3 min de lectura
3 min de lectura
3 min de lectura
2 min de lectura
2 min de lectura
3 min de lectura
Es muy fácil criticar a los demás, pero es difícil tomar conciencia de lo qué tu haces.
No quiero ser como la madre que tuve… me choca cómo tal persona actúa… no voy a criticar nunca a alguien como él me criticó… ¿Te suena conocido? ¿Cuántas veces juras no actuar como lo que te molesta, pero actúas exactamente como temías?
Es muy fácil decir "yo no quiero repetir los malos ejemplos", pero es difícil cambiar. De hecho, de nada sirve asegurar que no vas a hacerle a otros lo que a ti te molesta, sin antes, enfocarse en lo que se desea hacer realmente.
Es vital pasar por un periodo de desintoxicación o reorganización mental y emocional, obteniendo patrones de comportamiento efectivos.
Cuando solo se crítica y se vive culpando a otros, te conviertes en ese juez cruel y te sometes a una lucha de emociones negativas, que impiden lograr una conexión efectiva con el mundo. Esta acción llena de frustración, enojo y repulsión. Además, no por el solo hecho de criticar, uno garantiza que podrá llegar a ser mejor persona del ejemplo que tanto aborrece.
Cuando uno asegura que no va a repetir los comportamientos, o los errores de las personas que más criticó, hace un pacto complicado con su propio inconsciente. Se enfoca en los aspectos negativos y sin querer… lo que se promete no hacer y tanto se critica, se convierte en una predicción asegurada.
Más pronto de lo que se imagina, esa actitud se torna en la profecía que hace que el comportamiento sea justo como lo que uno juró nunca ser. Esta predicción, se convierte en una sombra que persigue y recuerda las promesas y los falsos juramentos que no se pudieron cumplir.
Cuando uno se propone a dejar de hacer algo, o a actuar de alguna otra manera, sin antes concientizarse de sus acciones, tomar responsabilidad o cuestionar los pensamientos personales, no puede cambiar, ni convertiste en una persona más efectiva.
Para romper con la autocondena, uno debe hacer un esfuerzo para diluir sus pensamientos negativos; los cuales se dan por instinto. (Éstos, están dirigidos para encontrar rápidamente lo malo, el peligro, lo repudiado).
Para cambiar, es importante buscar la manera de redirigir la precepción y encontrar aspectos positivos y nobles, que nutran a los pensamientos positivos. Desde luego, otorgando el benéfico de la duda, sin asumir que la persona, hace lo incorrecto, lo indeseado o actúa por molestar.
Hay que aprender a buscar lo constructivo y encontrar modelos eficientes que ayuden y construyan relaciones. Hay que estar en busca de inspiración y motivación para actuar asertivamente. La mejora de la calidad de vida, proviene de una mente sana y tranquila. De pensamientos positivos y de la alegría para vivir, del amor propio y de la compasión por las personas que viven atormentadas por sus demonios.
El enojo y la repulsión, sólo nutren la parte negativa del pensamiento, entorpecen la forma de actuar, confunden a la persona y no dejan nada bueno, ni aportan una visión efectiva para vivir mejor.
La receta: Decretos positivos
Ingredientes
Afirmación positiva para redirigir los pensamientos:
Soy una persona positiva, noble y tengo buena voluntad. Tengo pensamientos positivos. Encuentro lo bueno en todas las personas. Acepto a mis padres, familiares, amigos, mis compañeros de trabajo, etc. Deseo el bien a toda persona. Siento alegría, y paz desde lo más profundo de mí ser. La vida es buena, me sonríe. Agradezco la oportunidad que tengo para vivir.
Como se pueden redirigir los pensamientos:
"No critiques tanto lo que te molesta. Haz las paces con lo que te choca, ten compasión por los demás, y libérate. Solo asi podrás ser mejor".
Extraído de recetasparalavida.com
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.