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Inmediatamente después del monumental episodio de los Diez Mandamientos, la Torá comienza a transmitir escrupulosamente los detalles de las leyes civiles y de responsabilidad civil antes de retomar el tema de la revelación en el Sinaí. Esta incrustación un poco extraña de estas reglas cotidianas en medio de la intensidad y la espiritualidad de la revelación, quizás es un indicio del dictamen talmúdico respecto a que, para ser una persona verdaderamente piadosa, uno debe ser cuidadoso con las leyes de los daños.1 Aquí se celebra la noción de que la santidad del judaísmo se extiende más allá de lo ritual hacia la rutina. Tanto los grandes ideales como su vehículo en la forma de las leyes cotidianas, son igualmente importantes, porque "tal como los mandamientos previos [los Diez Mandamientos] fueron entregados en el Sinaí, también estas [leyes civiles] fueron entregadas en el Sinaí".2
Sin embargo, podemos preguntarnos si esto puede traducirse de forma inversa, es decir: si bien la Torá fomenta que se infunda espiritualidad en lo secular, ¿también lo espiritual debe verse imbuido de lo secular?
Después de la entrega de la Torá hay un episodio interesante: "Y contra los nobles de los hijos de Israel no envió Su mano; ellos contemplaron a Dios y comieron y bebieron".3 Rashi explica que el hecho de que el versículo afirme que Dios "no envió su mano" implica que supuestamente debían ser castigados, pero para no arruinar la emoción de la revelación, su castigo fue detenido.4 ¿Por qué debían ser castigados? Rashi explica que la razón se encuentra en las mismas palabras del versículo: ellos trataron de comer y beber mientras miraban a Dios.5 En un nivel simple, pareciera que el problema es una falta de respeto. Dios no se puede comparar con una película que uno puede sentarse y mirar mientras come y bebe. Cada clase de interacción, en particular una asociación espiritual con Dios, requiere más que una participación pasiva. Las relaciones requieren presencia, participación activa y un involucramiento consciente. Pero en este caso, las personas estaban ocupadas con otros asuntos mundanos físicos, como el alimento y la bebida.
Constantemente somos bombardeados con actividades, responsabilidades, mensajes, notificaciones y todas clases de comunicación. Es casi imposible "desconectarse". Al adaptarse a la sobrecarga sensorial del siglo XXI, nuestra generación aprendió a hacer múltiples tareas a la vez y malabarismos para cumplir diversas actividades de forma simultánea. Si bien un malabarista especializado puede mantener varias pelotas en el aire a la vez, es casi imposible que pueda mantener firmemente en su mano más de una o dos pelotas a la vez. Además, cada malabarista tiene sus límites, como afirma la Mishná: "Cuando agarras demasiado no agarras [nada]. Cuando [intentas] agarrar un poco, agarras [todo].6 En la vida, donde cada tarea a menudo demanda una enorme cantidad de tiempo y atención, hacer múltiples tareas a la vez siempre tiene un costo.
Con los nobles de los hijos de Israel, su "castigo" fue un resultado automático de sus actos, el precio natural que necesitaron pagar por tratar de hacer varias cosas en un momento de semejante santidad. Para llegar a las alturas espirituales necesarias para lograr el nivel de profecía, uno simplemente no puede comer y beber durante el proceso.
En contraste con el comportamiento de estos ancianos, sólo unos pocos versículos más tarde la Torá nos dice: "Moshé entro al interior de la nube y ascendió a la montaña…"7 El uso de la palabra "interior" se correlaciona directamente con su uso en relación a la partición del Mar de los Juncos.8 El Talmud afirma que en ambos casos las personas quedaron literalmente sumergidas por completo dentro de la actividad (Moshé dentro de la nube y el pueblo judío dentro del mar).9 En respuesta a su compromiso inquebrantable con la tarea que tenían entre manos, Dios forjó un camino por el que podían emerger. Esto se aplica a enfocarnos en nuestra familia, prestar atención en los momentos significativos y enfocarnos en cualquier cosa que consideremos realmente importante.
La yuxtaposición de estas dos reacciones al episodio de la entrega de la Torá en el Sinaí, la de los ancianos que al parecer perdieron de vista la gravedad y la intensidad del momento por dedicarse al mismo tiempo a actividades físicas mundanas, y la de Moshé que se sumergió por completo en su misión espiritual, indica dos enfoques diferentes respecto al equilibrio entre los aspectos mundanos y espirituales de nuestra vida.
Los versículos respecto a la revelación en el Sinaí, detallando las leyes civiles y de responsabilidad civil de la Torá, son testimonio de la importancia de imbuir un significado espiritual en cada emprendimiento físico. Al mismo tiempo, necesitamos distinguir entre los momentos en los que debemos infundir lo mundano con lo espiritual, y los momentos que requieren una inmersión completa dentro de la santidad de la experiencia espiritual.
Resumen:
En nuestra vida cotidiana, tenemos la tarea de santificar los momentos mundanos. Por ejemplo, decimos bendiciones por la comida, santificamos lo que ganamos dando caridad y santificamos nuestro tiempo celebrando las festividades. Es claro que nuestra vida cotidiana necesita verse infundida con espiritualidad. Podemos preguntarnos si la fórmula también funciona en la dirección opuesta, si también tenemos el deber de infundir lo sagrado con lo mundano. Un breve episodio que aparece inmediatamente después de la revelación en el Sinaí, cuando los ancianos del pueblo se sentaron a comer y beber mientras miraban a Dios, nos ayuda a entender el arte del equilibrio entre lo sagrado y lo mundano.
NOTAS
Talmud de Babilonia, Tratado Bava Kama 30a
Rashi sobre Éxodo 21:1
Éxodo 24:11
Rashi sobre Éxodo 24:11, basado en Tanjuma, Behalotjá 16. Aunque merecían que la Mano de Dios los castigara, el castigo no tuvo lugar para no disminuir la emoción de la revelación.
Rashi ad loc. Otros comentaristas ven este versículo desde otra perspectiva, como un elogio a los ancianos. Por ejemplo, Onkelos ad loc., conecta su alegría de la profecía con el máximo placer físico y el Rambán ad loc., interpreta que su comida y bebida era un sacrificio celebrando esa singular experiencia.
Talmud de Babilonia, Tratado de Sucá 5b
Éxodo 24:18
Éxodo 14:29
Talmud de Babilonia, Tratado Ioma 4b
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