Mirar hacia arriba

29/01/2023

8 min de lectura

Beshalaj (Éxodo 13:17-17:16 )

Los israelitas habían cruzado el Mar Rojo. Lo imposible había sucedido. El ejército más poderoso del mundo antiguo, los egipcios con sus carretas de última generación tiradas por caballos, habían sido derrotados y se habían ahogado. Los hijos de Israel ahora eran libres. Pero el alivio fue breve. Casi de inmediato enfrentaron el ataque de los amalequitas, y tuvieron que luchar una batalla, esta vez sin milagros aparentes. Lo hicieron y ganaron. Este fue un punto decisivo en la historia, no sólo para los israelitas sino también para Moshé y para su liderazgo del pueblo.

El contraste entre el antes y el después del Mar Rojo no podría ser más completo. Antes, al enfrentar el avance de los egipcios, Moshé le dijo al pueblo: "Manténganse quietos y verán la salvación que Dios hará hoy por ustedes… Dios peleará por ustedes y ustedes permanecerán en silencio" (Éxodo 14:13). En otras palabras: no hagan nada. Dios lo hará por ustedes. Y Él lo hizo.

Sin embargo, en el caso de los amalequitas, Moshé le dijo a Iehoshúa: "Escoge hombres para nosotros y sal, combate a Amalek" (Éxodo 17:9). Eso fue lo que hizo Iehoshúa y el pueblo luchó la guerra. Esta fue una gran transición: los israelitas pasaron de una situación en la cual el líder (con ayuda de Dios) hacía todo por el pueblo, a una en la que el líder permitió que el pueblo actuara por sí mismo.

Durante la batalla, la Torá enfoca nuestra atención en un detalle. Moshé subió a la cima de una colina que da hacia el campo de batalla, con un bastón en la mano:

Y sucedió que cuando Moshé elevaba su mano, Israel dominaba, pero cuando dejaba caer su mano, Amalek dominaba. Las manos de Moshé se volvieron pesadas, así que tomaron una piedra y la colocaron debajo de él, y él se sentó sobre ella. Y Aharón y Jur sostenían sus manos, uno de un lado y el otro del otro lado, y estuvo con sus manos firmes hasta la puesta del sol" (Éxodo 17:11-12)

 ¿Qué fue lo que ocurrió aquí? El pasaje puede leerse de dos formas: la vara en la mano levantada de Moshé, la misma vara que usó para efectuar grandes milagros en Egipto y en el mar, puede haber sido una señal de que la victoria de los israelitas fue milagrosa. Alternativamente, puede haber sido simplemente un recordatorio para los israelitas de que Dios estaba con ellos, dándoles fuerza.

De forma poco usual, dado que la Mishná en general es un libro de leyes y no de comentarios bíblicos, hay una Mishná que resuelve este tema:

¿Acaso las manos de Moshé vencieron o perdieron la guerra? Más bien, el texto implica que cada vez que los israelitas miraban hacia arriba y dedicaban sus corazones a su Padre en los cielos, prevalecían. De lo contrario, comenzaban a caer.(1)

La Mishná es clara. No fue que la vara ni las manos levantadas de Moshé efectuaran un milagro. Simplemente ellas les recordaron a los israelitas que debían mirar hacia arriba y recordar que Dios estaba con ellos. Su fe les dio la confianza y el coraje para vencer.

Aquí aprendemos un principio fundamental del liderazgo. Un líder debe dar fuerzas al equipo. No puede hacer siempre todo el trabajo por el grupo; deben hacerlo por sí mismos. Pero el líder puede darles la confianza absoluta respecto a que pueden hacerlo y que lo lograrán. El líder es responsable de su estado de ánimo y su moral. Durante la batalla, el capitán no debe manifestar ninguna señal de debilidad, duda o temor. Eso no siempre es sencillo, como vemos en el episodio de esta semana. Las manos levantadas de Moshé "se volvieron pesadas". Todos los líderes tienen momentos de agotamiento y en esos momentos necesitan apoyo. Incluso Moshé necesitó la ayuda de Aharón y Jur, quienes lo ayudaron a mantener su posición. Pero en definitiva, sus manos levantadas fueron la señal que necesitaban los israelitas de que Dios les daba la fuerza para prevalecer, y lo hicieron.

