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Después de la liberación, mi abuelo regresó a Bucarest y descubrió el trágico destino de su familia. Para seguir adelante, siempre se dijo a sí mismo: "Mañana será mejor".
El mes pasado, mi familia celebró los cien años de mi abuelo, Louis Muller. Nuestros parientes llegaron desde todos los rincones del mundo para celebrar esta ocasión especial en Cleveland, Ohio, donde mi abuelo vivió durante los últimos 70 años. Muchos de sus nietos, yo incluido, viajamos desde Israel. Él se alegró mucho con los emotivos discursos, los videos y los bailes.
Pero la vida no siempre fue fácil o feliz para mi abuelo, un sobreviviente del Holocausto.
Él nació en un shtetl de Rumania llamado Viseu de Sus. Desde muy pequeño, tuvo una vida difícil. Cuando era muy chico, su padre dejó la familia en busca de oportunidades laborales en Uruguay y nunca regresó. Sin un medio para proveer a su familia, su madre lo envió a vivir con su abuela. A los 13 años lo enviaron a Bucarest para aprender un oficio y ganarse la vida. A diferencia de la mayoría de los niños, mi abuelo no tuvo el privilegio de pasar tiempo con su familia ni de recibir una educación completa. Tuvo que trabajar y hacer lo que hiciera falta para sobrevivir.
Mi abuelo, en el medio, con su madre y dos de sus hermanos.
En 1944, cuando los alemanes invadieron Bucarest, mi abuelo era un aprendiz de sastre. Él y un grupo de jóvenes de la ciudad fueron llevados a un campo de trabajo. Desde allí, fueron obligados a trabajar arreglando vías férreas que los aliados habían bombardeado. Trabajaba desde el alba hasta la puesta del sol, a menudo cargando las vías pesadas durante largas distancias. Dormían donde podías, por lo general en pisos fríos, y comían lo que fuera que les dieran. A menudo, eso implicaba una sola comida al día. Cuando terminaban su trabajo en un área los hacían caminar grandes distancias hacia el pueblo siguiente, donde les esperaba más trabajo.
Eventualmente, él y otros lograron escaparse y ocultarse. Poco después las fuerzas soviéticas invadieron el área y los judíos fueron liberados. Al regresar a Bucarest, mi abuelo descubrió el trágico destino de su familia. Su madre, su abuela, hermanos, tíos, tías y primos fueron llevados a Auschwitz. Al bajar del vagón de ganado, su tío trató de ayudar a su abuela que estaba parcialmente paralizada. Los nazis les dispararon y mataron a ambos en ese momento. Su madre y sus hermanos menores fueron enviados de inmediato a la cámara de gas. El resto de la familia eventualmente murió en el campo. Sólo mi abuelo y uno de sus hermanos sobrevivieron de su familia inmediata.
Se entiende que muchas personas fueran amargadas después de semejante experiencia, Nadie debería experimentar lo que tuvo que soportar mi abuelo. Pero él siempre nos dijo que era afortunado. Muchos sufrieron más que él. Para seguir adelante en los momentos difíciles, siempre se decía a sí mismo: "Mañana será mejor".
Mi abuelo escuchó que los judíos viajaban en barco a la Tierra de Israel. Para eso, necesitaba llegar a la frontera de Austria. Como no tenía dinero, se escondió y viajó sobre el techo de un tren hasta que llegó a destino. Pero no pudo encontrar ningún medio de transporte a Israel. Durante meses, pasó de un campo de refugiados a otro hasta que finalmente recibió documentos para viajar a Canadá, donde encontró parientes. Finalmente llegó a Cleveland, donde conoció a mi abuela y formaron su familia.
La boda de mis abuelos.
En Cleveland, trabajó cortando tela en una fábrica de ropa de mujer. No ganaba mucho, pero vivían dentro de sus medios y ahorraban un poquito cada mes. Siempre nos enseñó a valorar lo que tienes. Es muy fácil preguntarte: "¿Por qué me pasó esto o aquello?", o mirar a los demás y preguntarte: "¿Por qué yo no tengo lo que ellos tienen?". Pero preocuparte por el pasado o por otras personas no ayuda en absoluto. A menudo nos decía: "Siempre miraba hacia adelante, nunca hacia atrás".
Y por cierto tenía mucho que ver hacia adelante. De pequeño, no llegó a conocer realmente a su hermano menor porque fueron educados por diferentes abuelos en pueblos alejados, ya que su madre no podía mantenerlos. En los Estados Unidos, donde ambos se asentaron después de la guerra, se volvieron muy unidos.
#Mi abuelo conoció a mi hija en la celebración de su cumpleaños. ¡Hay cien años de diferencia entre ellos!
Mi abuelo trabajó duro, pudo comprar una casa y mantener a su familia. Tuvo dos hijos, siete nietos y ahora tiene 22 bisnietos. Nuestra hija, Livia Tzofía, es la última adición a la familia, y mi abuelo la conoció en la celebración de su cumpleaños. ¡Hay cien años de diferencia entre ellos! Como subrayó mi abuelo en su fiesta: "Todo lo que puedes hacer es valorar lo que tienes y disfrutar lo bueno que tienes en la vida".
Cien años de diferencia.
El 27 de enero, conmemoraremos la fecha en que fue liberado el campo de concentración de Auschwitz, y recordaremos lo que le ocurrió al pueblo judío durante el Holocausto. Mi abuelo me transmitió muchas lecciones, pero la más importante es ser agradecido por la vida y las bendiciones que uno recibe. Sé que muchos, como la mayor parte de la familia de mi abuelo que fue asesinada en Auschwitz, nunca tuvieron la oportunidad de experimentar la vida que yo tuve.
¡Felices 100 años, Zeide! Nos has enseñado no sólo cómo vivir una vida larga, sino cómo vivir una vida significativa.
Tu nieto que te ama,
David.
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Que hermosa historia !!! Muchas gracias por compartirla ,me emocione hasta las lágrimas !!