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Todos los ciudadanos de Ucrania están en peligro ante la invasión rusa. Sin embargo, los judíos enfrentan un peligro doble.
Lloré al leer sobre la línea de autobuses que había en Uman para transportar a los judíos al aeropuerto de Kiev, desde donde volarían a Israel para estar a salvo. Apenas comenzaron los bombardeos rusos el jueves, los choferes de los autobuses naturalmente corrieron a sus hogares para estar con sus familias, y dejaron a los judíos varados.
Todos los ciudadanos de Ucrania están en peligro ante la invasión rusa. Sin embargo, los judíos enfrentan un peligro doble. La reacción predeterminada de los europeos en tiempos de crisis es transformar a los judíos en sus chivos expiatorios. La historia del trato que los ucranianos brindaron a los judíos, desde las masacres y los pogromos a su apoyo desenfrenado a los nazis, no augura nada bueno para los judíos que ahora están atrapados en medio de esta guerra. De hecho, durante el conflicto del 2014 entre Rusia y Ucrania, se denunciaron algunos incidentes antisemitas.
"Hasta ayer a la mañana, nadie creía que esto realmente ocurriría".
Anticipando el peligro un mes atrás, Israel entró en acción. El gobierno israelí ideó un plan de contingencia para traer a todos los 200.000* judíos ucranianos a Israel, tal como lo hicieron con el transporte aéreo de los judíos etíopes que estaban en peligro en 1991. Israel enviaría aviones para transportar a los judíos a salvo a Israel, proveyéndoles lugar para vivir, alimento, atención médica de primera clase, y todas sus necesidades mientras se instalaran en su nuevo hogar. Cuando los diplomáticos de todos los demás países huían de Ucrania, Israel envió más diplomáticos para procesar la ola anticipada de fugitivos.
El domino 20 de febrero, con la inminencia de la invasión rusa, Israel abrió su embajada en Kiev y su consulado en Lvov, que normalmente están cerrados los domingos, para la multitud de judíos que desearían escapar. Diez personas se presentaron en la embajada de Kiev, tres en Lvov.
Ese domingo, dos aviones aterrizaron en Israel trayendo judíos ucranianos. En uno había 75 personas, en el otro 22.
Cuando Rusia comenzó su invasión el jueves, Rav Moshé Weber, un emisario de Jabad en Dnipro, una ciudad al oriente de Ucrania, anunció: "Hasta ayer a la mañana nadie creía que esto realmente ocurriría… Definitivamente hay una sensación de shock".
Al leer sobre los autobuses inmovilizados en Uman, lloré por una segunda razón: por la ruta de escape no aprovechada. Eso me recordó una historia de la autobiografía de Eli Wiesel.
Los nazis ocuparon Hungría en marzo de 1944. Para ese entonces, la mayor parte de los judíos de Europa ya habían sido asesinados. Aunque los nazis trataron de mantener en secreto la "solución final", algunos judíos que se escaparon de los trenes y de los campos habían llegado a Hungría con sus espantosas advertencias. Pero a los judíos húngaros les resultó demasiado difícil aceptar lo que escuchaban. Como lo describió Wiesel: "…las personas mayores dijeron: 'Nos están contando mentiras. El pueblo de Goethe y de Schiller no puede caer en semejante barbarie'".
Incluso cuando los judíos de Sighet, el pueblo de Wiesel, fueron despojados de todos sus derechos, obligados a usar la estrella amarilla, golpeados, robados y arreados a un gueto, ellos no pudieron captar el peligro fatal que enfrentaban. Wiesel escribió:
La verdad es que algunos judíos de Sighet hubieran podido escapar del gueto… María, nuestra antigua ama de llaves, la maravillosa María que trabajó para mi familia desde que yo había nacido, nos rogó que fuéramos a su casa. Nos ofreció su cabaña en una aldea remota. Allí había lugar para los seis, y también para mi abuela Nissel. ¿Siete en una cabaña? Sí, ella lo juró poniendo a Cristo como su testigo. Ella nos cuidaría, se haría cargo de todo. Dijimos que no, educadamente pero con firmeza.1
La familia Wiesel, como todos los judíos de la región, fue deportada a los campos de exterminio. Sus abuelos, sus padres y su hermana menor fueron asesinados allí. Eli Wiesel sobrevivió para recordar eternamente la ruta de escape no tomada.
Otra historia, esta con un final feliz. Una familia adinerada de judíos alemanes estaba bajo la vigilancia de la Gestapo. El odio nazi a los judíos estaba claramente de manifiesto en esa época. Esta familia pudo leer el decreto inscripto en las murallas y quiso huir, pero había un auto de la Gestapo estacionado frente a su casa para evitar que lo hicieran.
Para el bar mitzvá de su hijo, hicieron una gran fiesta. Cientos de personas entraron y salieron de la casa. En un momento de la fiesta, sin llevarse nada, la familia se mezcló entre los invitados que salían de la casa y se marchó. Caminaron hacia su automóvil, estacionado a algunas cuadras de distancia, donde los esperaban un par de maletas. Para cuando alguien, incluso los sirvientes, comprendieron que los anfitriones no estaban en el lugar, la familia ya había cruzado la frontera. Ellos dejaron su hogar, sus muebles caros, sus alfombras persas, las valiosas obras de arte en sus paredes y todo lo que no entraba en esas dos maletas. Pero escaparon con sus vidas. Eventualmente llegaron a los Estados Unidos, donde tuvieron hijos, nietos y bisnietos.
¿Acaso es posible que si los judíos no parten en medio de la fiesta, nunca puedan partir?
Hace algunos años, cuando escuché esta historia de uno de los nietos de la familia durante una ola de antisemitismo en Francia, me pregunté: ¿Acaso es posible que si los judíos no parten en medio de la fiesta, nunca puedan llegar a partir?
El director de Hatzalá en Ucrania, Shlomo Rosilio, explicó en la noche del miércoles, horas antes de la invasión, que para una familia con niños es difícil levantarse y partir. "Ellos temen que algún ucraniano venga y se lleve todo lo que tienen si lo dejan en la casa. Entonces no tendrán nada cuando regresen. Por eso nadie quiere dejar su hogar".
Por supuesto, si hubieran sabido que sus vidas estarían en peligro, hubieran subido a esos autobuses antes de que fuera demasiado tarde. A lo largo de la historia judía, siempre hubo una línea fina y difícil de determinar entre el peligro y la perdición.
Negar una realidad atemorizante es una respuesta humana básica, ya sea que se trate de un diagnostico terminal, un esposo infiel o una guerra inminente. El impulso a pensar con optimismo que todo va a estar bien, puede servir como una fuerza noble que nos mantiene de pie cuando de lo contrario estaríamos retorciéndonos en el suelo desesperados.
Los judíos de Ucrania se aferraron a esa esperanza antes que abandonar sus hogares, sus comunidades y su forma de vida. Quién sabe qué hubiéramos hecho nosotros de estar en su situación.
Rezo por la seguridad de los judíos de Ucrania. Y sigo rezando para que logren reinstalarse con éxito en Israel.
*La cantidad estimada de judíos ucranianos fluctúa entre 40.000 y 200.000, incluyendo a aquellos que tienen un abuelo judío, lo cual les permite obtener la ciudadanía israelí de acuerdo con la Ley de Retorno.
1. Memoirs: All Rivers Run to the Sea (Alfred A. Knopf, 1994) p. 63.
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