Mi Mantra de Rosh HaShaná

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Dios me ha dado todo lo que necesito.

Es impresionante lo rápido que pasa el año. A pesar de que los días de verano parecían interminables, Rosh HaShaná se acerca rápidamente. Nuestro tiempo de preparación se está agotando. Y si postergamos solamente un poquito (la vieja estrategia de "empezaré mi dieta mañana"), puede que nos perdamos la oportunidad del todo.

Así que guardaré mis menús y mis tentadoras recetas. Ignoraré la cocina, el mercado, la ropa sucia y sí, incluso a los niños, y me sentaré a pensar sobre mis metas para el año entrante.

Como de costumbre, tengo millones, muchas más de las que podría alguna vez lograr, incluso si tuviera la energía que tenía a los 25 años (aunque he aceptado mi edad y mis arrugas, ¡aún no he aceptado mi disminuida reserva de energía!). Así que voy a concentrarme sólo en algunas de ellas.

Ahora bien, cuando suene el shofar planeo aferrarme a una idea en particular (y no es “Wow, que larga fue esa tekiá guedolá. ¡Me pregunto si el rabino al final de la cuadra también puede soplar así de largo!”). Dios me ha dado todo lo que necesito. Sí, leíste bien. Todo. No me falta nada en mi vida. Sí, también leíste bien. Nada.

Eso no significa que no hay posibilidad de crecer. Eso no significa que he abandonado mis esperanzas, sueños y aspiraciones para mí, mi esposo, mis hijos y el pueblo judío.

Pero en este momento, todo está donde debería estar. En este momento, no falta ni una sola molécula. Dios está manejando el espectáculo (Él es el Rey de reyes después de todo) y Él me ha dado las herramientas necesarias para aprovechar mi vida al máximo.

Una ola de paz me inunda (junto con una ferviente plegaria para ser capaz de aferrarme a este pensamiento después de los tres primeros sonidos del shofar).

Pero sé que es el secreto, la clave para tener un Rosh HaShaná exitoso y una vida exitosa.

Es tan difícil mantener el foco. El ietzer hará, nuestro yo inferior, aparece constantemente con una lista de las cosas que me faltan, regañándome por ser tan tonta de pensar que lo tengo todo. ¡¿Qué acaso no tengo ambiciones?!

Así que rezo por una cosa más: rezo para tener la fuerza y la confianza necesaria para apegarme a esta idea e ignorar al ietzer hará.

Le pido a Dios que me ayude. Y quizás Él lo hará. Después de todo, es Rosh HaShaná, y las puertas del rezo están ampliamente abiertas.

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