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Las malas compañías no vienen solas, sino que se encuentran con gusto y sin esfuerzo.
Es fácil echarle la culpa a las malas compañías por tomar malas decisiones. Es cómodo vivir como víctima, pretendiendo que uno sólo hace lo que hacen los demás. Peor aún, cuando uno juega al inocente, asegurando que no hace nada malo, así, limpia su conciencia e insiste que son otros los responsables por sus malas acciones.
A pesar de la comodidad y la facilidad que se puede tener al culpar a las malas amistades, lo peligroso y triste de esta situación, es que NO son las malas influencias las que están mal, ni siquiera las que tienen el problema. La realidad es que la persona que se rodea de las malas compañías, es también una mala compañía.
De hecho, uno se rodea de las personas con las cuales siente afinidad y además, considera su complicidad como una buena inversión.
La persona elige el camino que quiere tomar, decide qué quiere hacer y cómo lo quiere lograr. Las buenas o las malas compañías, son el reflejo de lo que el alma está buscando.
El problema entonces no son las malas compañías, ni la influencia que pueden ejercer. El peligro, es que la persona busca las relaciones que le llaman y que le llenan. Las malas influencias llenan vacíos existenciales ofreciendo soluciones equivocadas y a corto plazo.
Desafortunadamente las consecuencias de las malas elecciones limitan y se interponen con el desarrollo y el crecimiento de la persona. Por sentirse acompañado/a y entretenida/o, confunde y se conforma con el placer inmediato en lugar de trabajar, superarse y trascender.
Cuando uno opta por aferrarse a las malas compañías y a tomar malas decisiones, corre el riesgo de pelear con uno mismo, empoderándose con falsas ideas y llenado su alma de malestar. Por lo que pierde la armonía y tranquilidad de su vida. Vive en constante riña contra el mismo y con la gente que lo quiere.
Las tentaciones y las malas influencias son pruebas que pone la vida con el fin de que se tenga la oportunidad de aprender, rectificarse y sobreponerse, para así, perfeccionar su propio carácter.
A pesar de que es conveniente pensar que son las malas influencias las que proponen las ideas malas e invitan a las acciones dañinas. Cada persona es responsable por sus propias decisiones, acciones y sus elecciones. Nadie tiene el poder para forzarte a hacer lo que no quieres hacer.
El libre albedrío es un regalo individual y un privilegio que el universo brinda.
Las malas compañías pueden ser divertidas, atrevidas y hasta comprometedoras. Estas se traducen en tentaciones, pero sólo invitan al ego a crecer vanamente, llenan el alma con arrogancia y nutren la prepotencia, ya que se convierten en cómplices de tonterías que cometen juntos.
Queda claro: el peligro y el problema de las malas compañías, es la persona que elige a sus amistades. Las malas compañías sólo apoyan la decisión previa que la persona ya hizo.
Ingredientes:
Afirmación Positiva:
Busco armonía, paz en mi vida y en mis relaciones personales. Tengo el poder de elegir a las personas con las que me quiero rodear. Escojo estar con gente positiva que alimenta mi alma y me inspira a ser mejor. Quiero ser un buen ejemplo y dar luz al mundo. Soy responsable de mis acciones y de mis elecciones. La gente sencilla y menos complicada es la mejor compañía.
Superando a las malas compañías:
"Es grande la persona que tiene el valor para aceptar que anda por el mal camino, con la gente equivocada... pero más grande es, cuando admite que ella es la que eligió ese camino".
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