Los judíos no se dedican a complacer a los demás

09/02/2025

5 min de lectura

A lo largo de la historia, el pueblo judío se mantuvo aferrado a su identidad, resistiendo a las presiones externas y preservando sus creencias y valores.

A lo largo de mi carrera como terapeuta matrimonial y familiar, me especialicé trabajando y escribiendo sobre personas obsesionadas por complacer a los demás (lo que en inglés se llama "people pleasers"). Estos individuos son como camaleones que se adaptan constantemente a su entorno y a las personas que las rodean para crear una sensación de armonía. Se esfuerzan por controlar el malestar y la ansiedad que les produce la desaprobación de los demás alterando su yo interior para encajar, siempre tratando de complacer a los demás, viviendo para obtener aprobación y contorsionándose para cumplir estándares de perfección poco realistas.

Las personas obsesionadas por complacer viven para obtener la aprobación de los demás y se contorsionan para cumplir estándares de perfección poco realistas.

El pueblo judío, por el contrario, no busca complacer. Su firme adhesión a una identidad única a menudo contribuyó a que fueran discriminados. Dentro de las familias, muchos individuos emplean tácticas de complacencia para integrarse, ya que les resulta más fácil adaptarse a las ideas y creencias de su familia o de la cultura dominante que expresar sus propios pensamientos, especialmente si estos difieren de la corriente dominante. De hecho, alteran su mundo interior para lograr un sentimiento de pertenencia. La comunidad judía, en cambio, históricamente se ha abstenido de ese comportamiento. De forma similar al rechazo que he observado dentro de las familias cuando un individuo complaciente empieza a afirmar su individualidad, el pueblo judío ha enfrentado una resistencia similar por mantener su identidad singular.

La resiliencia de la identidad judía

La travesía de la comunidad judía hacia el mantenimiento de su identidad distintiva ha estado marcada por la resiliencia y un compromiso inquebrantable con la tradición, los valores y las creencias. Durante el Imperio Romano, por ejemplo, los judíos enfrentaron una inmensa presión para asimilarse. Sin embargo, se resistieron férreamente y mantuvieron sus costumbres y prácticas religiosas. Este desafío fue más evidente durante la Gran Revuelta (66-73 EC), donde los judíos lucharon sin tregua contra el dominio romano, eligiendo la muerte antes que renunciar a su identidad religiosa.

En la Europa medieval, a pesar de enfrentarse a pogromos, expulsiones y conversiones forzosas, los judíos se mantuvieron firmes en sus convicciones religiosas y fieles a la Torá. Los judíos establecieron comunidades autónomas conocidas como "kehilot", preservando sus prácticas religiosas y culturales a pesar del entorno hostil. Esta firmeza volvió a demostrarse durante el Holocausto, cuando los judíos, a pesar de las inimaginables penurias, siguieron observando sus tradiciones en secreto.

La identidad judía ha prosperado a pesar de siglos de adversidades. La supervivencia y la continuidad de la comunidad judía están profundamente arraigadas en la autodefinición y la resiliencia. Su travesía subraya la importancia de mantenernos firmes en nuestra identidad, resistir las presiones externas y preservar nuestras tradiciones, creencias y valores.

Preservar la identidad

La resiliencia de la comunidad judía ofrece poderosas lecciones para otras comunidades y personas que enfrentan retos similares. Ya sea que se trate de mantener las prácticas culturales frente a las presiones de asimilación o de defender las creencias en medio de la persecución, la experiencia judía nos enseña la importancia de preservar la propia identidad. De hecho, el apelativo "hebreo–Ivrí" utilizado en la Biblia para describir a Abraham, el padre del pueblo judío, significa estar apartado de la mayoría. Este nombre se debe a que Abraham se situó al otro lado de su sociedad contemporánea, rechazando el paganismo desenfrenado de su época, encapsulando el espíritu judío de mantenerse fiel a sus valores, incluso cuando ello implica nadar contra la corriente.

A continuación mencionaremos algunos de los principales valores y tradiciones que impulsan a la comunidad judía.

Énfasis en el estudio de la Torá y la educación:

Una parte integral de la resistencia de la identidad judía son los valores religiosos fundamentales, que han proporcionado una base de continuidad y resiliencia. Entre ellos, el énfasis en el estudio de la Torá y la educación. La educación en la ley y la filosofía judías ha sido la brújula que guio a los judíos durante años de diáspora y penurias. La cultura judía valora mucho la búsqueda del conocimiento y la educación. Esta tradición se refleja en el impulso a los logros académicos y las actividades intelectuales.

