Mi hija se comió mi tarea

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Sí, los hijos son la prioridad, pero no los uses como una excusa para evadir tus compromisos.

Cuando nuestra matriarca Rajel dió a luz a Iosef, exclamó: “Dios se ha llevado mi desgracia”. Rashi sugiere que esto se refiere a que ahora tenía un hijo a quien culpar por sus faltas. Por qué dijo esto y si en verdad sus palabras reflejan algo sobre el rol de los hijos, es una discusión larga y complicada. Pero lo recordé al dar una clase esta mañana.

“Laura no pudo venir porque tiene un paseo de la escuela secundaria”. “La hija de Caty está enferma y se quedó en la casa”. “Sara tiene que ir a una reunión de la cooperadora de padres de la escuela”. “Miriam tiene que llevar a sus hijos al dentista”. La lista sigue. La clase se planificó hace más de un mes y todas tenían ese día libre. Pero al llegar la fecha, la asistencia disminuyó…

En general, esto es algo bueno. Refleja el reconocimiento de que nuestros hijos deben ser una prioridad. También lo reconocieron nuestros Sabios al eximir a las mujeres de los mandamientos que dependen del tiempo. No se puede esperar que recemos hasta cierta hora del día con un minián, porque quién sabe cuáles serán las necesidades de nuestros hijos y cuándo lo precisarán. Por cierto, ellas no siempre se presentan en el momento oportuno, exactamente en el lugar y en el momento que nosotras preferiríamos.

Por otro lado, las mujeres no están completamente exentas de rezar. No se trata de un permiso para ignorar nuestras otras obligaciones. De pronto entendí que las mujeres han llevado esta máxima, esta libertad, demasiado lejos. ¡No puedes echarles la culpa de todo a tus hijos! Sin ninguna duda, si nuestros hijos están enfermos, necesitamos quedarnos en casa. Pero si ya te comprometiste a ir a una clase, ¿no podías programar las visitas al dentista o los paseos de la escuela para otro día? Quizás Sara podría haber pedido que la reunión de la cooperadora fuera una mañana en la que ella no tuviera un compromiso previo.

Estoy dispuesta a aceptar que asistir a mi clase no sea la prioridad de todo el mundo, pero cumplir con los compromisos debería serlo y tener niños no tendría que ser una excusa conveniente para absolvernos de esa responsabilidad. Como dije, si ellos nos necesitan, entonces por supuesto que los hijos están primero. ¿Pero nos necesitan realmente en ese momento? ¿Excluyendo todo lo demás? ¿A costa de otras responsabilidades y compromisos?

¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos si nos ven comportarnos de esa manera? Pienso que hay una lección positiva pero nos arriesgamos también a transmitir dos lecciones negativas. La positiva es cuán importantes ellos son para nosotros, que ellos están antes que nada. Pero esto también puede ser una lección negativa; no queremos que aprendan que ellos siempre deben ser lo primero, que nunca puedan esperar su turno, o entretenerse solos o poner las necesidades de otros antes que las propias. Eso podría traer resultados sumamente dañinos.

Además, ellos tienen que ver que nosotras tenemos otras responsabilidades—con otros miembros de la familia y con nuestra comunidad—y que cumplimos con nuestros compromisos. Si estamos constantemente dejando todo para atender a sus necesidades no esenciales y no urgentes, ellos creerán que son el centro del universo y que nada y nadie más importa. En nuestro deseo por criar niños seguros, confiados y amados, podemos cometer el error de crear monstruos.

Como dije, no estoy segura a qué se refirió nuestra madre Rajel. Sé que tenía alguna conexión con ingresar a las ligas de todas las otras madres, o finalmente convertirse en miembro de un club del cual ella se había sentido excluida. Tendría que investigar más para entender exactamente el lenguaje que ella utilizó y por qué lo dijo. Pero estoy segura de que ella no se refería a que nuestros hijos son una forma conveniente de evitar cualquier responsabilidad fuera del hogar. Quizás no deberíamos asumir compromisos si nuestros horarios están sujetos a tanto cambio e inconsistencia.

O por el contrario —y aquí va un pensamiento radical— quizás tendríamos que cumplir con nuestros compromisos y planificar los horarios de nuestros hijos alrededor de ellos en vez de hacer lo contrario.  

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