Lo que aprendí después de mi accidente casi fatal

7 min de lectura

Parálisis facial, 32 grapas en mi cráneo y la preocupación abrumadora de mis seres queridos le han dado nuevos significados a la expresión "el espectaculo debe continuar".

Hace menos de dos semanas tuve un grave accidente automovilístico que provocó que necesitara una cirugía cerebral de emergencia. Al escribir esto, tengo 32 grapas quirúrgicas en mi cráneo y una parálisis parcial en el lado izquierdo de mi cara. Estuve a 25 minutos de la muerte, pero comencemos con las buenas noticias.

Como soy un comediante, eso es lo que se supone que debo hacer. Algunos pensaron que es demasiado pronto para reflexionar sobre lo que estoy viviendo, porque me pidieron que escribiera al respecto. Pero dado que es un momento tan singular, ¿por qué no aprovecharlo? Además, finalmente puedo mirar una pantalla sin sufrir un dolor de cabeza, así que voy a aprovecharlo. Recibí muchos comentarios diciéndome: "Cuando estés listo", respecto a escribir esto. Todos esos comentarios fueron con la mayor amabilidad. Pero como no estoy seguro si alguien llega alguna vez a estar listo, no hay un momento tan bueno como el presente.

En lo que respecta a los aspectos positivos: Puedo caminar. Puedo ver. Y mi recuperación fue descrita como "rara" en lo que respecta a la velocidad, en términos de ser capaz de tener equilibrio, mareos, y otras muchas cosas que han evaluado. Trato de hacer ejercicio regularmente y me enorgullecí un poco cuando comenzaron a tomar mis signos vitales (cuando estaba suficientemente consciente como para responder) y me preguntaron: "¿Corres o algo así? ¿Haces ejercicio?". Una vez que estuve de pie, comencé a caminar con regularidad por los pasillos del hospital y recibí algunas miradas de las enfermeras, todas positivas, y no podrían haber sido más amables al ayudarme. Emocionalmente, también hubo aspectos positivos que nunca hubiera imaginado.

Al despertar de la cirugía (no recuerdo cuando me chocó el camión), recuerdo haber visto a mis padres entrar a la habitación y a mi amiga Rajel en el teléfono, y que ella le dijo a una enfermera: "Sí, soy su hermana", lo cual no es cierto, pero Rajel es dura como un clavo y obviamente no iba a aceptar ninguna regla técnica que ellos tuvieran respecto a las visitas. Cuando estaba en agonía, porque tenía un tubo que bajaba por mi garganta y vomitaba por él, la enfermera Kate de Terapia Intensiva lo limpiaba todo el tiempo y luchó para lograr que me lo sacaran. Ella llamó a un médico y le dijo que mis niveles de oxígeno estaban estables y el médico estuvo de acuerdo y permitió que me sacara el tubo. Ella me dijo que de todos modos debería insertar un tubo por mi nariz hasta mi estómago y que eso me iba a doler, así que me recomendó aferrarme a la mano de Rajel y apretarla con fuerza. Eso fue lo que hice y lo sobreviví, y Rajel me dijo que se sentía mejor de que hubiera podido presionar su mano porque significaba que tenía un poco de fuerza.

Mi hermana (mi verdadera hermana, que es una enfermera) llegó volando desde Massachusetts y mi hermano entró después de ella, llegando desde Los Ángeles. Ellos me dijeron: "¿Tienes consciencia de que hay una tonelada de personas preocupadas por ti y preguntando cómo estás?". Honestamente no lo sabía, pero escucharlo obviamente me dio esperanzas y me sentí muy emocionado. Más que nada me resulta importante que la gente trate de conectarse y sus llamadas telefónicas son muy valiosas. Todos se preocupan por "molestarme" con los llamados, pero como me duele la cabeza, leer mensajes en una pantalla es mucho más difícil. Mis hermanos son campeones ayudándome con eso, y me siento decidido a tratar de responder a todos y agradecerles por comunicarse. El punto fuerte de mi hermana es su comportamiento tranquilo y su cabeza tranquila (la referencia a la cabeza no es un juego de palabras). Recuerdo claramente que cuando entró le di la mano y pensé: "Gracias a Dios". El punto fuerte de mi hermano es su intensidad, y cuando se trata de reunir registros, asegurarse de que me receten las medicinas necesarias y conectarse con los médicos que necesitaré al ser dado de alta, él se hará cargo de todo y yo no necesito preocuparme de nada. Mis padres por supuesto están en otro nivel de atención. Algo que ni siquiera puedo llegar a describir, así que no lo haré.