En terminología actual, un líder precisa inteligencia emocional. Daniel Goleman, conocido por su trabajo en este campo, considera que una de las tareas más importantes de un líder es dar forma y elevar el estado de ánimo del equipo:

Los grandes líderes nos ponen en movimiento. Ellos encienden nuestra pasión e inspiran lo mejor de nuestra personalidad. Cuando tratamos de explicar por qué son tan efectivos, hablamos de estrategia, visión o grandes ideas. Pero la realidad es mucho más simple: los grandes líderes trabajan a través de las emociones.(2)

 Los grupos tienen una temperatura emocional. Como individuos pueden estar felices o tristes, agitados o calmos, asustados o confiados. Pero cuando se unen como un grupo, tiene lugar un proceso de sintonía –"contagio emocional"- y comienzan a compartir el mismo sentimiento. Los científicos han demostrado a través de experimentos cómo quince minutos después de comenzar una conversación, dos personas pueden empezar a converger en los marcadores fisiológicos de estado de ánimo, tales como el pulso. "Cuando tres extraños se sientan uno frente al otro en silencio durante uno o dos minutos, el que es más expresivo emocionalmente transmite su estado de ánimo a los otros dos, sin pronunciar ni una palabra".(3) La base fisiológica de este proceso, conocido como "mirroring" o reflejo, ha sido muy estudiada en los últimos años, y se observó incluso entre los primates. Ella es la base de la empatía, a través de la cual podemos entender y compartir los sentimientos de otras personas.

Esta es la base de uno de los roles más importantes de un líder. Él, más que los demás, determina el estado anímico del grupo. Goleman reporta sobre diversos estudios científicos que muestran cómo los líderes tienen un rol clave para determinar las emociones compartidas del grupo:

Los líderes típicamente hablan más que todos los demás, y lo que dicen es escuchado con mayor atención… Pero el impacto sobre las emociones va más allá de lo que un líder dice. En estos estudios, incluso cuando los líderes no estaban hablando, eran observados con mayor cuidado que cualquier otro en el grupo. Cuando se presentaba una pregunta para el grupo en general, ellos observaban al líder para ver cuál era su respuesta. De hecho, los miembros del grupo por lo general ven la reacción emocional del líder como la respuesta más válida, y por lo tanto amoldan su propia respuesta a partir de ella, en particular en una situación ambigua, donde varios miembros reaccionan de forma diferente. En un sentido, el líder fija el estándar emocional.(4)

Cuando se trata de liderazgo, incluso las señales no verbales son importantes. Los líderes, por lo menos en público, deben transmitir seguridad y confianza incluso cuando por dentro están repletos de dudas y vacilaciones. Si traicionan sus miedos privados con palabras o gestos, corren el riesgo de desmoralizar al grupo.

No hay un ejemplo más poderoso de esto que el episodio en el cual el hijo del Rey David, Abshalom, arma un golpe de estado contra su padre, proclamándose a sí mismo como rey en su lugar. Las tropas de David ponen fin a la rebelión, y en el curso de la lucha, el cabello de Abshalom queda enganchado en un árbol y es asesinado a puñaladas por Ioav, el comandante en jefe de David.

Al escuchar esa noticia, a David se le quebró el corazón. Su hijo puede haberse rebelado en su contra, pero seguía siendo su hijo y su muerte es devastadora. David se cubre el rostro y llora: "¡Oh mi hijo Abshalom! ¡Oh Abshalom, mi hijo, mi hijo!". La noticia del dolor de David se propaga rápidamente por todo el ejército, y también ellos -por contagio emocional- se ven embargados por el duelo. Ioav considera que esto es un desastre. El ejército corrió grandes riesgos para luchar por David contra su hijo. Ahora no pueden lamentar su victoria sin crear confusión y socavar terriblemente su moral:

Entonces Ioav entró a la casa del rey y dijo: "Has avergonzado hoy a todos tus hombres, quienes salvaron tu vida y las vidas de tus hijos y de tus hijas, y las vidas de tus esposas y de tus concubinas. Tú amas a los que te odian y odias a quienes te aman. Porque has dejado claro hoy que los comandantes y sus hombres no significan nada para ti. Veo que te agradaría que Abshalom estuviera hoy vivo y todos nosotros muertos. Ahora levántate y ve a alentar a tus hombres. Juro por el Eterno que si no lo haces, ningún hombre quedará contigo al caer la noche. Para ti eso será peor que todas las calamidades que has experimentado desde tu juventud hasta ahora" (Samuel II 19:6-8)

El rey David hizo lo que Ioav le dijo. Aceptó que hay un momento y un lugar para el duelo, pero no en ese momento, no allí y, sobre todo, no en público. Ahora era el momento para agradecer al ejército por su coraje al defender al rey.

