Momentos que propician la ira

04/03/2023

2 min de lectura

Vaiakel-Pekudei (Éxodo 35-40 )

Antes de que Moshé proporcionara su larga descripción sobre los detalles del Mishkán, el Tabernáculo, comenzó con un breve mensaje relacionado con el Shabat, resaltando una prohibición específica: "No encenderán fuego en sus viviendas en el día de Shabat" (Shemot 35:3). Los comentaristas se preguntan cuál es la conexión entre el Shabat y el Mishkán y por qué se resalta la ubicación de "sus viviendas" en la prohibición. Obviamente la prohibición se aplica en cualquier lugar donde uno se encuentre.

Rav Shmuel Goldin sugiere que la razón por la que se destaca "sus viviendas" es para enfatizar "la importancia y primacía de esta unidad fundamental, la centralidad de la cual es desvalorada una y otra vez en puntos críticos de la historia judía: el hogar judío". El Shabat y el Mishkán están conectados para enseñarnos que "tan central como serán el Santuario y el Templo en su experiencia, su rol empalidece en comparación a lo que son sus hogares y sus familias… El Santuario debe inspirarnos y enseñarnos, pero las lecciones que él enseña sólo pueden llegar a concretarse por completo dentro de sus hogares".

Es sabido que el Zóhar considera que el fuego al que se refiere este versículo es una metáfora del enojo: en Shabat no debemos enojarnos. ¿Por qué se enfatiza la prohibición de enojarse sólo en el Shabat? ¿No debería ser también un problema en el resto de los días? Tal vez, dado que el Shabat es un símbolo de paz, enojarse es tan antitético al espíritu del día, que el problema del enojo se acentúa en el Shabat.

Alternativamente, si bien el Shabat en teoría es el emblema de la tranquilidad, a menudo eso no se traduce bien en la práctica. La Mishná requiere que antes de que comience el Shabat preguntemos: "¿Separaste los diezmos? ¿Preparaste el eruv? ¡Enciende las velas!". Pero se nos implora decirlo con calma, porque en medio de las corridas de erev Shabat, el sentido de urgencia lo convierte en un momento apto para que surja el enojo, especialmente si aquellos que nos rodean no responden a nuestras demandas y expectativas. El Shabat también es un momento cuando la gente está en la casa y no en el trabajo, y las familias se reúnen bajo el mismo techo durante un largo período de tiempo sin las distracciones de la rutina regular. El ambiente es propicio para el enojo, las frustraciones y los desacuerdos, por lo que es importante tener cuidado con nuestro tono de voz y mantener la calma cuando hablamos.

Una estrategia terapéutica relacionada con esto, que también podemos encontrar en la literatura de Musar, es predecir los momentos en que somos propensos a enojarnos e imaginar de antemano qué puede llegar a suceder. Después de tomar conciencia de cómo reaccionaríamos usualmente en semejante escenario, repasamos en nuestra mente cómo podemos reaccionar de una manera más efectiva cuando ese momento inevitablemente ocurra. De esta forma, cuando enfrentamos las corridas de erev Shabat, o cuando comienzan a juntarse las frustraciones en una larga tarde de Shabat, estaremos equipados con una respuesta adaptativa.

Tanto en Shabat como durante la semana, debemos tomar conciencia de las situaciones en las que tendemos a enojarnos. Al identificar estos patrones, podemos trabajar mejor para estar preparados con una respuesta más sana. Esto nos ayudará a mantener y proteger la belleza y la santidad de nuestros hogares y del Shabat y a la vez confrontar y responder a nuevos desafíos.

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