Avi Liberman en una presentación en Comedy by Koby (Yissachar Ruas)

Los amigos y algunos extraños a los que les permitieron entrar (amigos que a veces se hicieron pasar por clérigos, lo cual me pareció muy gracioso), también fueron de mucha ayuda. Mi amigo Max, que es mi vecino en Los Ángeles, llegó de la nada y todavía no sé cómo hizo para entrar, pero al verlo de inmediato sentí cierto alivio. Él superó todo al arreglar un vuelo con Hatzalá Air para que pueda regresar con mi familia a Houston en un avión donado, donde revisaban mis señales vitales mientras estaba en el vuelo. Incluso dijeron que podían bajar la altitud si la presión en mi oído y en mi cabeza era demasiada. Fue maravilloso cuánto se preocuparon.

Días antes de que ocurriera eso, siendo un judío practicante, varias ceremonias religiosas de repente adquirieron una importancia especial para mí. A medida que se acercaba la noche del viernes, comencé a preocuparme. No permitían visitas después de las 20:00 horas y Shabat comenzaba justo a esa hora. ¿Cómo iba a recitar o escuchar Kidush, la bendición sobre el jugo de uva? Antes que pudiera darme cuenta, de repente entraron a mi habitación dos jóvenes judíos de Jabad y se hicieron cargo de todo. "¿Cómo lograron entrar?", les pregunté. "Oficialmente somos clérigos. Estamos en la lista y Rav Klein de la sinagoga en Aventura arregló todo". Cuando comenzaron a recitar las diversas bendiciones, traté de unirme a ellos, pero me quebré. Apenas pude balbucearlas.

Hace un par de años falleció un jasid de Jabad llamado Mendy Goren, y yo escribí un artículo sobre él y cuánto él y su familia en Miami significaban para mí. No es sorprendente que ellos hayan sido instrumentales en conectar a mi familia con el hospital y dejar que otros supieran en dónde estaba. Su imagen apareció en mi cabeza cuando ellos comenzaron el servicio, como si él estuviera diciéndome: "¿Realmente pensaste que te dejaría sin todo esto? Yo me ocupo de ti incluso desde este mundo". Hasta logré beber un pequeño sorbo de jugo de uva y sentí que el Shabat era más importante que nunca.

Hubo otros momentos emotivos en los que me quebré, como cuando otro amigo que también se llama Avi llegó para hacer Havdalá al finalizar el Shabat, y nadie le pidió que lo hiciera. También recibí una maravillosa visita de mi amigo Ajicam, quien también resultó herido en el mismo accidente que yo (aunque tiene rotas algunas costillas, gracias a Dios él no necesitó quedarse internado y se está recuperando). Él llegó a visitarme y básicamente nos caímos uno en los brazos del otro, felices de estar ambos vivos. Que haya elegido tener un Volvo básicamente salvó mi vida, y siempre le estaré agradecido.

Si bien todo esto puedo parecer muy inspirador y lleno de buenos sentimientos, lo que aprendí es que cada sollozo, cada interacción no lo será. La imagen que puedo tener de mí mismo como alguien que es "capaz de vencerlo todo" podría haber sido simplemente un espejismo para ayudarme a sobrellevar todo esto. ¿Acaso era honesto?

