Liderazgo efectivo

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Devarim (Deuteronomio 1:1-3:22 )

Al principio de Séfer Devarim, Moshé comienza su despedida del pueblo judío, criticándolo por los errores cometidos durante los cuarenta años en el desierto. Para no avergonzarlos, Moshé disimula su crítica haciendo alusión a las transgresiones mediante nombres de lugares. “En el desierto” se refiere a cuando el pueblo judío se quejó con Dios por la falta de alimento en el desierto, diciendo: “Si tan solo hubiéramos muerto por mano de Hashem en la tierra de Egipto” (Shemot 16:3). “Di zaav”, que literalmente significa “suficiente oro”, es una referencia al pecado del Becerro de Oro (Rashi ad loc).

Moshé también relata la implementación del consejo de Itró para crear un sistema judicial. “Pongan para ustedes hombres sabios y experimentados, conocidos por sus tribus, y los designaré como sus líderes. Ustedes me respondieron y dijeron: ‘Lo que has propuesto es bueno’” (Devarim 1:13-14).

Rashi explica que esto no es una digresión de su crítica, sino que Moshé está criticando al pueblo judío por aceptar la idea de Itró. “Deberían haber contestado: ‘Moshé, ¡nuestro maestro! ¿De quién es apropiado aprender, de ti o de tu discípulo? ¿No es mejor aprender de ti, que te sacrificaste por ellos?’. Sin embargo, yo supe sus pensamientos. Dijeron para ustedes: ‘Muchos jueces serán ahora designados sobre nosotros, si uno no nos conoce, le traeremos un regalo y nos favorecerá’”.

Ahora, ¿por qué Moshé los critica recién en este momento por las transgresiones que cometieron cuarenta años atrás? La obligación de la Torá de criticar a alguien comienza apenas uno ve que se está cometiendo un error. Esperar para criticarlos, y permitirles continuar con el error, es malo para todos. El Rambam escribe:

Es una mitzvá para quien ve que su prójimo judío ha trasgredido, o está transitando un camino incorrecto, criticarlo por su comportamiento e informarle que se está causando una pérdida mediante sus malas acciones, como dice la Torá: “Con seguridad criticarás a tu prójimo” (Vaikrá 19:17). Todo el que tiene la capacidad para criticar y no consigue hacerlo se considera responsable por el error de los demás, porque tuvo la oportunidad de criticarlos (Hiljot Deot 6:7).

Postergar la crítica, y nada menos que durante décadas, es jugar con fuego. Te arriesgas a hacerte responsable por la transgresión del pueblo, por no intentar detener su comportamiento equivocado. Entonces, ¿cómo puede ser que Moshé haya esperado tantos años y no haya criticado al pueblo judío de inmediato?

Moshé no fue la única persona importante de la historia judía que postergó una crítica. Rashi (1:3) dice que Moshé esperó hasta poco antes de su muerte para criticar, emulando el comportamiento de Yaakov Avinu, quien criticó a sus hijos justo antes de morir. Yehoshúa, Shmuel Hanaví y el Rey David también esperaron hasta estar en el lecho de muerte para criticar a sus hijos y a sus seguidores. ¿Cómo pudieron retrasar el cumplimiento de una mitzvá tan importante?

Los líderes deben elegir sus batallas

Respecto a la crítica, hay una diferencia crucial entre las responsabilidades de un individuo y las de un líder. Respecto al individuo, la halajá es muy clara: si nuestras palabras serán oídas, estamos obligados a criticar de inmediato. Si no lo hacemos, compartimos la culpa en la transgresión. Un líder es diferente: no puede reprender al pueblo por todo error que ve, incluso si en el corto plazo sería escuchado, porque al hacerlo socavaría su efectividad como líder y causaría un daño aún más grande. Necesita medir sus palabras con cuidado y asegurar que sus reprimendas no se conviertan sólo en un nuevo record. Un líder debe elegir sus batallas con sabiduría, para preservar el respeto de las personas y proteger su rol como tal.

Cuando alguien está en su lecho de muerte, es el momento más oportuno para ofrecer una crítica. En esta situación, las personas escuchan atentamente, porque saben que todo lo que la persona dice en este momento crítico debe ser de suma importancia. Bajo estas circunstancias, no preocupa que la voz de la persona sea ignorada. Las palabras que ofrece en este momento crucial, permanecerán en sus oyentes por siempre.

Padres e hijos

Este enfoque para la crítica no sólo es válido para líderes como Moshé, Yehoshúa, Shmuel Hanaví y el Rey David, sino que aplica para todo el que tiene un rol de liderazgo, incluyendo padres, directores y empleadores. Una de las peores maldiciones que puede tener un padre es que sus hijos lo ignoren. Nada de lo que dice es escuchado, porque sus hijos se cansaron de su constante criticismo. Para evitar que esto ocurra, los padres deben distinguir muy bien cuándo y cómo criticar a sus hijos. La crítica debe ser hecha con moderación y cuando es realmente necesaria, de manera que no destruya el amor y la confianza entre el padre y el hijo. Esta misma dinámica aplica también a jefes y sus relaciones con sus empleados.

Para que la crítica sea efectiva, debe emanar de un lugar cálido y amoroso, de preocupación por el prójimo. El Rambam escribe: “Una persona que critica a un colega… debería hablarle con paciencia, amabilidad, informándole que está haciendo estos comentarios sólo por su bienestar…” (Hiljot Deot 6:7). Si una persona siente que hablas porque tienes un sincero interés en su bienestar, y no porque estés tratando de manipularla, sino porque realmente te importa, escuchará y estará más abierta a aceptar tu crítica. Una fórmula recomendada es dar diez porciones de amor por cada porción de crítica. Expresa tu amor antes, durante y después de la crítica. Afírmale a la persona que estás de su lado.

No hay forma de exagerar este principio en la relación entre padres e hijos. A menudo, los padres cometen el error de criticar a sus hijos con demasiada frecuencia, y sin enfatizar lo mucho que los aman. Al igual que Moshé Rabeinu, pon la relación en primer lugar. Enfócate en ser efectivo, no sólo en tener razón. Evalúa tus palabras y asegura que promuevan una relación amorosa y de confianza, porque, en el largo plazo, esa conexión será el vehículo más efectivo para comunicarte con tus hijos.

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