, en el monoteísmo y en el judaísmo en su totalidad.
El primer párrafo del Arba Turim del siglo XVI declara que cada judío debe ser "audaz como un leopardo". El Código de la Ley judía establece que un judío no debe avergonzarse al hacer lo que es correcto, sin importar la opinión de los demás. De acuerdo con la ley judía, la ofrenda de Pésaj debe ser consumida colectivamente, fomentando la reunión de la familia, vecinos, amigos y todos los participantes en la celebración. Un aspecto vital del orgullo que sentimos es nuestra profunda conexión con el pueblo judío: nuestra historia compartida y nuestro destino común.
Por lo tanto, la ofrenda de Pésaj encarna inherentemente un elemento comunitario esencial. Esta ofrenda se llama Pésaj. Dios "vio" el coraje, la fe y el orgullo de los judíos y "salteó" (pasaj) sus hogares, salvándolos y preservándolos para el Éxodo.
La matzá contrasta con la enseñanza de la ofrenda de Pésaj. Mientras que la ofrenda de Pésaj enseña orgullo, la matzá enseña humildad. La matzá es el pan de la aflicción, el sustento simple de los esclavos. Es el pan que el pueblo judío llevó consigo como provisión cuando salió de Egipto hacia el desierto.
La matzá es austera en su simplicidad: sólo harina y agua, sin el lujo de la levadura. Es plana, sin adornos y sin pretensiones, enseñándonos que cualquier logro que hayamos alcanzado como individuos o como nación no es sólo obra nuestra, sino el resultado de los talentos, oportunidades y circunstancias que Dios nos ha otorgado.
No fue nuestra inteligencia, planificación o estrategia lo que nos dio la libertad. Fue Dios quien nos sacó de Egipto.
Emergimos de Egipto a toda prisa y ni siquiera nos preparamos adecuadamente para el evento. No "salimos" de Egipto ni "escapamos"; Dios nos sacó de Egipto. No fue nuestra inteligencia, planificación o estrategia lo que nos dio la libertad. Esta puede ser la razón por la cual la ley judía requiere comer la matzá reclinados, en una postura relajada. Podemos estar relajados, porque nuestra salvación estuvo fuera de nuestras manos y fue realizada por Dios. Incluso nuestra postura al comer la matzá refuerza la lección de la humildad.
El maror, las hierbas amargas, muestran que el logro significativo requiere esfuerzo y perseverancia. En Egipto sufrimos, pero también crecimos allí. Experimentamos la opresión, pero a través de esa experiencia nos convertimos en un pueblo que comprendió el dolor del extranjero, para que podamos tratar a los forasteros con bondad y justicia.
Fuimos sometidos a trabajos forzados y explotación, pero aprendimos cuán incorrecto es aprovecharse de quienes son más débiles, pobres o simplemente diferentes. En las palabras de una famosa canción: "Sí, soy sabio, pero es una sabiduría que nació del dolor. Sí, he pagado el precio, pero mira cuánto he ganado".
La grandeza sólo se logra con perseverancia y esfuerzo, superando los obstáculos.
Cuando comemos maror, no nos enfocamos en nuestro sufrimiento, sino que reflexionamos respecto a cómo nuestras dificultades dieron lugar a bendiciones y cualidades extraordinarias.
Una lección similar se puede extraer del vino. En el Séder, estamos obligados a beber cuatro copas de vino, intercaladas a lo largo de la lectura de la Hagadá, y el vino desempeña un papel vital en casi todos los eventos importantes del ciclo de vida judía y de las festividades. En una circuncisión, el mohel le da vino al bebé para que lo primero que experimente fuera de la leche de su madre sea vino. La ceremonia de casamiento se realiza en torno a una copa de vino de la que beben el novio y la novia y el matrimonio se santifica con vino. Cada Shabat y cada festividad comienza, termina y es marcada con vino.
¿Por qué el vino?
El vino comienza como simple jugo de uva, dulce y sin pretensiones. Pero a través del proceso de fermentación, adquiere complejidad, profundidad y sofisticación. Cada persona comienza la vida como "jugo de uva": dulce, encantadora y simple. A través de las luchas de la vida, enfrentando problemas y superando la "inclinación al mal", uno se transforma en una persona más elevada, sofisticada y refinada, aunque ya no tan tierna, pero ahora es un buen vino. Cuando alcanzamos un momento en la vida, cuando experimentamos la alegría del logro o la llegada a una etapa importante, celebramos con vino. La transformación del jugo de uva en vino representa la misma idea que el maror: la grandeza sólo se logra a través de la lucha, el esfuerzo y superando obstáculos.
Por lo tanto, el Séder de Pésaj nos enseña tres lecciones fundamentales. La ofrenda de Pésaj nos inculca orgullo y confianza en nuestras creencias y en nuestra nación. La matzá nos recuerda la humildad y el reconocimiento de que nuestros logros son dones de Dios. Y el maror nos enseña que el verdadero crecimiento y la grandeza sólo se logran a través de la perseverancia y la lucha, y que el fruto de ese esfuerzo es valioso y bueno.
Estas lecciones, profundamente arraigadas en las tradiciones del Séder, siguen siendo tan relevantes hoy como en la época del Éxodo.
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.