Amor al prójimo judío:

El principio de Ahavat Israel 'amor al prójimo judío', subraya la responsabilidad colectiva que los judíos sienten los unos por los otros, un concepto profundamente arraigado en la conciencia judía. Esta interconexión ha sido decisiva para mantener la identidad judía, incluso cuando estábamos dispersos por todo el mundo.

Creados a imagen de Dios:

La tradición judía cree que cada persona fue creada a imagen de Dios. Esta creencia dota a los individuos de inherente dignidad y respeto, fomentando una sociedad ética que valora a cada uno de sus miembros.

Honrar el Shabat y la familia:

La observancia del Shabat y la importancia de la familia han sido pilares fundamentales de la vida judía, proporcionando descanso, reflexión y un sentido de comunidad. La importancia de la vida familiar ha reforzado la identidad judía, sirviendo de santuario para preservar y transmitir la tradición y los valores.

Adherir al Kashrut:

Las leyes dietéticas, o Kashrut, han desempeñado un papel importante en la identidad judía. La adherencia a estas leyes, que dictan lo que está permitido comer y cómo se deben preparar los alimentos, a menudo ha diferenciado a los judíos de las sociedades en las que han habitado, reforzando un fuerte sentido de distinción.

Estas creencias y valores subrayan el compromiso de la comunidad de vivir de acuerdo con sus valores a lo largo de la historia. Del mismo modo que ayudo a mis pacientes a definirse mejor en el contexto de su familia, sus amigos y la sociedad, a lo largo de la historia el pueblo judío ha sido sólido a la hora de definir quién es. El espíritu perdurable y la resiliencia de la comunidad judía son producto de sus experiencias históricas y un testimonio de su fuerza inherente. Su historia ofrece una poderosa lección sobre la importancia de la autodefinición, especialmente cuando los demás quieren que seas alguien que no eres.

La declaración de Dios a Moshé, "Yo soy el que soy", se refleja con fuerza en la narrativa de la identidad judía. Esta declaración sirve como afirmación de autodefinición e inalterabilidad. Es una afirmación de identidad que desafía los cambios bajo influencias externas, al igual que la inquebrantable dedicación de la comunidad judía por preservar sus tradiciones y valores. Del mismo modo que Dios se reveló a Moshé como un ser definido únicamente por Sí mismo, también la comunidad judía ha trazado su curso a través de la historia según sus propias definiciones, resistiéndose a los intentos externos de alterarlo o darle nueva forma. Este paralelismo establece una conexión irresistible entre las características que definen a la comunidad judía y la autodefinición divina que Dios ofreció a Moshé.

Esto revela que la identidad no es simplemente una etiqueta asignada por la sociedad, sino una concepción profundamente personal nacida de las propias creencias, tradiciones y experiencias. Tal como el pueblo judío logró preservar su identidad en medio de constantes desafíos, tú también puedes mantener su identidad única a pesar de las normas o presiones sociales. En un contexto terapéutico, es esencial facilitar esta clase de autodefinición, posibilitando al paciente que descubra y afirme su identidad singular en el contexto de sus redes sociales. Al igual que la comunidad judía, la identidad de cada persona combina tradiciones heredadas, convicciones personales y experiencias vividas. En la terapia es esencial honrar y explorar estos componentes para fomentar un sólido sentido del yo y resiliencia.

En el clima contemporáneo, es más imperativo que nunca mantenerte fiel a tu identidad, abrazando tus creencias, tradiciones y experiencias únicas. Como individuo y como parte de una sociedad, puedes aprender de la resiliencia de la comunidad judía, empleando sus estrategias para resistir a las presiones externas. Tal como el pueblo judío logró mantener su identidad única a lo largo de la historia, tú también debes esforzarte por defender tu individualidad, fortaleciendo tu resiliencia frente a cualquier forma de ideología de odio. Tu identidad debe ser celebrada, no suprimida, y debe constituir la base de tu bienestar psicológico y de la armonía social.


Referencias:

  1. Baumeister, R. F., & Muraven, M. (1996). Identity as adaptation to social, cultural, and historical context. Journal of Adolescence, 19(5), 405-416.
  2. Bowlby, J. (1988). A secure base: Parent-child attachment and healthy human development. Basic books.
  3. Cohen, A. (1995). The symbolism of the Jewish people. Religion, 25(4), 317-337.
  4. Erikson, E. H. (1968). Identity: Youth and crisis (No. 7). WW Norton & Company.
  5. Ilene S. Cohen. (2017). When It's Never About You: The People-Pleaser's Guide to Reclaiming Your Health, Happiness and Personal Freedom. Harte & Co Publishing.
  6. Yip, T. (2018). Ethnic/racial identity—A double-edged sword? Associations with discrimination and psychological outcomes. Current Directions in Psychological Science, 27(3), 170-175.
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