Cábala 23 - Maljut: El Reino Interno

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La última sefirá es la más importante, porque Dios la utiliza para actuar a través de Su creación.

La décima y última sefirá es llamada “maljut” (“reinado”), y por muchas razones es la más importante de las sefirot.

Para entender lo que es maljut, debemos referirnos al versículo original que contiene las diez sefirot: “Tuya, Dios, es la grandeza, la fortaleza, la modestia, la victoria, el sobrecogimiento, incluso todo lo que está en los cielos y en la tierra; Tuyo, Dios, es el reinado” (Crónicas I, 29:11). Notemos que la descripción de maljut es una oración casi separada y comienza nuevamente con la frase: “Para Ti, Dios, es…” ¿Por qué esta distinción?

Expliquemos esto definiendo lo que es maljut.

Cuando pensamos en un rey o en un reino, imaginamos un dictador imponiendo su voluntad sobre una población indefensa, agotando los recursos para su engrandecimiento personal. E incluso si lo imaginamos como un déspota benevolente, en el mejor de los casos es un burócrata eficiente.

Cuando hablamos de Dios y del concepto de reinado, nos referimos a un modelo completamente diferente.

Pero cuando hablamos de Dios y del concepto de reinado, nos referimos a un modelo completamente diferente.

El modelo que tenemos en mente es el de un rey que tiene una imagen del bien y del mal, una ideología de lo correcto y lo incorrecto, y le enseña a la sociedad a su alrededor esas ideas y valores. Esa sociedad, entonces, es concientizada de lo que realmente es correcto y se estructura a sí misma y a sus instituciones de acuerdo a ello. Cuando la sociedad ha terminado este proceso, amplifica y proclama consecuentemente esos valores que el rey tenía en su corazón y en su mente.

Esa sociedad, entonces, no sólo está expresando los valores y las normas del rey, sino que también está mostrando que esos valores y esas normas son realmente los valores y las normas internas de la gente en el país.

El maestro real es el que inspira.

Dado que no vivimos con reyes y puede ser dificultoso imaginar esto, podemos definitivamente utilizar la ilustración de un buen maestro.

Un maestro que le permite a sus estudiantes “hacer lo que quieran” no es un maestro en absoluto. Los estudiantes no han recibido nada de él.

Por otra parte, un maestro que fuerza a sus estudiantes a hacer lo que él dice, meramente ha impuesto cadenas externas a ellos. No los ha afectado realmente de ninguna manera, y no es un maestro. El maestro verdadero es aquel que inspira a sus estudiantes, para que ellos se den cuenta de que sus propios sentimientos y valores reales son aquellos expuestos por su maestro.

Esto es maljut en su significado exacto. Son las acciones de Dios y Sus atributos – no como son expresados por Dios, sino como los expresan los seres humanos. Es como si las acciones de Dios hubieran tocado un cuerda que resuena dentro de nosotros, y en consecuencia nosotros actuamos de una manera similar.

Esto requiere que hagamos la voluntad de Dios, y que no pequemos, y que lo hagamos con libre albedrío. Porque si no hacemos la voluntad de Dios, entonces no somos un reflejo del proceso Divino en el mundo. Pero si hacemos la voluntad de Dios por miedo estamos respondiendo como los estudiantes que son forzados por su maestro a cumplir las órdenes, y no a partir de un sentido interno de conexión con Dios.

Rey Vs. Dictador

La manera en la que respondemos ante Dios es expresada a menudo por los comentaristas como el contraste entre dos aparentes sinónimos:

  • Maljut - significando reinado monárquico, y
  • Memlajá - significando reinado dictatorial.

De esta manera, nosotros decimos en nuestras plegarias: “…y ellos aceptaron el maljut [reinado monárquico] (de Dios) voluntariamente”. Mientras que el versículo que habla de la relación entre Dios y las naciones que aún no Lo han aceptado declara: “Porque de Dios es la memlajá [reinado dictatorial] y Él es el legislador sobre las naciones gentiles”. Esto significa que Dios realmente desea evocar maljut en el mundo, pero en lo referente a esas naciones, Él legisla sobre ellas de una manera dictatorial y no utiliza maljut sobre ellas.

Pero, si vamos a definir la sefirá de maljut correctamente, necesitamos ser claros en que (a diferencia de las otras nueve) es un atributo de Dios que no emana directamente de Él. En cambio, emana de Su creación – cuando esa creación refleja y evidencia a partir de sí misma la gloria de Dios.

Esta es la razón por la cual el versículo declara separadamente - “Tuya, Dios, es la grandeza, la fortaleza, la modestia, la victoria, el sobrecogimiento, incluso todo lo que está en los cielos y en la tierra, Tuyo, Dios, es el reinado” — porque hay una gran diferencia entre las primeras nueve sefirot y la última. Las primeras nueve son un flujo continuo de las acciones de Dios que golpean a la humanidad y nos afectan. Luego, cuando absorbemos esas influencias Divinas, las encontramos en nosotros mismos, cambiamos, y de esa forma reflejamos la gloria de Dios – entonces evidenciamos el maljut.

Maljut es el objetivo que Dios tenía en mente cuando creó el mundo.

Es por ésto que es la sefirá más importante. En maljut, Dios no actúa meramente por Sí Mismo, sino que actúa a través de nosotros.

Maljut es el objetivo que Dios tuvo en mente cuando creó el mundo. Las otras nueve sefirot son solamente los medios para que surja el maljut.

Al relacionarnos con las primeras nueve sefirot, somos observadores externos – admirando el trabajo de Dios objetivamente. Puede que nos impresionemos, pero nunca se convierte en una experiencia abrumadora. Es sólo cuando escuchamos la voz de Dios haciendo eco dentro de nosotros –lo cual es maljut- que experimentamos realmente una transformación.

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