Un líder a veces debe acallar sus emociones privadas para proteger la moral de aquellos a quienes lidera. En el caso de la batalla contra Amalek, la primera batalla que los israelitas tuvieron que luchar por sí mismos, Moshé tuvo un rol vital. Él debía darle al pueblo la confianza necesaria al lograr que miraran hacia arriba.

En 1875, un arqueólogo amateur, Marcelino de Sautuola, comenzó a excavar la tierra en una cueva en Altamira, cerca de la costa norte de España. En un primer momento, encontró pocas cosas que le interesaran, pero su curiosidad se encendió al visitar en 1878 una exhibición en París, donde mostraban una colección de instrumentos y objetos de arte de la Edad del Hielo. Decidido a ver si podía encontrar reliquias similares, regresó a la cueva en 1879.

Un día, llevó con él a su hija María, de nueve años. Mientras él buscaba entre los escombros, ella se adentró más en la cueva y se asombró al ver algo en la pared. "¡Mira papá, bueyes!", dijo la niña. De hecho, eran bisontes. Ella había hecho uno de los grandes descubrimientos de arte prehistórico de todos los tiempos. Las magníficas pinturas rupestres de Altamira, que tienen entre 25.000 y 35.000 años de antigüedad, fueron un hallazgo tan inédito que tardaron veintidós años en aceptar su autenticidad. Durante cuatro años, Sautuola había estado a unos pocos metros de un tesoro monumental, pero no lo había visto por una razón. Se había olvidado de mirar hacia arriba.

Este es uno de los temas constantes del Tanaj: la importancia de mirar hacia arriba. "Eleven sus ojos a lo alto y vean Quién ha creado estas cosas", dijo Isaías (Isaías 40:26). "Elevo mis ojos a las montañas. De allí vendrá mi ayuda", dice el Rey David en Salmos 121. En Deuteronomio, Moshé les dice a los israelitas que la Tierra Prometida no será como la llanura del delta del Nilo, donde el agua es abundante y todo el tiempo está disponible. Será una tierra de colinas y valles, totalmente dependiente de lluvias impredecibles (Deuteronomio 11:10-11). Será un paisaje que obligará a sus habitantes a mirar hacia arriba. Eso fue lo que Moshé hizo por el pueblo en su primera batalla. Les enseñó a mirar hacia arriba.

Ningún logro político, social o moral se logra sin superar obstáculos formidables. Se deben confrontar intereses creados, hay que cambiar actitudes, vencer resistencias. Los problemas son inmediatos, el objetivo final a menudo está frustrantemente lejano. Cada emprendimiento colectivo es como conducir a una nación a través del desierto hacia un destino que siempre está más lejano de lo que parece cuando miras el mapa.

Si miras hacia abajo a todas las dificultades, puedes caer en la desesperación. La única forma de mantener la energía individual o colectiva, es dirigir la mirada hacia el lejano horizonte de la esperanza. El filósofo Ludwig Wittgenstein dijo que su objetivo en la filosofía era "mostrarle a la mosca el camino para salir de la botella". La mosca está atrapada dentro de la botella. Busca una salida. Se golpea una y otra vez contra el cristal, hasta que finalmente muere exhausta. Sin embargo, la botella estuvo abierta todo el tiempo. Lo único que la mosca olvidó hacer fue mirar hacia arriba. A veces, a nosotros nos sucede lo mismo.

La tarea del líder es dar fuerza, pero su tarea también es inspirar. Eso fue lo que hizo Moshé cuando, desde la cima de la colina, a la vista del pueblo, levanto sus manos y su vara hacia el cielo. Al ver eso, el pueblo supo que podía prevalecer. "No con fuerza ni poder, sino con Mi espíritu", dijo el profeta (Zacarías 4:6). La historia judía es un conjunto constante de variaciones sobre este tema.

Un pueblo pequeño que al enfrentar dificultades sigue mirando hacia arriba, ganará grandes victorias y logrará grandes cosas.

Shabat Shalom


NOTAS

  1. Mishná, Rosh HaShaná 3:8
  2. Daniel Goleman, "Primal Leadership", (Boston: Harvard Business Review Press), 2002, 3.
  3. Ibíd. 7
  4. Ibíd. 8
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