Lecciones de liderazgo

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Vaiélej (Deuteronomio 31 )

Los grandes líderes no funcionan en el vacío. Ellos son parte de una cadena de transmisión. Están comprometidos con un pueblo o con una causa que es previa y posterior a ellos. Por lo tanto, asegurar una transición adecuada hacia su sucesor es una de las tareas más importantes que debe enfrentar un líder. Cuando Moshé pidió un sucesor, Dios le ordenó llamar a Iehoshúa y convocarlo en la entrada de la Tienda del Encuentro, para que lo preparara como líder (Deuteronomio 31:14). ¿Por qué fue elegido Iehoshúa como sucesor de Moshé? ¿Qué cualidades de liderazgo había manifestado?

Nuestro primer encuentro con Iehoshúa tuvo lugar cuando Amalek, el archienemigo del pueblo judío, lanzó un ataque sorpresa contra los israelitas en el desierto (Éxodo 17:8-16). Cuando los israelitas necesitaban de forma desesperada un líder militar, Moshé acudió a Iehoshúa. Iehoshúa nunca antes había luchado una guerra, mucho menos había guiado tropas a la batalla. Probablemente ni siquiera había visto un conflicto armado ni había estudiado estrategias militares. Sin embargo aceptó la misión y la llevó adelante con una eficacia espectacular. Al poner de manifiesto absoluta dedicación, este improvisado general del ejército no vaciló ni dudó, sino que simplemente hizo lo necesario para servir a Dios y a Su pueblo. Tres mil años más tarde, el pionero sionista Iosef Trumpeldor canalizó el mismo espíritu cuando declaró:

¿Necesitas una rueda? Aquí estoy. ¿Un clavo, un tornillo, un bloque? Aquí estoy, tómame. ¿Necesitas un hombre para labrar la tierra? Estoy listo. ¿Un soldado? Aquí estoy. ¿Un policía, médico, abogado, artista, maestro, aguatero? Aquí estoy, No tengo forma… Soy un siervo de Sion. Dispuesto a hacerlo todo, sin límites, a hacer cualquier cosa. Tengo un único objetivo: la creación.

(Nota de Iosef Trumpeldor a Zeev Jabotinsky, 1917)

Quizás el episodio más significativo de la carrera de Iehoshúa previa al liderazgo tuvo lugar cuando fue elegido como uno de los doce espías para ir a recorrer la Tierra Santa y traer un informa a Moshé y al pueblo judío (Números 13, 14). Diez espías regresaron y sembraron semillas de miedo y desaliento en el corazón de la nación al dar testimonio de que era imposible conquistar la tierra. El pueblo se desmoralizó y se rebeló. Incluso Moshé no supo qué hacer. Pero en un asombroso acto de liderazgo desafiante, Iehoshúa exhortó al pueblo a no rendirse ante el pánico y la cobardía. Iehoshúa y Calev, el otro espía fiel, recordaron al pueblo: "No tengan miedo del pueblo de la tierra, pues ellos son nuestro pan… Dios está con nosotros, no les tengan miedo" (14:9). Priorizando los principios antes que la popularidad y la presión social, Iehoshúa es el ejemplo de "donde no hay una persona, esfuérzate por serlo" (Mishná, Tratado Avot 2:6).

Que Iehoshúa era adecuado para ser el sucesor de Moshé también quedó de manifiesto en otra demostración de su cualidad de liderazgo. A lo largo de la historia, y hasta la actualidad, si una persona desea convertirse en un rabino, no es suficiente con que estudie todos los textos y domine todo el conocimiento teórico. Esa persona debe servir a un rabino, ser una sombra en todas sus actividades, observar sus cualidades personales y valorar el proceso con el que toma sus decisiones. De esta manera, el futuro rabino aprende valores que simplemente no pueden aprenderse de un texto. Esta experiencia del shimush, "servicio", como preparación para el liderazgo, es necesaria por la creencia fundamental en la importancia de los modelos espirituales, y la noción de que la Torá debe ser transmitida a través de seres humanos de generación en generación, de líder a líder. Esta práctica inculca una sensación de humildad en el futuro líder. Él llega a valorar la impresionante responsabilidad que tiene por delante al seguir los pasos de los gigantes.

Iehoshúa había desarrollado esta cercana conexión con Moshé, tanto que la Torá entra a un nivel no habitual de detalles al describir sus actividades mientras Moshé estaba en la Tienda del Encuentro. Iehoshúa es presentado con una férrea lealtad a su amo: "y su asistente, Iehoshúa, el hijo de Nun, nunca se apartó de la tienda" (Éxodo 33:11). Iehoshúa pasó toda su vida emulando a Moshé, su maestro, tratando de vivir al nivel fijado por nuestro máximo líder.

En el texto encontramos muchas alusiones a la razón por la que Ieshoshúa fue elegido como el sucesor. La Torá de hecho coloca ante nosotros un mapa para el liderazgo judío exitoso, más relevante en la actualidad que nunca antes: manifestar absoluto compromiso con la misión. Estar dispuesto a saltar adelante en cualquier momento y asumir las tareas que sean necesarias, porque la causa siempre es más importante que tú mismo. Estar dispuesto a mantenerse firme en contra de la mayoría, porque la ética es más importante que la estima. Invertir tiempo y esfuerzo para aprender de grandes maestros, porque al observarlos en la práctica se aprenden lecciones de vida y liderazgo más valiosas que cualquier cosa que uno pueda aprender de un texto. Cpn estos mensajes, Ieshoshúa dio los primeros pasos en su odisea del liderazgo. Finalmente, él fue quien guio al pueblo judío en vez de Moshé en donde él no tuvo el mérito de llegar: la Tierra de Israel.

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