Al regresar a Houston con mis padres y mi hermano, que quebré una vez más, pero esta vez no se debió a una pila de abrazos y buenos sentimientos. Estaba enojado y deprimido. ¿Tenía alguna razón para sentirme así? A fin de cuentas, había enfrentado bastantes buenas probabilidades, ¿verdad? Muchas personas me dijeron que tenía suerte de estar vivo, caminar, etc. ¿Estaba siendo racional?

¡Esto no soy yo! Se supone que tengo que hacer que la gente se ría y ahora ni siquiera puedo reírme yo mismo. ¡No soy un caso que merece despertar lástima!

No recuerdo exactamente qué fue lo que me llevó a perder el control, pero hubo una discusión general sobre tratamientos, el tiempo esperado de recuperación de mi parálisis facial, y todo lo que mis padres y mi hermano intentaban hacer era ayudarme. Comencé a caminar por la casa gritando: "Esto no soy yo! Se supone que tengo que hacer que la gente se ría y ahora ni siquiera puedo reírme yo mismo. ¡No soy yo! ¡No soy un caso que merece despertar lástima! ¡No quiero ser una víctima profesional! Soy la persona que va en contra de todo, no lo contrario". Me enojé mucho cuando no estuvieron de acuerdo en que tal vez podría superar todo a un ritmo absolutamente rápido. Tomé una botella de agua (por lo menos estaba sólo media llena, para que no se abriera) y la arrojé al suelo. De hecho, me lastimé el brazo por la fuerza con la que la arrojé. Sé que sólo intentaba evitar expectativas decepcionadas, pero estaba furioso y no lograba calmarme.

Cuando finalmente logré clamarme, vi que también mi padre lloraba. No porque estuviera triste. Simplemente me dijo que se sentía agradecido de que yo estuviera vivo. Él consideraba que era un enorme regalo que su hijo siguiera en este mundo y de hecho se sentía aliviado de que finalmente me hubiera quebrado y caído en una clara depresión. Eso mostraba que yo era humano. Por supuesto, tenía razón.

Al día siguiente, después de lograr calmarme un poco más, me llamaron dos amigos que son cómicos, Dan y Ray, y dijeron que habían visto a otros cómicos que sufrieron golpes, que subieron al escenario, hablaron brevemente de lo ocurrido y luego siguieron adelante. Sólo te conviertes en una víctima en el escenario si te presentas de esa manera, así que mejor no lo hagas.

También fui suficientemente afortunado de haber hecho años atrás espectáculos en Iraq y en Afganistán, donde conocí soldados de elite, con quienes me mantuve en contacto. Mi amigo Cris me llamó y él no pasó uno ni dos, sino tres traumatismos de cráneo. Realmente me ayudó hablar con él. Me dijo que debía tomarlo con calma y que cualquier actitud A que deseara mostrar no era el camino a seguir. Me preocupaba estar actuando como un bebé, pero Cris me calmó. "Créeme, si lo haces, te lo diremos".

Sé que pasó muy poco tiempo, pero haré lo mejor que pueda respecto a hacer un balance.

¿Qué he aprendido hasta ahora de lo que estoy experimentando? La respuesta obvia, por supuesto, es que todavía tengo mucho que aprender. Aunque ahora me siento un poco avergonzado por sentir vergüenza, porque ni siquiera puedo posar para una foto sin las obvias dificultades faciales, quizás eso está bien. Llorar, deprimirse y cuestionar constantemente escenarios en mi vida también está bien. Seamos brutalmente honestos. Tengo un trabajo que hacer, y además de difundir alegría, amor, positividad, como quieras llamarlo, parte de ese trabajo es ser un ser humano, con todos los defectos que lo acompañan.

En definitiva, lo que más resalta es cuánto mi familia, amigos e incluso completos extraños pueden ayudarte en los momentos más difíciles. Sin dudas tenemos malos días. Pero en definitiva podemos hacer más que sólo sobrevivir. Podemos vivir. Comencemos aquí y esperemos que todos podamos aprender a medida que avanzamos, y vivir mejor, a pesar de las dificultades.

Este articulo apareció originalmente en el Blog "Times of Israel".

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